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SUBRAYADO

Renata Chapa

Cachos de mundo

Mucho cuidado. Son, somos, cada vez más los atorados en la misma trampa. Hablan, hablamos, con suficiencia. Critican, criticamos, con altanería. Ponderan, ponderamos, desde una cúspide. Reprobar lo que sea, a quien sea y como sea es la tendencia. Es cierto que las desgraciadeces, como dicen, tapizan lo cotidiano. Pero aferrarse, aferrarnos, a sólo ciertos cachos de mundo para enjuiciar de forma lapidaria, no procede. Ni todo es un infierno ni tampoco edén perpetuo. ¿De dónde viene esta proclividad para asumir que la parte es el oscuro todo? La ciencia tiene algo demasiado interesante qué decir.

El contacto que tienen, tenemos, con los medios masivos de comunicación, así como con las redes sociales provoca una lectura de apenas pedacillos de datos. Saben, sabemos, de política a cachos; de ciudadanía, a cachos; de economía, a cachos; de educación, a cachos; de las artes, a cachos. Una especie de confeti de contenidos que llegan sin mucho cuerpo y poca conexión. Microcápsulas de frases variopintas que entran y se van de forma instantánea. Así como aparecen en un par de segundos, así también se esfuman. ¿Y eso qué ocasiona? ¿Qué provoca? Deambular en un entorno cultural fragmentado y en permanente riesgo de extravío.

José Javier León en "La lectura: una cuestión del cuerpo" (Iberciencia, Comunidad de Educadores para la Cultura Científica, Maracaibo, República Bolivariana de Venezuela) explica que "la percepción consciente de la realidad no ocurre hipertextualmente", como está sucediendo cada vez más. La existencia de otros, la nuestra, explica el autor, está conformada por procesos. Por fenómenos lineales, es decir, que tienen un inicio, un desarrollo y un cierre. "En la realidad se va dando una cosa tras otra, un elemento tras otro, paso a paso y poco a poco" y no a cachos como los contenidos de Facebook, de Twitter o de la llovizna de charlas por Whatsapp (http://www.oei.es/divulgacioncientifica/?La-lectura-una-cuestion-del-cuerpo).

A pesar de lo evidente que resulta afirmar que los niños y jóvenes de hoy no leen como la generación anterior a la que pertenecen, pertenecemos, muchos de los formados en la cultura del libro impreso, vale revisar el tema desde la perspectiva de la linealidad espacial. Señala con precisión el autor: "Nosotros estamos no sé si aferrados, pero en todo caso familiarizados con el objeto libro, el cual demanda ser leído digamos 'de corrido', de principio a fin, de hecho ciertos libros desprenden una suerte de requisitoria: debes leerme entero, sin saltarte páginas, concentradamente. No pocas veces algo como un tabú nos obliga a no desprendernos del libro sin antes marcar por dónde vamos exactamente de modo que, al volver podamos reiniciar la lectura exactamente donde fue interrumpida. Se trata claro está de una cultura o de un cultivo de la linealidad, que sin duda formó parte por miles de años de los grupos humanos que desarrollaron la escritura como memoria física a la hora de complejizar las relaciones con la realidad, con los otros, con el mundo. No obstante, esa necesidad de linealidad ya no parece ser tan urgente, y creo incluso que los jóvenes no la conocen al menos como nosotros".

Los niños, los chavos y una franja de adultos cada vez más numerosa, que practican, practicamos, esta otra modalidad de lectura referida por el investigador León enfrentan, enfrentamos, peligros serios de logicidad: "Para ellos (para nosotros) la lectura es no-lineal (espacial, la llaman). Pueden ir de un lado a otro con la velocidad de un clic, saltar, volver, hacer desaparecer para siempre un texto que consideraron efímeramente importante, porque lo que están buscando, siempre están buscando algo, no está estrictamente en lo que están leyendo, sino que va cobrando forma en un espacio hipertextual no apegado a texto alguno, y que podemos describir como ideas en enjambre que semejan cuasi sensaciones, conceptos visuales, no siempre articulados a palabras, y que éstas ciertamente ayudan a construir, pero que no depende de ellas. Estamos hablando además de lecturas que prescinden de las marcas, de los subrayados, incluso de las citas. Lecturas que incluso prescinden de los autores, o en la que estos no tienen mayor importancia".

Un ejemplo clarifica lo que puede suceder cuando el distanciamiento de la linealidad referida en "La lectura: una cuestión de cuerpo", derivada del contacto con medios masivos de comunicación, sobre todo electrónicos, y redes sociales, alimenta la lectura del entorno: "El cuerpo que se adopta, que forma y adapta a la lectura electrónica es un cuerpo que comienza erróneamente a suponer que todo cuanto sucede es no lineal y que ocurre en un tiempo espacio puramente virtual. Esta forma de alienación es altamente peligrosa porque oculta procesos productivos esenciales para la vida. Para decirlo de otro modo: los lectores electrónicos pudieran creer sin alternativa que los alimentos que compran en el supermercado son así, empacados, plastificados, deshidratados, procesados sin haber pasado por un proceso orgánico previo, relativamente lento, pero en todo caso, lineal y progresivo".

Leer a cachos al mundo, con su irremediable divorcio de la linealidad, es uno de las más urgentes temas formativos a enfrentar.

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