Sin un líder. La salida de Beltrones de la dirigencia del PRI, ha dejado un vacío en el partido.
El PRI está dividido. Después de los resultados adversos en la elección del pasado 7 de junio y la renuncia de Manlio Fabio Beltrones como su presidente nacional, los priistas no logran acordar el relevo en su dirigencia, por las diferencias entre las facciones que pelearán un lugar con rumbo a la elección de 2018, afirma Vidal Romero, politólogo y académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
"El PRI atraviesa por un momento complicado", advierte el especialista, pues la sucesión de Beltrones implica también la decisión de "cómo van a enfrentar la selección de su próximo candidato a la Presidencia, ahora que el propio Manlio está eliminado".
Por eso, dice, "es importante quién llegue a controlar al PRI". Aunque el hecho de que aún no haya un acuerdo sobre el sucesor hace pensar en diferencias internas. "Parece que no logran ponerse de acuerdo", dice Romero.
Explica que no es fácil pensar en el relevo de Betrones y que éste ni siquiera depende del presidente Enrique Peña Nieto, pues "quedó muy debilitado al interior del partido con los resultados electorales", afirma.
"Difícilmente será alguien muy cercano a Peña porque no sería aceptable para el resto de los grupos", agrega.
Para el académico, el relevo de Beltrones tiene que cumplir con dos características: "Que sea alguien en quien confíen todos los grupos que están peleando por la candidatura presidencial y que a la vez sea lo suficientemente fuerte para lograr acuerdos y aplicarlos. Sería una figura que no tenga compromisos con demasiados grupos".
Esta figura, dice, debe conciliar y al mismo tiempo mantener los acuerdos entre todos los grupos, "pero tendrá que ser muy fuerte".
Aunque advierte un problema: "Quienes tienen fuerza para lograr los acuerdos están ya con un grupo o con otro".
Romero afirma que, aun cuando Beltrones no fue obligado a renunciar, lo hizo porque debió percibir que ya no había condiciones para mantener la conducción del PRI con el acuerdo de los grupos.
"Los resultados electorales le restaron legitimidad y y muchos iba a comenzar a discrepar con él. En esas condiciones iba a ser muy difícil conducir al PRI", afirma.
"Manlio Fabio (Beltrones) tenía una especie de aura y todo el mundo suponía que podía controlar las cosas y conciliar entre grupos, pero la derrota abrió la puerta para que muchos quieran apoderarse del control del PRI", explica.
Gobernadores en rebeldía
Para el académico del ITAM, los gobernadores de estados donde hubo elecciones el pasado 7 de junio jugaron un papel muy relevante, pues cada una de las entidades tuvo su propia dinámica electoral.
"Vimos 12 dinámicas distintas en cada elección y difícilmente podemos leer la jornada como una sola elección porque cada estado tuvo sus propios problemas", explica.
Sin embargo, dice, es claro que hubo "falta de coherencia" entre los gobernadores y el PRI central. "Cada quien jaló agua para su molino", afirma, y en algunos casos "incluso hubo gobernadores y aun secretarios de Estado que apoyaron al PAN".
Como resultado, agrega, "tanto el PRI central, como Manlio Fabio y Peña Nieto vieron que no tienen la fuerza que suponían para obligar a los gobernadores a hacer lo que querían".
Eso implica, agrega, que ya es difícil mantener un gran partido nacional coherente, en donde todo el mundo obedezca una misma directriz. En general son buenas noticias para la democracia, pero malas para el PRI", agrega.
A pesar de los resultados, el especialista advierte que "el PRI sigue siendo un partido competitivo", que seguirá viviendo como antes: "Muy a expensas de lo que haga y le pueda dar el gobierno federal, de lo que le puedan dar los gobernadores.
Sin embargo, dice, los resultados de la pasada jornada electoral demuestran que "las clientelas se han democratizado y que ya no pertenecen al PRI como antes. Ahora, al llegar un gobierno nuevo, estos grupos se van a alinear para que les sigan dando prebendas".
Romero considera que tanto el PRI, como el PAN y el PRD tendrán que adaptarse a este momento de transición del sistema político mexicano. "Vivimos una real renovación en términos de cómo funciona un sistema democrático, en donde eliges un representante, un gobernante, y si no funciona, votas por alguna oposición", dice.
De allí el triunfo del PAN, que ganó esta elección "sin hacer demasiado, casi de muertito", afirma. "Logró reposicionarse como una opción ante los gobiernos del PRI. Esa posición ya la había perdido y el PRD la perdió desde hace rato".
