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Simplismos

Con/Sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

 I Ncluso en altos medios académicos, hay una gran proclividad a sobre-simplificar los asuntos. Tal condición, hace que las discusiones esenciales sean casi imposibles pues, donde uno dice "gris", los algunos entienden "blanco" y otros escuchan "negro". El asunto es más complicado todavía cuando se intenta indicar una de las múltiples tonalidades del "gris", y peor todavía si, además, es agregada la variable "tiempo" para relativizar lo dicho: "Gris rata, en tanto se sostengan tales y cuales condiciones". En ese punto, uno ya se volvió totalmente incomprensible y se encuentra "filosofando".

Pese a ello, es necesario insistir, sobre todo, en temas como la igualdad y la justicia. Señalar los enormes peligros inherentes a la desigualdad, en especial aquella que tiende a ampliarse motorizada por injusticias de todo tipo, no es clamar por un gobierno "Robin Hood" que robe a los ricos para repartir el dinero entre los pobres. Pero, tampoco, partir del absurdo supuesto de que el mercado por sí mismo, en algún punto de la historia de la humanidad, traerá prosperidad para todos.

No. Por supuesto que el gobierno tendría que intervenir y esa intervención debería ser más activa en la medida en que las desigualdades fueran más amplias. Pero la acción gubernamental no podría consistir, insisto, en simplemente quitar dinero a unos para distribuirlo entre los demás. No. Lo que tendría que pasar es que los recursos recaudados vía impuestos y derechos, deberían ser eficientemente utilizados en salud, educación e infraestructura. Pero, ¿qué pasa en el caso mexicano?

Hemos tenido gobiernos que efectivamente han intervenido, pero no para acabar con las desigualdades sino para ampliarlas y esto ocurre, al menos, por dos vías: La primera son los programas que se dicen son para combatir la pobreza pero que en realidad sólo sirven para robar, para mantener cautivas a las masas clientelares y para empoderar a determinados políticos. La otra es el llamado "capitalismo de amigos" que otorga a determinados grupos prerrogativas muy superiores a las que se dan a los demás, potenciando su capacidad para acaparar riqueza.

La urgencia que México tiene de un gobierno que revierta ambas dinámicas, añejas por demás, nada tiene que ver con "izquierdas" o "derechas". No es momento para andarse con esos simplismos absurdos de la geometría política. La desigualdad, sobre todo aquella basada en las mencionadas injusticias, es una bomba de tiempo y todos, los diestros, los siniestros, los ambidiestros y los mancos, estamos sentados sobre ella.

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