Hoy miércoles 24 de febrero, en punto de las 9:30 p.m., en la Librería Gandhi Torreón, con entrada libre, la definición de la palabra "Inefable" tendrá sabor, olor, sonido, textura, color. Música y literatura. Sexo. Erotismo. Amor. Encuentro y distancia. Apasionamiento y obsesión. Estallamiento y parsimonia. Lectura de poesía erótica en voz alta y en suave sonido.
Las estrellas de esta noche serán la torreonense Enriqueta Ochoa (Poesía reunida, Ed. FCE, México, 2008) acompañada por la de Octavio Paz, Gioconda Belli, Efraín Huerta, Rubén Darío, y el apoyo del trabajo reseñístico de Juan Domingo Argüelles. El arropo musical será en vivo. Abrevará de tres firmas abrasadas a llama lenta, a flama arrebatada: el pianista Julio Aguilar, el saxofonista Alberto Robledo y el guitarrista clásico Iván Saldívar.
"Que no se puede explicar con palabras". Así define la Real Academia de la Lengua Española el término "inefable". Qué es y por qué es sentido el amor, sus paralelos y sus opuestos, son preguntas, para tantos, de inefable respuesta. Pero no así para poetisas y poetas bienaventurados que ayudan a salvar la pulsión de retratar en alta fidelidad los bajorrelieves sentimentales.
Gratitud a los que arden de palabra y por la palabra. A los que respiran a través de "esa conexión íntima entre sexo, erotismo y amor, desde la memoria histórica hasta la vida cotidiana más inmediata", como bien lo sabe Octavio Paz. Para ellas, ellos y para cada uno de nosotros es la noche de hoy.
Gioconda Belli, lejos de la inefabilidad, con De la mujer al hombre (http://amediavoz.com/belli.htm):
Dios te hizo hombre para mí.
Te admiro desde lo más profundo
De mi subconsciente
Con una admiración extraña y desbordada
Que tiene un dobladillo de ternura.
Tus problemas, tus cosas
Me intrigan, me interesan
Y te observo
Mientras discurres y discutes
Hablando del mundo
Y dándole una nueva geografía de palabras
Mi mente está covada para recibirte,
Para pensar tus ideas
Y darte a pensar las mías;
Te siento, mi compañero, hermoso
Juntos somos completos
Y nos miramos con orgullo
Conociendo nuestras diferencias
Sabiéndonos mujer y hombre
Y apreciando la disimilitud
De nuestros cuerpos.
Enriqueta Ochoa, antítesis rotunda de la inefabilidad, con Perfecto mío, señor de los potreros (Poesía reunida, Fondo de Cultura Económica, México, 2008):
Me anega esa sazón oscura y cálida de cafetal,
Los muros de agua resbalando obstinados
En menudas cortinas
Y esa marea exótica, penetrante,
De verde alcohólico en tus montes.
Todo quedó allá.
Mi nervio, mi tenso músculo
Enraizados en tu tronco voraz.
¡Ah, implacable e impecable jinete,
Señor de los potreros,
Dueño de mi verano apocalíptico,
Añoranza radiante en mi septiembre.
Yo no quiero
Que pase sobre ti
Su lengua el tiempo.
Que no se desdibuje esa plenitud escultural
Que la preserven de todo mal los dioses,
Que no desbande tu maciza voz
El viento.
Perfecto mío, adéntrate en mi seno.
Escóndete en la gruta de mi lengua.
Súbete en mi palabra:
Salta entero al papel.
Ojalá yo pueda eternizarte
En la más alta catedral del viento.
Plumas salvadoras de la inefabilidad desesperada. Poemas de embeleso. Cómplices de un mismo manantial y fuegos. Lecturas en voz alta. De almas anchas. Tórridamente inefables.
@RenataChapa
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