Como sobres afuera de casa abandonada se siguen acumulando las quejas por las pasadas de mano y cobro de “ayuditas” extralegales que se realizan en la Dirección de Vialidad de Torreón que dirige Ricardo Hamdan. Nuestros subagentes vestidos de semáforos torcidos nos informan que las vías en donde los agentes hincan el diente con devoción es Mieleras, Torreón-Matamoros y Torreón-San Pedro. No obstante, cuentan que dentro de la corporación existe una grilla que amenaza con convertirse en bomba de tiempo ya que varios agentes se andan moviendo para señalar que este problema tiene su origen principalmente en los comandantes, quienes exigen el famoso “tequiliú” y hasta cobran renta a los patrulleros por el uso de motocicletas y carros.
Dicen que a los agentes que andan en moto les cobran una cuota de entre 200 y 400 pesos. Pero hay quienes se ponen “más guapos” y entregan a sus superiores más de 500 pesos y a cambio reciben salvoconducto para detener a los traileros. Y a los que dan entre 1,000 y 1,500 pesos les otorgan una auténtica patente de corso para hacer y deshacer ad libitum. Los quejosos han puesto a circular cartas escritas con su puño y letra en donde señalan a los comandantes Mena, Betancourt, Castañeda, Eber, Niño, Aurelio y Méndez, como quienes son los que están haciendo este jugoso negocio a costa de los automovilistas y choferes que se prestan o se ven obligados para dar el “moche”. Y dicen estar hartos de la actitud de estos mandos y que aunque han acudido con el jefazo Hamdan, éste nomás les dice que sí, pero nunca dice cuándo, y nada ocurre. Comentan que el inquilino del séptimo piso del edificio más caro de la ciudad ya sabe pero que, misteriosamente, nada ha hecho para meter en cintura a los comandantes. Y esto a pesar de que uno de los principales compromisos de don Miguel cuando llegó a la alcaldía fue que iba a acabar con la corrupción en la Policía Municipal y la Dirección de Tránsito. Tal parece que ya se le olvidó.
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Luego de que se asentaron las cenizas que dejó el incendio del Coliseo Centenario, dicen los que saben que la gente del siempre controvertido director de Protección Civil de Torreón, Alberto Porragas, incurrió en varias omisiones antes y durante del siniestro que consumió buena parte de las instalaciones del centro de espectáculos. Resulta que la oficina a su cargo expidió la autorización del uso de 2.5 kilogramos de fuegos de artificio conocidos como chisperos, la llamada “pirotecnia en frío”, para el espectáculo de Jinete Supremo realizado el viernes 26 de febrero. La solicitud se entregó el 24 y al día siguiente ya estaba aprobada, una rapidez que contrasta con la tardanza mostrada por el ayuntamiento cuando se trata de permisos para corridas de toros. Los conocedores dicen que lo correcto es que por lo menos 48 horas antes del espectáculo y previo a autorizar, personal de la dependencia acuda al lugar para hacer una inspección física, comprobar el tipo de material que se va a utilizar y descartar cualquier riesgo. Pero, como diría don Jaimito, quisieron evitar la fatiga. El problema fue que no se trató sólo de chisperos, sino también de candelas que al detonarse alcanzan una altura de hasta 30 metros y que, por sentido común, están prohibidas para utilizarse en sitios cerrados. Estos productos no se apagan con agua y están hechos en grupos de 50, 100, o hasta 300 disparos, de manera que al encender uno es imposible no detonar el resto. Y era responsabilidad de Protección Civil verificar el tipo de pirotecnia que se iba a emplear en el espectáculo, incluso ya instalada. Pero según Porragas no hay forma de diferenciar los distintos tipos de pirotecnia antes de ser detonada. Y los que saben opinan que lo anterior es cierto... para quienes carecen del conocimiento técnico mínimo necesario en estos temas. Don Tito también dijo que lo que se encendió primero fueron unos “ornamentos” que había en la parte alta del Coliseo, pero en realidad se trataba de la acústica arquitectónica. Lo más grave es que, según testigos de los hechos, ni al inicio de la presentación ni después de que el fuego se apoderó de las instalaciones, había personal de Protección Civil que auxiliara a los asistentes a evacuar, labor que los primeros minutos estuvo a cargo de personal de una empresa privada de atención médica. A pesar de las pifias, parece que Porragas, otra vez, la va a librar. En esta ocasión lo salva el hecho de que, afortunadamente, no hubo pérdidas humanas.
