A única defensa que tenemos los periodistas es la verdad. Preocupa así que la Suprema Corte pueda despojarnos de ella por el llamado derecho de réplica.
El derecho de réplica, o más correctamente en español derecho de rectificación o de respuesta, es una forma de censura. Un buen periodismo registra puntos de vista diferentes, pero obligar a un medio a publicar o difundir aclaraciones de cientos o miles de personas que se dicen agraviadas en un espacio igual puede acabar con el periodismo crítico.
Lo vimos en Estados Unidos con la "doctrina de equidad" (fairness doctrine) de 1949 que obligaba a las televisoras a presentar temas políticos de forma "honesta, equitativa y equilibrada". La disposición ahogó el debate político durante décadas por la obligación de regalar tiempo a quien se opusiera al punto de vista original. Por eso en 1974 la Suprema Corte de Estados Unidos declaró inconstitucional esta limitación a la libertad de expresión.
En México estamos retrocediendo. El artículo sexto constitucional que señalaba que "La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa..." fue modificado en 2007 para añadir que "el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley". La Ley Reglamentaria era negativa, pero por lo menos dejaba a los periodistas la verdad como defensa. En su artículo tercero señalaba que "Toda persona podrá ejercer el derecho de réplica respecto de la información inexacta o falsa que emita cualquier sujeto obligado previsto en esta Ley y que le cause un agravio".
Varios grupos opuestos a la libertad de expresión, entre ellos el PRD y Morena, han presentado, sin embargo, controversias para evitar que la rectificación sólo se aplique a la información "inexacta o falsa". El ministro Alberto Pérez Dayán de la Suprema Corte ha coincidido con ellos en una ponencia que se discutirá y votará hoy en el pleno.
Los grupos interesados en aumentar la censura están felices. La Asociación Mexicana de Derecho a la Información afirma: "La argumentación del juzgador es adecuada, porque reconoce que la libertad de expresión no es absoluta. Toda libertad viene acompañada de obligaciones y de los límites a los derechos de terceros. Uno de estos derechos es la custodia del honor y dignidad de las personas". Los periodistas, en cambio, están inquietos. Carlos Lauría del Comité para la Protección de los Periodistas de Nueva York dice: "Estamos alarmados por la posibilidad de forzar a los medios a publicar o difundir réplicas a historias noticiosas bajo una más amplia serie de parámetros". Matt Sanders, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa, apunta que la medida "complicaría aún más el deteriorado ambiente en el que los periodistas y medios mexicanos deben realizar su labor".
Los mexicanos ya sufrimos una legislación que nos convertía en criminales por "difamar" con la verdad. Lydia Cacho fue detenida por difamación en 2005 al señalar en su libro Los demonios del Edén que el empresario Kamel Nacif había sido cómplice de Jean Succar Kuri en actos de pederastia. La verdad no era defensa porque la ley señalaba que se cometía el delito cuando se afectaba la fama de alguien aun cuando la información fuera verdadera. En parte por este caso la difamación fue despenalizada en 2007.
Hoy Lydia ya no enfrentaría cárcel, pero si la Corte fortalece el derecho de rectificación tendría quizá que publicar una nueva versión de Los demonios del Edén en que Kamel Nacif tuviera el mismo espacio que ella.
CAMPAÑA
En México ya estarían prohibidas las campañas y las encuestas. En Estados Unidos no se detienen ni el día de la elección. Es una práctica más democrática.
@SergioSarmiento