Vaya sainete que se armó en la semana por el aparente fracaso del programa Taxi Seguro, taxis que son operados por damas conductoras en Torreón, al ocurrir una deserción en principio de 14 de 16 mujeres inscritas en el proyecto.
El programa fue creado por el Instituto Municipal de la Mujer, dirigido por Dulce Pereda y el objetivo a grandes rasgos era capacitar y facilitar las condiciones para que mujeres pudiesen convertirse en taxistas y así encontrar un trabajo que les dé sustento.
Apenas el pasado 8 de marzo en el marco de la celebración del Día de la Mujer, se dio el banderazo de arranque para que las féminas previamente capacitadas por el propio instituto salieran a la calle para trabajar. El acto lo encabezó el propio alcalde Miguel Ángel Riquelme Solís y parecía que todo marcharía sobre ruedas.
No pasaron seis semanas cuando todo parece que se ha ido al traste. La regidora perteneciente al partido Movimiento Ciudadano, Mayela González, a la sazón cabeza de la comisión de equidad de género en el cabildo torreonense, aglutinó a las quejosas y renunciantes y supo convertir el asunto en un tema de agenda mediática, con todo lo que esto implica.
Existieron elementos, unos de argumentación y otros que ciertamente enrarecieron y sobre todo facilitaron para que el tema se politizara. El más claro de ellos, es que el municipio firmó un acuerdo con Fernando Mery, concesionario del sector para que fuesen sus unidades y sus propios títulos los que fuesen rentados a las nuevas taxistas. El detalle es que Fernando es primo de Miguel Mery, primer regidor de la actual administración municipal.
Es menester señalar que el uso tradicional es que un empresario suele aglutinar varias concesiones, que están vinculadas a una unidad automotriz para que la misma pueda ser operada como taxi. El empresario en términos generales alquila pues los carros a particulares, choferes en este caso, quienes están obligados a pagar una renta diaria por el uso de la unidad correspondiente.
Así pues, quiérase o no, el que el Taxi Seguro haya arrancado con un convenio firmado con sólo un concesionario -quien tiene un parentesco con un importante miembro del cabildo- es suficiente como para que cualquiera quisiera levantar sospechas -aunque no sea así- de que se está beneficiando a alguien por motivos familiares. Lo cual dio motivo suficiente para que la regidora opositora González pegara el grito en el cielo, presuntamente actuando como defensora de las desertoras.
Las razones que las ahora extaxistas argumentaron para abandonar el programa van prácticamente en el sentido de reclamar el incumplimiento del supuesto ofrecimiento por parte del concesionario de dotarlas de autos nuevos, cuando en cambio sólo recibieron seis unidades en estado de regular a malo en condiciones generales. De igual forma reclamaron el costo de la renta calificándolo como impagable, así como jornadas laborales difíciles de cubrir por su propia condición de mujer.
Finalmente es una pena que Taxi Seguro por ahora sea un fracaso. Quien esto escribe puede asegurar que la directora del Instituto de la Mujer actuó en todo momento de buena fe, aunque el elemento de haber iniciado el programa con puros autos propiedad del primo del regidor Mery es un error, más allá de que si en el fondo sea que Mayela González quiera quitarle el negocio a Fernando y dárselo a una concesionaria de taxis conocidos como "Vaquitas" a quien señala como amiga de la propia opositora, o por lo menos, evidenciar un presunto fracaso en un proyecto municipal.
El tema pasará pronto de la agenda de medios, pero sería una lástima que fracasara por completo y se extinguiera. La labor de taxista es propia para ambos géneros, aunque no se puede soslayar que en esta ciudad las condiciones no pueden ser las mismas para mujeres que para hombres, por lo que es fundamental que el Instituto Municipal de la Mujer sepa enmendar los errores y logre llevar a buen puerto este proyecto. Tener choferes de ambos sexos es una señal de avance para la sociedad lagunera, ojalá al final pueda darse.