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Soberbia de dos

FEDERICO REYES HEROLES

Con un tono humilde, detrás del pódium, el candidato republicano baja la mirada y afirma: I apologize... por algunas exageraciones y deformaciones sobre México que he lanzado en mi campaña. Mister president, refiriéndose al mexicano, los Estados Unidos de Norteamérica y México, han sido aliados y buenos amigos. Mi país debe mucho al trabajo de los mexicanos, al comercio.

De verdad alguien pudo haber imaginado tal escena. La respuesta es sí y con ella asomamos al inmenso abismo entre la realidad y sus gobernantes. ¿No les pasó por la mente que la visita ofendería? Meses de agravios sin respuestas y posicionamientos a la altura ¡y aquí todos conformes con la visita! No se percataron de que el odio a Trump se ha convertido en un nuevo y extraño elemento de unidad nacional. Muy disminuido, pero en México existe un sentimiento nacionalista en buena medida nacido del antiyanquismo que quizá con la visita hayan exacerbado. No han leído algunos de los libros clásicos al respecto. Dónde viven, con quiénes conversan o ya los atrapó de nuevo la burbuja endogámica.

Sólo desde la arrogancia se puede pensar que con una charla enmendarían la necia, venenosa, polarizante, pero muy exitosa visión de Trump. ¿Por qué no cotejaron esa "gran idea" -ocurrencia- con otros miembros del equipo presidencial? También hay diplomáticos de larguísima experiencia a quienes hubieran podido escuchar. Pero no, esa premisa, la de someter las ideas propias a otros, no opera cuando se gobierna desde la soberbia. Sólitos, en su esfera biónica, creyeron ser muy astutos, adelantarse al villano, escudados con la idea del diálogo como principio. A muchos les asaltan las imágenes del engañado Chanmberlain después de sus entrevistas con Hitler. Así quedaron ellos frente a la historia, ingenuos, engañados, sin ninguna malicia, soberbios. ¿Pararlo frente al escudo nacional, como a un jefe de estado, confiar en su congruencia entre lo privado y los micrófonos? ¿Pensaron que era un diplomático? Por qué no redactaron un comunicado conjunto, en privado le dije, arguye EPN, pero en público lo que vimos fue un presidente incapaz de contender con el clown. La desventaja y el riesgo estaban anunciados.

El hombre de estado que ahora quieren vender, el que antepone el diálogo, al que no le importa su popularidad, ignora que su destino personal en esto es lo que menos preocupa al mexicano agraviado. Es la indignidad de la invitación la que subleva. A mí ya no me representa, me lanza quien que lo defendiera no hace mucho. Sin una estrategia mínima, con esta ocurrencia también molestaron a la candidata demócrata. Respondió duro: "Dime con quién andas...". Inaudito aceptar la visita de Trump el día previo al Informe y sin tener fecha para Clinton. ¿Y si ella no viene? Para qué exhibirlos juntos horas antes de la intervención en Arizona donde volvió a su ignorante obsesión con el tema migratorio y además nos hizo -a los mexicanos- quedar como estúpidos: "si lo van a pagar (el muro), pero no lo saben". El gran soberbio mintió, así juega, ¿no lo sabían? Me invitó EPN, como presidente, y en público le impuse mi versión. Vino y venció.

El capítulo Trump ha venido a cristalizar los enojos previos. La casa blanca, el departamento en Miami, la exhibición de la vida privada, los escándalos de corrupción de los gobernadores priistas tratando de garantizarse impunidad, el lastimoso y ridículo desempeño en las Olimpiadas, la protección al desenfadado titular, los brutales errores de comunicación y manejo de la imagen presidencial, la discusión del plagio, la sustitución del Informe -con todas sus implicaciones de rendición de cuentas ante la República- por un remedo de diálogo y hay más. El enojo dejó de ser sólo abstracto, contra el PRI y todo lo que encierra -ahora encarna en EPN. De patrimonio a terrible lastre para su partido, así van a 2018.

¿Dónde quedó el hábil político que logró fraguar su candidatura priista por primera ocasión sin el apoyo presidencial? Qué fue del hombre que asombró al mundo por saber negociar un paquete amplio y muy relevante de reformas económicas de fondo e incluso otras como un Sistema Nacional Anticorrupción. Ese individuo que ha defendido posturas impopulares, pero progresistas como los matrimonios igualitarios. ¿Qué le pasó?

Quizá el problema radica en un presidencialismo que hoy, sigue pleno de salud habiendo sobrevivido a la alternancia. Los últimos dos años de cada gestión se convierten en una pesadilla y ésta ya no será la excepción. Se enferman de soberbia porque también en la sociedad sobrevive una malformación, la de mirar todo el tiempo a una persona que convertimos y se convierte en semidios. Pierden el control, la perspectiva. Caen en la infinita soberbia y ésta conduce a la tontería y en ocasiones a la estolidez. Trump en México fue eso. La soberbia de Trump salió victoriosa. Nosotros humillados.

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Escrito en: Federico Reyes Heroles

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