(Segunda y última parte)
"Desde los años veinte, la inspiración romántica había discurrido por muy variados senderos, cada uno de los géneros de moda creó su propio estilo de romanticismo. Ya para esos momentos, había nacido una nueva generación de compositores.
Su aparición encajaba a la perfección en aquel ambiente capitalino. El cultivo de la poesía romántica es para ellos una necesidad a la que consagran todos los momentos que les deja libres su quehacer cotidiano. Pablo Valdés Hernández, dotado de una innata inspiración y de una inteligencia elevada, ya estaba listo para encabezar aquella generación. Y así fue, su música, de suma elegancia, tiene toda la tristeza sensual que llegó a caracterizar al bolero mexicano de la década de los cuarenta, el cual estaba en el gusto popular, pues era un género para sentirse y sufrir íntimas emociones.
Con tales cartas de presentación, encontró muy pronto acomodo en el ambiente capitalino. Sus personales ejecuciones pianísticas le fueron abriendo paso en las mejores estaciones de radio, y fue así como duetos, tríos, solistas de renombre, así como orquestas y mariachis, fueron interpretando sus composiciones. Emilio Tuero, Fernando Fernández, Eva Garza, Ana María González, María Luisa Landín, Lupita Palomera y Pedro Vargas, como solistas, las Hermanas Hernández y Águila, tríos como Los Panchos y Los Tres Calaveras, entre otros, formaron la gran lista que interpretaron sus composiciones.
Mas tarde, en 1944, vendrían lo mejor de su creatividad: Sentencia y Conozco a los dos, títulos que bastaron para inmortalizar al coahuilense aun cuando tiene en su haber más de 300 composiciones".
Fue así como por muchos años se mantiene en la cima, en el pináculo de la popularidad, del éxito; sin embargo, nuevos ritmos aparecen en el mundo de la música, del ritmo y el bolero, el romanticismo del bolero fue siendo desplazado, fue siendo relegado. No adaptándose a estas nuevas modalidades, regresa a Coahuila, a Monclova, donde permanece durante más de una década, luego se instala en Saltillo.
Su inspiración artística no se agotó, mucho menos su capacidad creadora, siguió componiendo de manera interrumpida hasta el final de sus días.
Y fue así, como un día de 1989, el 30 de marzo, Pablo Valdés Hernández, el gran compositor, el gran artista, deja de existir en Saltillo. Sus restos fueron trasladados a su ciudad natal y colocados en la cripta familiar al lado de sus padres y algunos de sus hermanos, ubicada en el Panteón Municipal. Seis años después, el 15 de junio de 1995, el Republicano Ayuntamiento de Piedras Negras rinde homenaje a "quien el sentir de la existencia misma hizo canción", al colocar un busto en la Gran Plaza de Los Héroes y dar su nombre a un paseo en el mismo lugar.
A 27 años de su partida, se le sigue recordando, y sus composiciones Conozco a los dos y Sentencia, siguen estando en el gusto de los radioescuchas, de los románticos del ayer y del hoy.
SENTENCIA
Te acordarás de mí
Toda la vida
Te acordarás de mí
Aunque yo viva.
Te acordarás de mí
Porque en la vida
La sentencia de amor,
La sentencia de amor,
Nunca se olvida.
No pensaste
Ni un momento vida mia
Que la vida sin ti
No la quería.
Te entregue la ilusión
En mi agonía,
Te llevaste también,
Te llevaste también,
Toda mi vida.
CONOZCO A LOS DOS
Tuve ganas de verte muy cerca,
Y te vine a buscar.
Yo sé bien que perdí la partida,
Y sé bien que humillaste mi amor;
Pero tuve ganas de verte muy cerca,
Y te vine a rogar:
Que vuelvas,
Que vuelvas tan sólo una vez,
Pero que vuelvas, mi cielo,
Yo vengo a pedirte perdón
Para que vuelvas.
Si quieres mi vida, mi vida te doy;
Que mas da que la gente nos diga:
¡Conozco a los dos!