Duelo de marchas. Cientos de miles de personas procedentes de varios estados de la República marcharon ayer en la Ciudad de México contra los matrimonios igualitarios (izq.); mientras que un contingente menos numeroso se manifestó a favor de las uniones legales entre personas del mismo sexo.
Los matrimonios igualitarios, también llamados uniones de personas del mismo sexo, provocaron ayer que las calles de la capital de la República se dividieran con contingentes que, por un lado, marcharon en contra de la aprobación de este tipo de matrimonios y, por la otra, se manifestaron a favor de las uniones legales homosexuales.
Cientos de miles de personas marcharon ayer sábado en la Ciudad de México para oponerse al intento del presidente Enrique Peña Nieto de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Los representantes del Frente Nacional por la Familia que organizaron la marcha de oposición dijeron que caravanas de autobuses llegaron de varios estados del país, entre ellos Coahuila y Durango.
Los manifestantes, todos vestidos de blanco y con globos blancos, se extendieron a lo largo de varias cuadras de un amplio bulevar de la capital federal.
En mayo, Peña Nieto propuso legalizar el matrimonio del mismo sexo a nivel nacional, pero su iniciativa ha sido congelada en el Congreso de la Unión por no ser considerada "prioritaria".
Actualmente, las uniones entre personas homosexuales sólo es legal en algunos lugares, entre ellos la Ciudad de México y el estado de Coahuila.
Con pancartas en las que se lee "Mi familia es como la de Nazareth" o "Defender a la familia no es homofobia", los integrantes del Frente Nacional por la Familia avanzaron sobre el Paseo de la Reforma y al finalizar pidieron una reunión con el presidente de la República.
Al mismo tiempo también se llevó a cabo una manifestación menos numerosa de partidarios del matrimonio igualitario conformados en el Frente Orgullo Nacional.
Con banderas multicolores y pancartas con leyendas como "Soy católico y soy gay, quiero platicar contigo", expresaron su postura y exigieron el reconocimiento de sus derechos.
El gobierno capitalino desplegó casi 2,000 agentes para mantener separados a los contingentes y evitar altercados. Los bandos continuaron separados, ya no sólo ideológica, sino también físicamente, con un Ángel de la Independencia como imponente árbitro.
Al final, el reporte de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México fue saldo blanco.