Para Javier, de 48 años de edad, trabajar en la construcción es difícil, prácticamente "hay que aguantar el sol porque si no trabajamos no llevamos nada a la casa, está carajo".
Desde hace tiempo, vive lejos de sus hijos, razón por la que cada Día del Padre, espera con ilusión volver a verlos.
"Ojalá que no se olviden de mí, para mí es una satisfacción tener muchachitos, mis hijos ya están grandes, viven en Ciudad Juárez y aunque están lejos, le doy gracias a Dios porque están bien", expresó Javier.
A su edad, Javier se dice orgulloso del oficio que desempeña pues gracias a éste, pudo sacar adelante a sus 4 hijos.
Y es que entre la cal, mosaicos, algunos trozos de madera y los intensos rayos del sol, el hombre aprendió a ganarse la vida desde joven, cuando era soltero. Dice que la necesidad de sobrevivencia y la falta de un futuro prometedor, lo orillaron a incursionar en la albañilería.
Y aunque algunos de sus principales obstáculos en esta labor han sido las inclemencias del tiempo, se muestra contento ya que gracias a este empleo, ha podido llevar el sustento a su familia.
En este Día del Padre, Javier espera con ansias la visita de sus hijos y de sus seis nietos. Planean una carne asada en su casa para celebrar una de las fechas más especiales.