Polémico. Donald Trump fue cuestionado por su petición a Rusia de hackear los correos electrónicos de Hillary Clinton.
Donald Trump, candidato presidencial del Partido Republicano, animó ayer a Rusia a inmiscuirse en la política estadounidense, dándole la asombrosa recomendación de que descubra y divulgue públicamente correos electrónicos que podrían afectar negativamente a su oponente, Hillay Clinton.
Poco después de las declaraciones de Trump, su compañero de fórmula, el gobernador de Indiana, Mike Pence, tomó otra dirección y advirtió sobre "graves consecuencias" si es que Rusia interviene en la elección. Los comentarios de Trump dieron mucho en qué pensar: si estaba aprobando el hackeo de computadoras estadounidenses por parte de un gobierno extranjero y la divulgación pública de información robada a adversarios políticos, acciones que son públicamente desaprobadas en todo el mundo.
"Déjame decirte esto. Rusia, si estás escuchando, espero que puedas hallar los 30,000 correos electrónicos que no han sido encontrados", dijo Trump. Hacía referencia a los mensajes electrónicos en el servidor privado de Clinton que ella borró porque, según dijo, eran privados. El FBI rehusó presentar cargos contra Clinton por el manejo de su correos, pero el director de la agencia dijo que ella fue "bastante descuidada" en el manejo de información clasificada. Trump dijo que publicará la lista de países cuyos ciudadanos, según él, tendrán que ser sometidos a "inspecciones intensas" para poder entrar en EU.
Acusado de espiar
En Mar-a-Lago, la finca en Palm Beach de Trump, el magnate tenía una consola telefónica instalada en su dormitorio que conectaba con todos los teléfonos de la finca, y que usó para espiar las llamadas de su personal, publicó ayer el portal estadounidense BuzzFeed.
El medio cita a seis exempleados, los cuales están familiarizados con el sistema telefónico en la finca. Cuatro de ellos -quienes hablaron en condición de anonimato debido a que firmaron contratos de confidencialidad- dijeron que Trump espió llamadas en el complejo a mediados de la década de 2000. En la finca de 126 habitaciones de Mar-a-Lago, Trump tiene un departamento reservado para él.
