Nadar pianos desde Suiza
Si a sus casi treinta años puso a nadar siete pianos de cola por el Atlántico, qué más hazañas nos esperarán. Porque un espíritu así de entregado jamás encuentra sosiego. Una vez que ha encontrado la ruta para aliviarse y aliviar la recorre con gratitud y pleno convencimiento. La oceánica misión de ver sobre las olas a los primeros siete pianos solicitados como donación también incluyó, en la misma tesitura, embarcar treinta violines, nueve clarinetes, tres flautas transversales, tres cellos, un saxofón y una trompeta. Cartografía clara: desde el conservatorio de música de Laussane, Suiza hasta el Centro Educativo La Barranca en Zapopan, Guadalajara, tenían que nadar los instrumentos. Así logró su primera gran conquista un osado y compartido mexicano. El nuevo "Pirata de los siete pianos", Jorge Viladoms Weber.
Cada vez más medios de comunicación continúan multiplicando el interés por el caso de Jorge. Rastrear su historia se va volviendo más fácil, por fortuna, porque sus pasos merecen ser difundidos y respaldados. Ya sea en su página de Internet (www.jorgeviladomsweber.com), en su Facebook (Jorge Viladoms Weber), en sitios como el de New York Times, CNN, El Universal, o en las entrevistas televisivas compartidas en YouTube es posible conocer a todo lo que el duranguense se ha atrevido y lo que ha progresado.
Un dato en especial sostiene la biografía de Jorge Viladoms. Sus padres han sido sus dos poderosas y precisas brújulas. Con el arropo valiente de su mamá, Myrna Weber, y con la tierna intelectualidad de su padre, el doctor Viladoms, Jorge ha sabido tomar afortunadas decisiones. Ante la repentina pérdida de su papá a los catorce años, su resiliencia de adolescente no le permitió caer del todo. Por el contrario, el dolor que taladra lo empujó a reconocer varios medios para sanar. El piano de casa fue su confesor y de ahí nació una fidelidad de no creerse. Para establecer comunicación entre el ejecutante y el instrumento, el autodidactismo hizo de las suyas. Luego, un tanto de clases a sus quince con la maestra María Luisa Paya. Con ese capital artístico y movido por el consejo insistente de su padre ("Tienes que respirar Europa"), al cumplir 18 años de edad, Jorge decidió alcanzar a uno de sus hermanos que ya se encontraba en Suiza.
Sin poder dominar a cabalidad la lectura de las notas, pero con un convincente apasionamiento por el piano, los evaluadores del conservatorio de música en Suiza le dieron la bienvenida al mexicano Jorge Viladoms en el 2003. Él, a diferencia de muchos de sus compañeros, no había comenzado estudios formales de piano desde la primera infancia. Varios contaban con antecedentes musicales desde los cuatro años. Pero él tenía que comenzar de cero siendo mayor de edad y ganarse el voto de confianza otorgado por sus nuevos maestros.
¿Qué fue de Jorge Viladoms cinco años después? Tal como lo señala su hoja de vida, "obtuvo un Master de pedagogía musical con mención honorífica y el premio al mejor examen de posgrado obteniendo la nota máxima y las felicitaciones del jurado".
Es 2016 y Jorge es el maestro más joven de piano en el Conservatorio de Suiza. Su gusto por enseñar le cautiva. Su perfil humanista nutre a su visión humanitaria y viceversa. Fue así como ni un solo día dejó de contrastar a la niñez suiza con la mexicana. Las diferencias entre ambos países lo cimbraron. Él había tenido la oportunidad de conseguir una mayor calidad de vida a través de la música y eso mismo deseó para los niños y niñas de nuestro país. Especialmente, para aquéllos que cargan vulnerabilidades al triple y van quedando sofocados sin remedio. La vida le permitió embonar con personas cercanas a él que ya realizaban trabajo social con menores de edad en la colonia La Coronilla a las orillas de Zapopan, Guadalajara. Crearles un espacio de amor y fortaleza a través de la música se convirtió en obsesión. Así nació su Fundación Crescendo con la música.
Fue Jorge, con su sencillez, pero también con buen equipaje de logros artísticos, quien personalmente solicitó audiencias con donadores en Suiza y en otras coordenadas europeas. Necesitaba los primeros instrumentos para sus casi 350 alumnos que esperaban las prometidas clases de música. La lista de quienes dieron el sí a su proyecto se encuentra publicada en la web de la Fundación. Al leerla, no queda duda: cuando se desea colaborar con sinceridad, el altruismo no apuesta por nacionalidades ni fronteras.
El llamado para auxiliar a los niños mexicanos lo alzó Jorge y vaya que encontró ecos. Su emocionante reverberación llegó hasta el Carnegie Hall en New York, donde él ofreció un concierto recaudatorio con el auxilio, también, de integrantes del patronato del recinto de prestigio mundial y otros artistas de primer nivel.
Jorge sabe, pues, del valor de la educación. Él, en algún momento de su juventud, gustó bastante de la escritura. El cuento fue su género. Sabe valorar la trascendencia de la lectura.
El próximo jueves 28 de julio, en la Librería Gandhi Torreón, de manera remota me ayudará a reseñar el libro Musicofilia de Oliver Sacks (Anagrama, 2015) y compartirá dos piezas para ilustrar la manera en que la música puede despertarnos a la vida.
En agosto de este año, el pianista torreonense Ricardo Acosta Murguía también pisará los mismos espacios ocupados ahora por Jorge Viladoms Weber. Gracias a su notable desempeño artístico al obtener calificaciones de excelencia al egresar de la Eastman School of Music en Rochester, New York, obtuvo la beca completa para continuar con su maestría en piano en el Conservatorio en Suiza. Allá los dos mexicanos seguramente cerrarán filas para trabajar por el bienestar de estas tierras. Allá continuarán generando historias de alto sentido social. Ricardo también estará presente conmigo para dar contexto a varios compositores clásicos citados en Musicofilia y, así, lograr una mayor identificación y respeto por la obra de quien fuera el neurólogo más famoso del mundo, Oliver Sacks (19332015).
Ricardo Acosta Murguía y su talento musical pueden construir, tal como ahora lo logra Jorge Viladoms Weber, un México mejor. Un mundo más sencillo y solidario.
Jorge, Ricardo, Oliver y yo los esperamos en punto de las 7:00 p.m., este próximo jueves 28 de julio en la Librería Gandhi Torreón. Entrada libre. Conozcamos cómo es posible que siete pianos de cola, donados, naden desde Suiza hasta Guadalajara.
Que quienes antes no podían caminar, hablar y sonreír, con la música canten, bailen y nos den un testimonio de gratitud espectacular.
Que los que no tengan interés por leer apetezcan conocer las historias en Musicofilia y comiencen a marcar la diferencia al abrir un libro. Y con suerte, muchos más.