Su Salud bucal
CUANDO SE ES UN PLACEBO
La palabra placebo, derivada del verbo latino placere, significa "complacer", se usaba en la Edad Media para designar los lamentos que proferían las plañideras profesionales en ocasión del funeral de alguna persona. Puede gustarle o no, pero es indudable que complacer consuela y que el llanto compartido atenúa el dolor. Y no es tan extraño finalmente ya que el dolor más grande que la muerte produce es el de quedarnos más solos que antes. El "efecto placebo" suele ser interpretado como "ausencia de efecto". Sin embargo lo único que está ausente es el principio activo, lo que de ninguna manera implica que no se produzcan efectos. Las vías a través de las cuales es posible inducir modificaciones sobre otras personas no se limitan a los agentes farmacológicos activos tal como los conocemos. Acerca de los misteriosos efectos que producen las personas, Ya nadie ignora que el énfasis que un médico pone en el momento de realizar una prescripción incide en la magnitud de los resultados clínicos que produce. La práctica médica no constituye una situación experimental sino una interacción social dotada de múltiples dimensiones. Es en el ámbito de la investigación donde se deben realizar los mayores esfuerzos por aislar toda situación que pueda interferir con la acción "pura" del agente utilizado. En el consultorio ni el paciente ni el médico están "ciegos". Ambos conocen las herramientas que emplean y saben que una parte considerable de lo que ocurrirá con el tratamiento que hayan decidido utilizar dependerá del tipo de relación que entre ellos sean capaces de establecer. Sólo una definición pobre y restrictiva de la "enfermedad" podría hacer recaer exclusivamente sobre las variables biológicas mensurables toda la potencia de la intervención médica. Desde el momento en que cualquier enfermedad implica un padecimiento subjetivo y una repercusión social, y no sólo una alteración de la homeostasis, influir sobre aquellas dimensiones forma parte de la cura o el alivio. Todos lo sabemos, aunque no lo sepamos. Y lo sabemos porque, aunque no podamos ponerlo en palabras, incluso cuando no tomemos conciencia de ello, lo aplicamos en cada momento de la tarea asistencial cotidiana. Forma parte del "arte" del ejercicio de la Medicina y es muchas veces una habilidad intuitiva con frecuencia desvalorizada. El médico actúa como placebo produciendo efectos terapéuticos que no conviene olvidar. Lo hace cuando tanto emplea productos activos como cuando indica sustancias inertes, es una agente de la cura y del cuidado. Pero, por los mismos motivos, también puede ser un agente de enfermedad, de sufrimiento, un verdadero obstáculo para la terapéutica, porque se crean expectativas sobre aquello que prescribe. Pero éstas pueden ser positivas o negativas. Y, ya se sabe, en ocasiones la palabra es -para bien o para mal- una profecía auto cumplida. Tal vez, en ciertas circunstancias, conocer cómo funciona una intervención sea menos importante que saber si funciona (y si puede causar alivio o daño). Finalmente, de eso se trata la medicina. Una mano que se estrecha con firmeza y que transmite decisión y afecto. Una mirada que se dirige a los ojos y no a los papeles o a las pantallas. El silencio respetuoso e interesado de la escucha atenta. En fin, una persona que hace saber al otro que lo que a él le ocurre es importante y despierta su interés, hacen de usted un placebo. ¡Un extraordinario placebo!