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Sobrevivir con 73 pesos

Actitudes

JOSé SANTIAGO HEALY

El debate acalorado que se realizó en meses pasados en torno a un salario mínimo digno y remunerador para los mexicanos, terminó a finales de 2015 en un pingüe incremento del 4.2 por ciento.

Es decir, durante todo 2016 los mexicanos que ganan el salario mínimo -aproximadamente seis millones de personas- obtendrán la friolera de 73.04 pesos por cada día de trabajo.

Con tal cantidad que apenas alcanza para un kilo de huevo, un litro de leche, una lata de atún y unos cuantos bolillos, tendrán que sobrevivir estos connacionales que además deben batallar para pagar su transporte, renta de casa y vestido.

Fue el gobernador de la ciudad de México, Miguel Mancera, entre otros personajes de la política, quienes desataron la discusión sobre la aprobación de un nuevo mini-salario.

Hablaban de incrementarlo de un cien por ciento en dos o tres años, es decir llevarlo a los 120 o 130 pesos para el año 2018.

Como la propuesta contenía un fuerte olor electoral, los jerarcas del sistema la calificaron de inflacionaria, demagógica, imprudente, populista y quien sabe cuántas cosas más.

Y como en México el salario mínimo para todo el país lo decide un selecto grupo de burócratas que vive cómodamente en la capital azteca, pues se les hizo fácil mantenerlo a raya y dejar desamparados a esos seis millones de mexicanos.

Curiosamente de unos meses a la fecha el salario mínimo es exactamente el mismo para las 32 entidades del país, sin importar la enorme diversidad de las economías y el costo de la canasta básica en las distintas regiones.

Pero que importa -dirán los sabelotodo capitalinos-si a final de cuentas para ellos no existe gran diferencia para gastar los setenta pesos en la sierra de Chiapas, en la costa de Veracruz o en la frontera de Sonora.

Los miniasalariados no son por cierto el mayor grupo en la escala de ingresos. Son para buena fortuna apenas el 13 por ciento de la población económicamente activa. Es decir, si ganaran el doble o cuando menos un 50 por ciento, el impacto inflacionario sería mínimo y relativo para las empresas que pagan salarios mínimos a sus trabajadores.

Sin embargo, el beneficio social y económico para estos seis millones de trabajadores y de sus respectivas familias, sería brutal y por demás positivo. Para ellos ganar 120 pesos al día en lugar de 70 representaría una enorme diferencia.

Viene lo anterior a cuenta porque a principios de este mes en California, uno de los estados más ricos de la Unión Americana, se aprobó aumentar paulatinamente el salario mínimo de 10 a 15 dólares la hora, en un lapso de aproximadamente cinco años.

Esto significa un incremento del 50 por ciento en un lustro de tal manera que para 2022, un trabajador californiano ganará 120 dólares por jornada de ocho horas, es decir alrededor de 2 mil pesos al día contra los setenta pesos de México.

Injusticia o no la noticia deberá colocar el tema de nuevo en el tapete de las discusiones en nuestro país, de lo contrario pronto veremos una nueva ola de migrantes hacia territorio californiano.

Las razones que llevaron al gobierno de California y a sus principales ciudades a elevar el salario mínimo, fueron la necesidad de elevar la capacidad adquisitiva de la tercer parte de la fuerza laboral y de paso impulsar la economía regional a través de un mayor circulante.

En el acuerdo hay candados para frenar los incrementos en caso de una crisis regional o mundial, o bien si el impacto para las empresas pequeñas y medianas resulta demoledor.

Lo interesante es que la medida se aprobó a nivel local y no en la capital del país como ocurre en México. Pronto veremos, pues, los resultados de este audaz aumento de los minisalarios en la vecina California.

APUNTE FINAL

La decisión final del presidente Enrique Peña Nieto de asistir al foro de las drogas en la ONU, así como la disculpa pública del secretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos, por las brutales torturas de dos soldados en contra de una mujer, muestran respeto y humildad hacia la ciudanía tal como sucede en un país democrático. Son actitudes dignas de elogio, pero sin glorificar porque a final de cuentas así deben actuar nuestros gobernantes.

Comentarios a jheay1957@gmail.com

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