REALIDAD CHILANGA…
Y problemáticas que se acrecientan de manera exponencial. Son muchas, pero hoy quisiera centrarme en un asunto en apariencia banal e inherente a las clases más favorecidas del país: las tarifas de Uber. En estos días de contingencias ambientales, regreso de vacaciones, angustia colectiva y la aplicación del programa “Hoy No Circula” por parte de la Megalópolis, hemos visto de todo en la capital y sus zonas conurbadas.
Se entiende cómo funciona el mercado y los principios de oferta y demanda, pero los reportes recabados por parte de clientes del servicio Uber, acusan prácticas abusivas en lo que a la marca respecta.
“Mientras tú me ignoras, @Uber_MEX quiere bajarme hasta los calzones”, tuiteó el periodista y fotógrafo Leo Augusto. Y es que como ha trascendido entre usuarios de redes sociales y medios de comunicación, la empresa aprovecha que miles de personas no pueden circular, y pareciera que quiere hacer su agosto aumentando las tarifas hasta en diez veces. Siendo justos, la aplicación móvil de Uber te avisa hasta cuánto podría incrementar el precio del viaje antes de que pidas el servicio. Sobre advertencia no hay engaño, pero el hecho ahí queda consignado.
Por poner un ejemplo. Se supo que por un viaje de Satélite a Coapa que costaría alrededor de 250.00 pesos, el usuario se vio obligado a pagar 1, 500.00. Las comparaciones son odiosas, pero sale más barato rentar una limosina con chofer en Nueva York.
El vocero de Uber México, Luis de Uriarte, justificó diciendo que “es un asunto de oferta-demanda. Estamos siempre muy conscientes de dar el mejor precio posible”, agregó. Pues no parece caray…
Uber es un servicio muy loable que llegó para satisfacer a un nicho no atendido en diversas metrópolis del país. La empresa ha crecido exponencialmente hasta ganarse el beneplácito de un gran número de usuarios; actualmente opera no solo en la ciudad de México sino en Guadalajara, Monterrey, Tijuana, Puebla, Aguascalientes, San Luis Potosí, Mexicali, Mérida, León y Hermosillo y estoy seguro irá creciendo mientras no dilapide la confianza que millones de personas alrededor del mundo le han otorgado.
El año pasado, cuando eran más frecuentes los pleitos y encontronazos con diversas organizaciones y mafias de taxistas, se habló de la necesidad de regular servicios como Uber o Cabify. De hecho, hubo avances y ciertas acciones en tal sentido.
La discusión será de largo aliento pues es un tema que ni siquiera en las grandes capitales de primer mundo se tiene totalmente resuelto, pero ante las crisis ambientales y el encarecimiento de tarifas en la Ciudad de México, es menester vigilar que nadie abuse de la circunstancia: taxistas, conductores de transporte público y demás prestadores de servicios.
“En términos económicos, la regulación se admite cuando hay una falla de mercado. Entiéndase un monopolio o manipulación de precios o un poder económico de un actor que no permita la libre competencia”, señaló en su momento Miguel Flores Bernés, ex comisionado de la desaparecida Comisión Federal de Competencia.
“Para que tú emitas una regulación debes de tener pruebas de que ésta es necesaria y estrictamente indispensable para resolver un problema identificado que perjudique al consumidor, no al ofertante, agregó Flores Bernés en declaraciones hechas a CNN el año pasado.
Estoy a favor de la libre competencia de mercado, pero no de los abusos. Seguiré utilizando Uber porque me parece un excelente servicio, pero no mientras continúen dichos precios. Parafraseando a Andrés Manuel López Obrador: no los tiene ni Obama.
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto
