Ya en múltiples ocasiones me había tocado leer en la sección de anuncios clasificados de este periódico el título que empleo en este mensaje: Se busca, acompañado en un buen número de ellos de una fotografía de la mascota perdida, extraviada, tal vez robada, generalmente en espacios pequeños, en blanco y negro, y no dejaba de lamentar dicha pérdida, elevando una oración tácita porque sus dueños tuvieran la alegría de volver ver a su mascota salva y en buenas condiciones.
Sin embargo, en este caso, ¡cómo me conmocionó y me entristeció! La desaparición, el extravío, de NINA, una perrita Yorki miniatura de cinco años extraviada el pasado domingo 19 de junio, precisamente el Día del Padre y el grito desesperado de sus amos, tal vez también de sus amitos que piden, suplican, que la ayuden a regresar a casa, solicitando, tal vez, con voz entrecortada y con ojos anegados en lágrimas "que de verla, por favor, la resguarden", "que no sabe andar en la calle", y aunque no quiero ni imaginarme el dolor, la tristeza, la angustia que están viviendo sus amos, ya que como es muy frecuente, una mascota, no es tan sólo eso, "una mascota, es parte de la familia y toda ella está muy triste, máxime si en esa casa hay niños.
Me llamó la atención el tamaño del anuncio clasificado, el variado número de colores que emplearon en el mismo y sobre todo, la fotografía de ¡NINA!, muy coqueta con su moño rojo y la mirada de sus ojos que reflejan la alegría de ser una mascota feliz, consentida, rodeada del cariño de sus amos y de todos los que hay a su alrededor, pues para decir verdad, nosotros, los humanos, giramos alrededor de nuestra o nuestras mascotas, máxime cuando ya somos adultos mayores y nuestros hijos ya han partido a formar su propio hogar.
Llama la atención ese grito de desesperación que se denota en: ¡¡¡UNA GRAN RECOMPENSA!!!, que con sus repetidos signos de admiración, denotan toda su angustia y dolor de pensar por las que estará pasando su querida NINA y finalmente estas cuatro palabras que lo dicen todo: AYÚDENLA A REGRESAR A CASA.
Este anuncio se repite al día siguiente y ya no volví a verlo más.
Los que somos amantes de las mascotas, ¡cuánto sufrimos, cuánto nos duele, el extravío de algunos de nuestros bebés, porque eso son: ¡nuestros bebés! Máxime que en lo personal viví esas experiencias tan dolorosas, prefería, también en lo personal, saber que había muerto después de un atropellamiento y recoger sus restos, ¡es lo mejor!, y darles sepultura en algún rincón de nuestro jardín.
Conscientes estamos que sufriremos por unos días, por algunas semanas, hasta que llega la resignación, que estar haciéndolo por siempre, ya que pasan los días, los meses, los años y aún están en nuestra mente esas queridas mascotas que no sabemos qué fin tuvieron, con la incertidumbre de si estará viva, recorriendo calles tras calles, atravesando avenidas de gran tráfico con el gran riesgo de ser atropelladas, en otros casos, golpeadas por "nosotros los humanos", sedientas, hambrientas y tantas cosas más a las que están expuestas estos animalitos.
Esta triste historia de la que es protagonista NINA la viví con mi mascota ESTRELLA, a la cual había rescatado en el transitado Bulevar Alemán de Gómez Palacio, Dgo., que iba por el carril central aterrada ante tanto tráfico, no hallaba que hacer, sin embargo, otro amante de las mascotas al verla, se detiene una cuadra antes, al igual que yo, y arriesgándose a ser atropellado, cruza al carril central, la rescata, algo parecido a lo que yo quería efectuar, ya cuando nos vemos, le pregunto que si era su mascota y me dice que no, y de mil amores me la entrega para que yo me haga cargo de ella, como así fue por varios meses, hasta que un día, al regresar a mi domicilio, tan sólo veo colgada entre la verja el collar que llevaba puesto. No volví a saber de ella. Y todavía la recuerdo y pienso todo lo que anteriormente menciono.
Desde esta triste experiencia, ya jamás he vuelto a rescatar una mascota de la calle, tal vez perdida, tal vez abandonada por sus amos, me resisto a volver a vivir esta no grata experiencia, de las cuales vemos por doquier todo los días, por todos rumbos de nuestra ciudad y de tantas ciudades del país, ¡qué sé yo!
Al menos, conozco en qué lugar quedaron Boby, Monina y Paloma, se dónde se encuentran sus restos y cuando paso por ese lugar, escucho sus ladridos, sus saltos y su alegría de ver pasar a su querido amo.
Deseo de corazón que los amos y amitos de NINA la hayan recuperado para alegría de ellos y para el bien de ella misma. (Julio del 2016).