Según Yuval Noah Harari, antropólogo judío, "el coste de pensar" fue el pago que debimos hacer los humanos para sobresalir como especie en el reino animal.
El cerebro humano, más grande que los de la mayoría de los animales, fue el causante de su triunfo final.
Hace 2.5 millones de años teníamos unos 600 c.c. de masa cerebral, mayor a los 200 c.c. de mamíferos con peso de 60 kilogramos; hoy día, contamos con 1,200 a 1,600 c.c. de sesos, que además de ayudarnos a sobrevivir nos consumen hasta el 25 % de energía, lo que representa alto gasto metabólico.
Además, con el paso de los milenios, los seres humanos desarrollamos una delgada capa superficial, el Neo Cortex, que a su vez está envuelto por unas membranas conocidas como meninges; con él, adquirimos capacidades extraordinarias, como la de pensar y realizar movimientos finos para darle cuerda a un reloj de pulsera, trabajo imposible para un chimpancé, animal genéticamente de lo más cercano a nosotros.
Ese desarrollo cerebral y corporal nos generó otros beneficios, como poder mantenernos sostenidos sobre las piernas; el simple hecho de ponernos de pie y caminar erguidos, nos permitió ver desde lo alto y tener las manos libres para arrojar armas o empuñar herramientas, lo que nos significó grandes ventajas que equilibraban nuestra fragilidad corporal, dándonos ventaja a la hora de la defensa de la vida o cazar animales.
Con los movimientos finos de manos y las capacidades de pensar, pudimos crear instrumentos que nos ratificaron la ventaja animal, pero ese "mantenernos erguidos" también favoreció alteraciones corporales en las masas musculares y la irrigación cerebral, aunque habrá que enunciar enfermedades de las articulaciones óseas, que sufren mayores cargas con el consecuente deterioro.
Incluya los cambios de las caderas y los canales de parto, que disminuyeron su luz, dificultando el proceso del nacer, ocasionando que el tiempo de embarazo se acortara, presentándose la expulsión del producto más tempranamente, cuando aún no está capacitado para sobrevivir por sí mismo. Como ejemplo tome el de muchos animales, que tan pronto nacen se sostienen en sus propias patas y buscan alimento en los alrededores.
También gastamos tiempo en cuidarlos y criarlos, a costa de dejar de cazar o recolectar alimento, necesidad que se solucionó con la formación de familias -gregarismo- y, consecuentemente, la diversificación del trabajo.
Como podemos concluir, no somos tan superiores en el reino animal y si vemos nuestras evolución en el tiempo, pudiéramos pensar que somos más irracionales y depredadores que la mayoría de los animales.
Los primeros primates aparecieron hace millones de años y necesitamos 3.5 millones para evolucionar y llegar al "homo". Ahora somos, sin duda, los mayores depredadores del mundo.
Hasta hace 1,200 millones de años, tuvimos la llamada Revolución Agrícola y hasta hace unos 5,000 años, aparecieron los primeros imperios; necesitamos otros 4,500 años para llegar al Pensamiento Científico y alrededor de 200 para abordar la Era Industrial; siempre acortando tiempos.
En el presente, corremos el peligro de extinguirnos, algo que no ocurría desde las grandes glaciaciones, aunque haya disminuido la población mundial con la presencia de enfermedades en épocas medievales, como la peste bubónica, que acabó casi con el 50 % de los europeos.
La posibilidad existe por nuestra terquedad y egoísmo, a decir de muchos estudiosos.
Le numero algunos ejemplos de la postura del presente "Diálogo":
Ningún animal -ni los más agresivos y dañinos corporales- han depredado la biósfera como lo hacemos nosotros; perforamos en la tierra y la explotamos irracionalmente, como el fracking, que ahora pretenden nuestros políticos; la deforestación bárbara ha acelerado cambios en climas y cadenas biológicas.
Recuerde la aplicación de la fuerza bruta tecnificada para someter -esclavizar- a los más débiles, hasta llegar al exterminio, caso de los indígenas de América.
El apropiamiento de la tecnología descubierta, -nosotros no inventamos nada, sólo descubrimos posibilidades- ha hecho al mundo más injusto y polarizado, con pocos humanos más ricos y muchos pobres y hasta míseros.
El rompimiento con estructuras civiles, que dieron paso a la organización social y en el caso de las instituciones deterioro y pérdida de credibilidad por abuso de autoridad, impunidad, corrupción e injusticias varias. El magnicidio, genocidio y hasta infanticidio, llegando al extremo del aborto criminal o la eutanasia y ortonasia.
No deje pasar por alto el ataque a la familia, que es "la célula fundamental y funcional de la sociedad", que da cohesión fortaleza y resistencia a las comunidades. No le cito al matrimonio civil o religioso, porque es una costumbre reciente, de sólo unos cuantos cientos de años atrás, particularmente entre los pobres.
De antemano, se que habrá algunas personas en desacuerdo, lo que me parece normal y sano; le invito a reflexionar sobre el tema y actuar; mínimo, tratándolo con sus familiares y cercanos. ¿Acepta?
ydarwich@ual.mx