La semana pasada se reunieron en Canadá los mandatarios de México, Estados Unidos y el país anfitrión, en el marco de la Cumbre de Líderes de Norteamérica.
Es un encuentro que han llevado a cabo los líderes de los tres países en los últimos años para reforzar los lazos de cooperación regional entre ellos y que corresponde con el modelo de la globalización en la que participan la mayoría de los países en diferentes formas, a través de tratados, acuerdos y negociaciones diversas en diferentes rubros.
Sin embargo, hoy en día el concepto de la globalización empieza a tener detractores con voz estridente, los cuales han surgido a partir de los discursos separatistas de los últimos tiempos. Las declaraciones de Donald Trump, por un lado, que han abierto la posibilidad de que los sentimientos racistas tengan permiso de expresarse, con el pretexto de que no le interesa ser "políticamente correcto", han contribuido a la articulación de mensajes xenófobos. Y por el otro lado, el partido independiente de la Gran Bretaña ha retomado el discurso del racismo contra los inmigrantes para promover su salida de la Unión Europea, conocida como "Brexit", propuesta que recientemente ganó, pero que abrió la puerta a las divisiones sociales, a su vez que a tomar conciencia de las implicaciones de esos discursos.
En este marco, a 22 años de la entrada en vigor de este tratado comercial de Norteamérica, los discursos y las reuniones simbólicas, donde se pueda ver la fuerza de un bloque económico como NAFTA, compiten con los discursos nacionalistas que llaman a la separación. Las reuniones entre el primer ministro Justin Trudeau, el presidente Barack Obama y el presidente Peña Nieto el pasado 29 de junio funcionaron como mensajes de la globalización que, hoy más que nunca y debido a las nuevas tecnologías, tiene una mayor vigencia en el mundo.
Se enfocaron en reforzar y establecer nuevos retos de cooperación, por lo que, en la agenda de trabajo se incluyeron temas como la energía renovable, la competitividad económica regional, la seguridad y la integración de un mayor mercado. Además, entre otros temas, se trató el resultado del "Brexit", la paz entre el gobierno de Colombia y las FARC, así como la cooperación en Centroamérica para reducir la inseguridad y la violencia. No podemos objetar que todos estos temas son globales, por lo que los simbolismos manejados en la reunión debieron servir como material de respuesta a los discursos nacionalistas que han despertado el racismo en diferentes países.
El problema de la globalización reside en que el discurso de algunos líderes y personajes de la política pretende que este fenómeno solamente llegue a algunos que son parecidos racialmente entre sí, que tienen proyectos de nación similares o que se defienden culturalmente, descalificando a los demás con prejuicios y estereotipos, reduciendo el discurso a formas muy primitivas, que no hacen más que generar intolerancia, un mayor resentimiento y violencia.
Si la globalización no es una forma perfecta de integración, si la formación de bloques no es la mejor de las propuestas, si la participación regional algunas veces beneficia a unos más que a otros, con la exclusión y el rechazo del otro del modelo global no se hará más que provocar hostilidad entre los pueblos. Bien por las reuniones entre países de la región y por los resultados que obtengan de ellas, pero principalmente, bien por los símbolos y significados que representan para el mundo global y que sirvan para combatir los discursos demagógicos, patrioteros, nacionalistas, excluyentes y racistas.
Académica de la Universidad Iberoamericana, especialista en política y medios de Estados Unidos