(Parte II)
En la entrega anterior, de "Platero y yo", fue comentado que no era un libro de quizás. Ni opcional. Que "Platero y yo" es la vida misma vuelta texto. Que es lo que cada quien es, es lo que tú eres, pero, sobre todo, lo que aspiramos a ser. De Platero fue destacado que "tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo", como cuenta su creador, el escritor Juan Ramón Jiménez. Quedó en claro que "Platero es y será blanco, casi transparente, como su fe".
Aquí continúan las evidencias de cómo ellos, nosotros, ustedes, ella, él, tú y yo, todos, somos Platero:
* Platero simboliza la crueldad e inocencia humanas, la relatividad de la justicia inexistente en el sonreír de un niño: "Platero y yo entramos, ateridos, por la oscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco. Los niños pobres juegan a asustarse, fingiéndose mendigos. Uno se echa un saco a la cabeza, otro dice que no ve, otro se hace el cojo… Después, en ese brusco cambiar de la infancia, como llevan unos zapatos y un vestido, y como sus madres, ellas sabrán cómo, les han dado algo de comer, se creen unos príncipes: 'Mi padre tiene un reloj de plata'. 'Y el mío, un caballo'. 'Y el mío, una escopeta'. Reloj que levantará a la madrugada, escopeta que no matará el hambre, caballo que llevará a la miseria" (p. 27).
* Platero simboliza la saña e ignominia del autoritarismo, la doble moral y el desahogo ciudadano: "¡No te asustes, hombre! ¿Qué te pasa? Vamos, quietecito… Es que están matando a Judas, tonto. Sí, están matando a Judas. Tenían puesto uno en la calle de Enmedio, otro, ahí, en el Pozo el Concejo. Yo los vi anoche, fijos como por una fuerza sobrenatural en el aire. Invisible en la oscuridad la cuerda que, de doblado balcón, los sostenía. ¡Qué grotescas mescolanzas de viejos sombreros de copa y mangas de mujer, de caretas de ministros y miriñaques, bajo las estrellas serenas! Los perros les ladraban sin irse del todo, y los caballos, recelosos, no querían pasar bajo ellos… No creo que haya quedado escopeta en el pueblo sin disparar a Judas. Hasta aquí llega el olor de la pólvora. ¡Otro tiro! ¡Otro! …Sólo que Judas, hoy, Platero, es el diputado, o la maestra, o el forense, o el recaudador, o el alcalde, o la comadrona; y cada hombre descarga su escopeta cobarde, hecho niño en esta mañana del Sábado Santo, contra el que tiene su odio, en una superposición de vagos y absurdos simulacros primaverales" (pp. 33-34).
* Platero simboliza la ceguera emocional y la gratitud por la excelsitud de la naturaleza que, además, nos ha dado vida: "Salgo al huerto y canto gracias al Dios del día azul. ¡Libre concierto de picos, fresco y sin fin! La golondrina riza, caprichosa, su gorjeo en el pozo, silbe el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola charla de chaparro en chaparro; el chamariz ríe larga y menudamente en la cima del eucalipto; y, en el pino grande, los gorriones discuten desaforadamente. ¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las flores, por la casa ya dentro, ya fuera en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva. Parece que estuviéramos dentro de un gran panal de luz que fuese el interior de una inmensa y cálida rosa encendida… Parece, Platero, mientras suena el Ángelus que esta vida nuestra pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva, más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, suba a las estrellas, que se encienden ya entre las rosas… Más rosas… Tus ojos, que tú no ves, Platero, y que alzas mansamente al cielo, son dos bellas rosas" (pp. 17-19).
Juan Ramón Jiménez y Platero fueron publicados por primera vez en una Navidad, la de 1914. Ambos ganaron, en 1956, el Premio Nobel de Literatura.
La obra es inquieta. No permite que la imaginación ni la evocación reposen. Los capítulos son profundos como el pozo donde Platero y el poeta bebieron estrellas: "Por el pozo se escapa el alma a lo hondo. Se ve por él como el otro lado del crepúsculo… 'Oye, Platero, si algún día me echo a este pozo no será por matarme, créelo, sino por tomar más pronto las estrellas'" (p. 48). Símbolos y más símbolos. Un mismo párrafo, evocador de los más diversos sentimientos, momentos, sonidos, aromas, sabores. De ésa y de las tantas personas.
Juan Ramón Jiménez nació en Moguer, España. El municipio declaró al 2014 el Año Platero. El sorprendente lema del Ayuntamiento, "La luz con el tiempo dentro", nos advierte la potencia de las actividades culturales diseñadas para la celebración de los primeros cien de "Platero y yo" (http://www.moguerplatero2014.es/) y el perfil cultural del municipio. Artes plásticas y escénicas, ediciones especiales, el Congreso Internacional "Platero y yo", algunas de las destacadas. Sin embargo, es en el fomento a la lectura y análisis literario donde queda subrayado el creativo homenaje a Juan Ramón Jiménez y a su "pequeño, peludo y suave compañero": "Portal educativo 'Platero y yo'" (interacción pedagógica vía internet); "Platero en las ondas" (programas de radio); "Platero en las lenguas de Moguer" (la obra traducida en diferentes lenguas del municipio); "Todo lo que sé de Platero" (trivias); "Platero recitado" (concursos de composición poética y poesía coral); "Mi trocito de Platero" (breves fragmentos del libro analizados a profundidad); "Pon tu voz a 'Platero y yo' (los lectores graban sus fragmentos favoritos que son publicados en la web y transmitidos por radiohttp://www.moguerplatero2014.es/); "La visita de Platero-Biblioburro" (borrico de la zona rural colombiana, famoso por cargar libros en el lomo a manera de biblioteca móvil, conducido por Luis Soriano, https://www.youtube.com/watch?v=tsHyN9zj8_)
Fui y soy "Platero y yo". No es negociable. Es descubrimiento espectacular y enseñanza mayor. Platero y él, y ella, y ustedes y nosotros. Platero, ¿y tú?