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Con todo y las fanfarrias con las que nuestras H. Autoridades anuncian frecuentemente que esta región ya es un remanso de paz comparado con el desastre de la seguridad de hace tres o cuatro años, continúan surgiendo evidencias de que no todos los ciudadanos se sienten muy seguros. Una prueba de ello es que, en lo oscurito y sin hacer ruido, el Cabildo de Torreón sigue autorizando el cierre de calles en colonias a solicitud de vecinos que creen que restringiendo el acceso van a estar más protegidos de la delincuencia, como si todos los de “adentro” fueran un ejemplo de decencia y rectitud. Resulta que entre los puntos que se abordaron en la pasada sesión de Cabildo hay uno que tiene que ver con la autorización del control de acceso en dos calles de la colonia Los Nogales. Curiosamente, aquí sí todos los regidores se pusieron de acuerdo para aprobar el dictamen de la Comisión de Urbanismo que preside el priista Mario Valdés, incluso aquellos panistas que suelen poner peros a la mayor parte de las propuestas sometidas a votación. Nuestros subagentes disfrazados de plumas viales nos informan que esto último se debe a que una de las calles en las que se autorizó el cierre parcial es en donde tiene una casa la jerarca del blanquiazul en la ciudad, Maru Cázares, quien les pidió a sus ediles que le hicieran ese favor. Claro que ante los señalamientos, quienes aprobaron el nuevo gueto torreonense van a argumentar que el cierre es temporal, como todos los que se han autorizado. Pero eso de que es temporal ni ellos se lo creen, ya que hasta ahora ninguna colonia en donde se bloquearon los accesos los ha reabierto. Y esto sólo en lo que se refiere a las que pidieron permiso, porque la mayoría realizó los cierres a la brava. Total, en esta ciudad no son pocos los que piensan que pueden hacer lo que se les pega la gana.
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Los pocos aficionados que quedan al único equipo profesional del deporte ráfaga en Torreón se preguntan qué estará pasando con el dinero que la escuadra recibe del ayuntamiento, porque al menos en la cancha no se ve. Y es que los tristemente célebres Jefes Fuerza Lagunera, cuyo dueño es el director de Prevención del Delito Municipal, José Gánem, se han convertido en la caricatura de la liga profesional de basquetbol de México. Les quitan puntos porque no pagan las cuotas de arbitraje, los jugadores se van porque no les pagan y, a últimas fechas, tuvieron que habilitar al utilero como parte del equipo de duela para poder presentarse a los juegos que les faltan del torneo porque ya de plano no se completan. Incluso algunos partidos han sido suspendidos, al menos de forma oficial, y los que se terminan jugando son amistosos, aunque esto no se le informa a la fanaticada que, a pesar de los pesares, sigue acudiendo al Auditorio Municipal. El tema no daría para más que una anécdota de no ser por que, según nuestros subagentes disfrazados de canastas, el equipo recibe apoyo por parte del ayuntamiento a cambio de que los jugadores, los que quedan, realicen labor social en colonias marginadas. Es por eso que surge la cuestión: ¿a dónde se está yendo esa ayuda oficial si la directiva no tiene ni para pagar los uniformes de los jugadores? Un misterio que debería resolver don Pepe.
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Tal parece que en la vecina Gómez Palacio estaban tan urgidos, como en toda la Laguna, por recibir una inversión que han pasado por alto varios detalles importantes relacionados con el proyecto de vialidad complementario para que el millonario complejo habitacional Las Huertas tenga el éxito que se espera y detone el desarrollo más allá de las fronteras gomezpalatinas. Y es que a pesar de que existían otros proyectos más integrales y que abarcaban los distintos puntos de conflicto vial, tanto de aquél lado del Nazas como de este, el ayuntamiento de la antigua Estación Santa Rosa autorizó la construcción de un puente de dos carriles sobre el lecho seco del río Nazas sin considerar el fuerte impacto que tendrá en las vías que se encuentran en Torreón. Y es que se espera que una vez terminado el complejo sean decenas de miles los vehículos que crucen dicho puente para llegar a los centros de trabajo, educación y diversión que hay en la Perla de La Laguna, lo cual provocará un cuello de botella en la calzada María Montessori y su cruce con la autopista Torreón-San Pedro y con el segundo periférico que, por cierto, no tiene para cuándo terminar del lado de Durango, ya que le acaban de aplicar una tremenda rasurada de 300 millones de pesillos. El problema es que ya también del lado de Torreón la Dirección de Urbanismo que encabeza Gabriel Calvillo anda encarrerada para aprobar esa minisolución vial que quedará rebasada no en años, sino en meses. Este hecho demuestra, una vez más, que nuestras H. Autoridades siguen padeciendo de ese mal que se llama cortedad de miras y falta de visión de futuro.