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Si hay demanda habrá oferta; 28 millones de adictos

Mirando a fondo

VÍCTOR GONZÁLEZ AVELAR

ENTRADA.- Muy caro le ha costado a México ser la ruta para el surtimiento de droga a los adictos estadounidenses. Es en verdad notable que apenas cruzando la frontera habiten por ahí más de 28 millones de consumidores, o sea el mercado de estupefacientes más grande del mundo, especialmente de cocaína y marihuana. Aunque la última parece haber sido ya legalizada y abiertamente tolerada desde hace varios años, hoy están los norteamericanos en condiciones de consumirla de manera libérrima.

SOPA.- Por lo que respecta a la cocaína, anfetaminas, cristal y demás drogas idiotizantes, los vecinos del norte tienen el surtimiento debidamente asegurado tanto en forma como en cantidad.

La realidad es que desde San Diego California, hasta New York; de la Florida a Seattle, y dentro del ese territorio conservador y desinformado llamado el Mide West, las drogas son tan necesarias para ellos como el mismo pan.

PLATO FUERTE.- Poco nos importaría si los vecinos se drogasen día y noche, pero su insaciable adicción ha tenido dolorosas consecuencias para México, la peor, el empoderamiento de los cárteles del crimen organizado en nuestro país con todas sus terribles consecuencias. La terrible paradoja es que los estadounidenses pones los adictos y nosotros seguimos poniendo los muertos.

POSTRE.- Para penetrar las fronteras norteamericanas los cárteles transportan la droga por rutas determinadas y bien conocidas. Principalmente la de Ciudad Juárez, Nogales, Reynosa, Nuevo Laredo y Matamoros.

Las toneladas de droga, una vez en la línea fronteriza, pueden cruzar tranquilamente a los Estados Unidos y sin molestia alguna.

En nuestro territorio la cocaína tiene un precio de 3 mil dólares el kilo. La droga ya en los Estados Unidos vale 50 mil dólares el kilogramo. De ahí es cuidadosamente embalada y transportada en tráileres que cubren más de 3 mil kilómetros por carretera, hasta llegar al gran centro de distribución en la ciudad Columbia, Ohio. Ahí ya vale 100 mil dólares el kilo.

Todo esto sin que el trasiego haya sido molestado por ningún policía de los condados, de los estados o de la federación norteamericana.

Es de hacer notar que en la unión americana son muy raras las noticias sobre detención o decomiso de traficantes o de drogas. Ocasionalmente es en los barrios negros y latinos de las grandes ciudades donde ocurren algunas detenciones, pero nunca la de un capo importante o cargamento significativo.

 POSTRE.- Pero para que el cártel ponga en la línea fronteriza los estupefacientes, previamente ha sido necesario asesinar a miles de mexicanos, de quemarlos o diluirlos en ácido. Ha sido necesario abrir cientos de fosas clandestinas y llenarlas de cadáveres, corromper autoridades a todos sus niveles, arrasar poblados, asesinar soldados, matar policías, ministerios públicos, incinerar periodistas independientes y amenazar a los medios.

Es por ello muy entendible que en los llamados debates (que más parecieron concursos sobre la potencia sexual del esposo de la aspirante y del millonario Trump), no hayan tratado absolutamente nada sobre este terrible problema del narcotráfico. Como si no existiera.

Tampoco ninguno de los aspirantes habló de los compromisos y obligaciones que ambos países tienen para asumir su responsabilidad en el combate tan terrible flagelo.

Sobre el combate al trasiego y consumo dentro de su territorio tampoco han dicho nada ni lo dirán, pues se trata de un problema casi de seguridad nacional.

Imaginemos 28 millones de adictos en trance de abstinencia que, si les llegare a faltar la droga, seguramente caerían en un estado de cuasi locura, depresión y angustia que trastornaría la misma vida al interior del país y de toda su estructura económica y social.

 DIGESTIVO.- El negocio es multimillonario y nadie lo dejara. Si hay demanda habrá oferta. Esta es una de las leyes económicas más contundentes, igualita a la ley de la gravedad.

 NOTA AL MARGEN

Verdaderamente increíble lo sucedido en el ejido Patrocinio de San Pedro. Ahora resulta que a la vista de todos: ejidatarios, policías municipales, federales de los medios de información, radio, prensa, televisión y organizaciones no gubernamentales, nadie se dio cuenta ni se enteró de que ahí había un centro de exterminio, tiradero, de quemados e incinerados a unos pocos kilómetros de San Pedro de la colonias. En un área transitada, con ranchos y pequeñas propiedades colindantes sembradas con diversos cultivos, poblaciones y ejidos cercanos, nadie vio nada ni siquiera el resplandor de las fogatas.

Como se dice coloquialmente, en nuestras propias narices el crimen organizado hizo lo que quiso. Lo lamentable es que mientras el gobierno federal no tenga un programa sustentable para resolver este problema, las cosas seguirán igual o peor.

Nosotros seguiremos poniendo los muertos y los norteamericanos continuarán disfrutando esos productos a que tan terriblemente son adictos.

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