El anuncio de la desaparición del Fideicomiso de Seguridad Pública de la ciudad de Torreón, ha suscitado inquietudes en algunos sectores ciudadanos entre los que se cuentan organismos empresariales de la región, por lo que es pertinente hacer un repaso histórico al respecto.
El fideicomiso surgió como un espacio de encuentro y colaboración entre el Gobierno de Coahuila y el Municipio de Torreón a la mitad del sexenio de Rogelio Montemayor, durante el año que fungió como alcalde substituto el doctor Salvador Jalife García.
En aquellos días los ciudadanos de Torreón tomaron las calles para exigir seguridad frente a una ola criminal que asolaba a la región sobre todo en el rubro de secuestros, y la respuesta del Gobierno fue la creación del fideicomiso que incluyó la participación directa de organismos de la sociedad civil y la intervención de un banco fiduciario para garantizar la transparencia en la inversión de los recursos aportados peso por peso por Estado y Municipio.
El funcionamiento del esquema se prolongó durante el régimen de Enrique Martínez y Martínez, y a nivel municipal funcionó durante las administraciones panistas y priistas, del propio Salvador Jalife en que inició, de Jorge Zermeño que lo fortaleció con aportaciones adicionales del Municipio al doble, de Salomón Juan Marcos y de Guillermo Anaya.
El sistema que incluía el teléfono de emergencia, el control de las armas, el mantenimiento del equipo vehicular, los rondines de las patrullas, la dotación de los uniformes y el decoro de los sueldos de los policías, dio solución operativa al tema de seguridad durante aquellos diez años, gracias a una intensa participación ciudadana y a la cohabitación política de autoridades emanadas de partidos políticos distintos, que competían en términos de calidad en su desempeño y se cuidaban las manos unos a otros.
Llegó Humberto Moreira y como parte de su plan para apoderarse de la ciudad y de la libertad y la conciencia de los torreonenses, enfrentó al entonces alcalde de Torreón José Ángel Pérez, dejó de aportar recursos al fideicomiso y cesó toda forma de colaboración entre la policía del Estado con los niveles Federal y Municipal de Gobierno, dejando nuestra ciudad a merced del hampa, lo que llevó a lo que ha sido la Toma de Torreón por el moreirato.
Concluida la gestión de José Ángel, llevar a Eduardo Olmos a la alcaldía fue pan comido. La oposición diezmada por la deserción de muchos de sus activos por incentivos de plata o plomo, y el ánimo ciudadano gravemente mermado por la violencia y el miedo resultante, abrieron paso a la pesadilla que aún padecemos.
Con toda razón Riquelme reconoce que el Fideicomiso de Seguridad no funciona desde antes de que él llegara a la Presidencia del Ayuntamiento de Torreón, a lo que es pertinente agregar que no opera ni el fideicomiso referido ni ningún otro sistema que sea accesible al conocimiento pleno de los ciudadanos, ni en cuanto a vinculación social, ni en cuanto a la transparencia en la administración de los recursos públicos.
Riquelme critica en su estilo grosero y afrentoso a los integrantes del Consejo Lagunero de Iniciativa Privada, porque en cuanto al tema de seguridad el alcalde asegura: "es que no saben…". Los empresarios y los ciudadanos en general de Torreón saben que no saben y precisamente por eso demandan espacios de participación directa y transparencia en el proceder de las autoridades en el rubro específico de seguridad y en todos los demás temas de nuestra vida pública, con el objeto de saber y actuar en consecuencia en apoyo y exigencia frente al gobierno, como corresponde a toda sociedad civilizada y democrática.