SU SALUD BUCAL
(PARTE 2)
Considerando que la salud general está ligada con problemas bucodentales que resultan como manifestación de alteraciones del metabolismo como la diabetes, resulta importante tener en cuenta que el cuerpo tiene un requerimiento continuo de energía, por esta razón, la concentración de los combustibles metabólicos más importantes -glucosa, ácidos grasos no esterificados y cetonas- está rigurosamente controlada, con una combinación total en el plasma.
Los desórdenes que involucran a la hormona anabólica insulina destacan la influencia potencial de la concentración de combustible metabólico en la regulación del peso corporal. La insulina conduce a la glucosa y a los ácidos grasos no esterificados hacia formas de almacenamiento a través de sus efectos coordinados sobre el metabolismo de los carbohidratos y de las grasas. Sin embargo, estudios sobre alimentación han demostrado que los cambios en el balance energético producen adaptaciones biológicas que antagonizan la marcha del descenso o ganancia de peso. Esta combinación de aumento de la adiposidad pese a la reducción de la ingesta calórica no puede ser explicada por el punto de vista sobre la obesidad centrado en las calorías pero podría ser mejor comprendido por un punto de vista alternativo.
Varios factores genéticos o del medio ambiente, incluida la calidad de la dieta, inducen un estado anabólico excesivo que favorece el depósito más que la oxidación de las calorías ingeridas (incrementa la lipogénesis, la avidez de glucosa y lípidos en los adipocitos y disminuye la lipólisis en ayunas y la resistencia a insulina en los músculos). Como consecuencia el hambre aumenta y el gasto energético disminuye, indicando el intento del organismo por compensar la reducción del combustible energético circulante que se encuentra "secuestrado" dentro del tejido adiposo y, por lo tanto, resulta no disponible para otros requerimientos metabólicos. Enfocarse en la composición de la dieta, no en las calorías totales, podría facilitar la pérdida de peso.
Si los defectos metabólicos preceden y promueven la sobrealimentación, entonces las dietas convencionales que restringen calorías deberían entenderse como un tratamiento sintomático destinadas a fracasar a lo largo del tiempo en un medio ambiente de disponibilidad ilimitada de comida. Estas dietas podrían exacerbar la disfunción metabólica subyacente y limitar la disponibilidad de combustible metabólico, reducir el gasto de energía e incrementar el hambre remedando la respuesta a la inanición en medio de una aparente nutrición adecuada. Sin embargo, los aspectos cualitativos de la dieta pueden mejorar la función metabólica e incrementar las concentraciones circulantes de combustible energético independientemente del contenido calórico de la dieta.
Otros factores dietarios que reducen la actividad anabólica incluyen reducir la cantidad de azúcar refinada, un cociente alto de grasas poliinsaturadas / saturadas, alta proporción de Omega 3 y bajo ingreso de grasas trans, adecuada cantidad de proteínas, alto contenido de micronutrientes y fitoquímicos y probióticos y prebióticos.
La actividad física, el sueño y el stress también pueden influenciar, de modo directo o indirecto, la captación de calorías y el depósito en los adipocitos.