ES DURO
"Es pesado, pero no hay de otra. Hay que trabajar", dice Juan Pablo Montoya.
Cuenta que desde los 8 ó 9 años, empezó a trabajar en las ladrilleras en Madero. Ahora tiene 21 y con él es la tercera generación en la familia que se dedica a esa actividad y en su caso, dice, "espero que mis hijos sí estudien porque éste es un trabajo muy pesado". Juan Pablo terminó sólo la primaria, por lo que desde muy chico le tuvo que "entrar" al oficio de ladrillero. Ahora su responsabilidad es con su familia, pues es padre de dos niñas, una de seis años y otra de seis meses, y "pues hay que mantener a la familia", dice.
Su jornada laboral empieza a las 8 de la mañana para preparar la tierra, luego "abrir cajete" (remojar) y luego colocar el barro en el molde para después "tirar", hacer las hileras de ladrillo crudo, para luego esperar a que se seque. Todo ese proceso termina a las dos de la tarde para fabricar 500 ladrillos por día. Pero en su caso emplea a una persona para que le ayude, a quien le paga 450 pesos por millar de ladrillo. Ya en la tarde, a eso de las 5 ó 6, hay que regresar para empezar a acomodar los tabiques en el cocedor, cuya capacidad es de 5 mil 500 piezas y para reunir esa cantidad le toma unos 11 días. Una vez acomodados los ladrillos en el obrador hay que prender fuego por unas 15 horas y luego deben pasar 24 horas a que el ladrillo se enfríe para que el cliente se lleve la carga. Juan Pablo dice que aunque el negocio es suyo, hay veces que la situación se complica porque no hay venta de material y a veces los constructores quieren regatear el precio, pues lo compran en 1.20 pesos, pero hay ocasiones, aunque muy rara vez, que el tabique se lo pagan a 1.50 pesos y ahí sí hay margen de ganancia.
500
LADRILLOS Diarios elaboran entre Juan Pablo y su trabajador, les toma 11 día llenar el obrador.
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