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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

La hoguera en la que se ha convertido el asunto de las pensiones en Coahuila por los reclamos del enfurecido magisterio ha sido atizada aún más por los reportes de que el exprofe, exgobernador y exdirigente nacional del PRI, Humberto Moreira, recibió de forma irregular su pensión de 37 mil pesillos, además de haber recibido en España trato de dignatario por parte de la embajada mexicana para que pudiera resolver lo antes posible sus problemillas legales. Según dichos reportes al ahora cuasi doctor no le correspondería recibir esa pensión debido a que sólo trabajó tres años como maestro, por lo que el monto debería ser mucho menor. Pero eso no es lo más curioso. Nuestros subagentes disfrazados de plumas y lápices rotos cuentan que don Humberto no debería recibir un solo peso de pensión y esto es porque sencillamente fue expulsado del sindicato magisterial hace ya varios ayeres por un hecho del que nadie se acuerda ni se quiere acordar.

Según “el libro secreto” del SNTE, consultado por los subagentes, a finales de los 80 el entonces jovenzuelo Moreira enfrentó un proceso de sanción dentro del sindicato, junto con otras personas entre las que se incluyen al actual secretario de Gobierno, Víctor Zamora, y a la exdiputada Mary Thelma Guajardo, por haber participado en una serie de desmanes que afectaron a personal directivo y del propio SNTE. Según cuentan, los directivos fueron encerrados por los acusados en edificios de varias sedes en el estado con motivo de una protesta. El hecho llegó hasta la comisión sindical que sanciona las conductas inadecuadas de sus agremiados con el resultado de una solicitud de expulsión que supuestamente se habría cumplido. O sea que, quién sabe por obra de qué artes o palancas, don Humberto pudo gozar de la pensión que ahora tiene. De pronto, el rumor desde un reclusorio u hospital capitalino se deja escuchar: ¿habrá sido la maestra Gordillo?

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Con eso de los recortes, cuentan que las cosas se ponen cada vez más difíciles en ciertas áreas de la administración provincial de Coahuila. Tal es el caso de la Secretaría de Cultura que encabeza Sofía García que en los últimos meses sólo ha visto cómo su presupuesto cada vez se va haciendo más pequeño, mientras en otras áreas siguen en jauja. Nuestros subagentes disfrazados de tramoyistas nos informan que como resultado del encogimiento presupuestal, la dependencia ha comenzado a deshacerse poco a poco de inmuebles que ha administrado el estado por años con la idea de que sean otros los que se hagan cargo de los gastos, puesto que ya no hay lana. Por ejemplo, el teatro de la ciudad “José Manuel Maldonado” y el auditorio “José Vasconcelos” de la fronteriza Piedras Negras, fueron entregados en semanas pasadas por el gobierno estatal al municipal. Lo mismo ocurrió con el teatro de Monclova, el Museo de la Frontera Norte, el Museo del Niño y la Casa de las Artes, que también antes eran manejados por el Estado y ahora pasaron a ser municipales. El problema es que los ayuntamientos no están tampoco en una posición tan cómoda como para aumentar sus responsabilidades financieras asumiendo ahora el mantenimiento de los inmuebles. Cuentan además que esta entrega se dio sin decir agua va, así que los ayuntamientos tendrán que buscar por debajo de las piedras alguna fuente de financiamiento para que esos recintos no se caigan, o apretarse en serio el cinturón. Pero lo que llama la atención es que la administración de Rubén Moreira anunció al principio la transformación del Instituto Coahuilense de Cultura a Secretaría de Cultura precisamente para darle un mayor presupuesto y más independencia en su uso. Por lo visto esos objetivos se quedaron en el papel, y como siempre ocurre en los recortes, lo primero de lo que se prescinde es del arte.

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Porque para los políticos siempre es más fácil pedir perdón que pedir permiso y la palabra empeñada está más devaluada que el peso, el alcalde de Matamoros, Raúl Onofre, ya está entrenando para practicar su deporte favorito: el chapulinazo. Aunque todavía no ha formalizado la petición de licencia al Cabildo para separarse del cargo, en la pasada reunión de Cabildo don Raúl les dijo a los regidores: “Pues yo ya me voy”. Los subagentes disfrazados de intendentes de la Presidencia nos reportan que el edil se integrará a la pre-ante-campaña del alcalde de Torreón, Miguel Riquelme, y así, en caso de que éste sea el ungido y ganón, asegurar un hueso en el gabinete estatal, claro mientras le sale otro cargo de elección popular al cual saltar. Con esto, Onofre no hace sino mantener el ritmo de sus gestiones anteriores, porque ya hizo lo mismo en su segunda administración municipal para ir en pos de la nómina del Congreso local, y también en su primera, a pesar de que en todas ha dicho que sí va a terminar (nunca dice en dónde). Pero en radiopasillo corre la especie de que algunos priistas estatales y locales ven que el camino ya no está tan pavimentado para el de la Perla de La Laguna debido a la sobreexposición que ha tenido, lo que ha dado la impresión de que los dados están demasiado cargados; pero sobre todo debido a la telenovela del Profe de la Deuda alias Hermano Incómodo. Pero entre si son peras o son manzanas, ya se empiezan a barajar algunos posibles nombres de quien pudiera suceder a Onofre, entre ellos Homero Martínez, actual encargado de programas sociales del municipio, a quien el aún alcalde ve con la suficiente confianza como para pedirle que le cuide las espaldas, nuevamente. Otro que se escucha en la lista es el tesorero Teodoro Arguijo, incondicional de don Raúl, aunque con él hay quien duda que acepte irse a despachar a la alcaldía, pues le resulta más redituable, a él y a su grupo, seguir sentado en la caja fuerte, pues sólo después de tanto “sacrificio” logró que lo pusieran en donde estaba el billete.

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La supervisión es un concepto que parece no estar en el diccionario del ayuntamiento de Gómez Palacio, de ahí que las fallas y la falta de coordinación entre áreas sean cosa de todos los días. El incidente más reciente tiene que ver con el cambio de nombre de pila del primer presidente de México, conocido por todos por su pseudónimo Guadalupe Victoria, en un monumento ya de por sí cuestionable por el gasto significativo que, partiendo de prioridades, pudo haberse destinado a una de las tantas necesidades básicas que tiene el municipio que dirige José Miguel Campillo. Como era de esperarse, la pifia se viralizó y las críticas ciudadanas se desataron y se repartieron prácticamente en toda la línea de mando de la administración involucrada en la creación del dichoso monumento. En días pasados, ocurrió algo similar con trabajadores de la Dirección de Servicios Públicos, quienes teniendo a cien metros el área de confinamiento de escombros autorizada, muy quitados de la pena prefirieron vaciar un cargamento -de una camioneta de uso oficial- al lecho seco del río Nazas. Este caso se dio a conocer públicamente y de ahí se derivó la sanción a los dos trabajadores, pero habría qué ver con qué frecuencia lo hacían aprovechando el descontrol y la falta de supervisión de sus jefes, aunque el director, Antonio Chincoya, haya asegurado que fue “primera y última”. El problema es que con don Tony hay muchas primeras y ninguna última.

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Tal parece que la consigna de los regidores panistas de Lerdo es ser oposición a costa de lo que sea, incluso del sentido común y la coherencia. Y es que en la sesión de Cabildo del pasado viernes los ediles blanquiazules manifestaron su malestar por el subsidio que entregará el ayuntamiento para pagar la deuda histórica, casi prehistórica, del Sapal ante la implacable, sólo a la hora de cobrar, CFE. El regidor Hector Escamilla dijo que hubiera sido preferible destinar el dinero a obra, pues el subsidio a Sapal no beneficia a los ciudadanos. Claro que nadie le dijo a don Héctor que si la temible CFE realiza un corte de energía por cuentas pendientes la población lerdense dejaría de recibir agua potable. O sea, si bien no hay un beneficio, al menos sí la eliminación del riesgo de un perjuicio. Pero además la descapitalización del ayuntamiento para salvar al Sapal parece ofenderles a los regidores panistas más que los 2.4 millones de pesillos que desembolsó para pagar la subsistencia a ex trabajadores de confianza contratados por la administración de Rosario Castro y que al concluir la misma buscaban eternizarse en sus puestos, muchos de ellos de nivel directivo, con familiares incluidos. Es decir, para los blanquiazules es más escandaloso pagar deudas para evitar daños a la población que tener que pagar los privilegios y el agandalle de exfuncionarios municipales. O sea, el reino del revés, como en el que vive el edil Raúl Villegas, para quien más atención le merecen siete gorditas de chicharrón y deshebrada, dos refrescos y la retención de una credencial de elector que no le correspondía, que el hecho de que algunos correligionarios suyos busquen darle un zarpazo al erario equivalente a 5 años de la captación de predial del municipio: raros son los tiempos políticos en donde la paja en el ojo ajeno no da oportunidad de ver la viga en el propio.

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