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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

Aunque el domingo pasado durante la ceremonia de entrega de reconocimientos a los maestros coahuilenses todo parecía ser miel sobre hojuelas entre el gober Rubén Moreira y el magisterio, cuentan que por debajo de la superficie hay gran malestar entre los profes que ven que el Ejecutivo estatal les ha pegado en sus intereses con eso de la Ley de Pensiones. Y es que con esta normativa, los docentes tendrán que aportar más y trabajar durante más años para evitar que la bomba de tiempo estalle, como ya lo han hecho en países del primer mundo. El problema acá es que la incómoda ley se ha sumado a las promesas incumplidas de la Secretaría de Educación Pública de entregar apoyos a los maestros más destacados en los exámenes de evaluación, y a la eliminación de prerrogativas como los estímulos por ascenso de escalafones.

Todo esto ha provocado que una buena parte de la base magisterial (que no es lo mismo que la burocracia sindical, la cual es muy amiga del gobierno) esté molesta no sólo con el Gobierno estatal, sino también con el federal. Y como ambos son del mismo partido tricolor, se oyen rumores de que en las elecciones de 2017 y 2018 pudiera haber una sorpresa por parte de los docentes que se están cansando de la situación, a menos de que, claro está, se den las consabidas maniobras políticas para apaciguar a la clientela. Por mientras, dicen que el que ya anda tratando de hacer migas con el profesorado -que es gran reserva de votos- es el inquilino del séptimo piso del Edificio Público Más Caro de Torreón. Incluso, los subagentes disfrazados de gises y borradores dicen que el sábado pasado, un día antes del acto oficial, hubo un festejo en Saltillo en el cual se rifó entre los profes un bonito auto. ¿Será?

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Algo extraño debió haber ocurrido o a alguien se le olvidó un asunto importante a la hora de armar la cartelera para el festival musical estatal "La calle es de todos" que se celebra en estos días para llevar harto circo al pueblo torreonense. Resulta que luego de varias confusiones sobre si sí o si no iba a estar presentes, la Secretaría de Cultura anunció para hoy el "recital" de la "orquesta" La Adictiva, muy popular entre aquellos que gustan de los trompetazos y tamborazos de la banda sinaloense. Hasta aquí, nada extraño... en apariencia. Resulta que, según el reporte de nuestros subagentes disfrazados de tubas y clarinetes, los principales éxitos de La Adictiva son piezas del denostado género de los narcocorridos, con títulos sugerentes como "En la sierra y la ciudad" (también conocida como "La china") o el más directo "Sicarios", para que no quede duda. Y este es precisamente el motivo de la confusión, ya que hace algunos meses el gober Rubén Moreira había afirmado con total determinación que los narcocorridos iban a ser eliminados del horizonte coahuilense y para ello hasta firmó un decreto a través del cual se prohibían los contratos del gobierno provincial con cualquier persona, empresa o agrupación que promoviera esa... música (nótese el eufemismo). Así que, o el gober se dio cuenta de que no puede luchar contra la popularidad de este tipo de bandas, o a alguien se le "chispoteó" programar a una agrupación que no debería ser programada. A menos que les prohíban tocar esos delicados éxitos que tanto disgustan a algunos, lo cual dejaría a los seguidores plenamente insatisfechos.

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La boda del hijo mayor del alcalde de Monclova, Gerardo García, se convirtió en una mala telenovela de esas que todavía en pleno siglo XXI cautivan a millones de telespectadores. Y es que todo empezó por una vieja rencilla que trae don Gerardo con los diputados federales Melchor Sánchez, del tricolor, y César Flores, del blanquiazul (fuego amigo). Nuestros subagentes disfrazados de damas de compañía nos reportan que al enterarse de que el guateque iba a realizarse en el Museo de Coahuila y Texas, un edificio histórico que data de finales del siglo XVIII, los legisladores empezaron a azuzar a la gente con el argumento de que cómo era posible que un recinto tan valioso fuera a ser utilizado para una fiesta de la familia del edil. El tema prendió tanto que hasta algunos medios de la Capirucha del Esmog retomaron el tema en sus redes sociales exhibiendo la actitud de don Gerardo como un capricho -que lo suyo tiene, ciertamente- y que por ese capricho se iba a afectar el más significativo de los pocos inmuebles históricos de Monclovita la Bella. No obstante, que el museo sea utilizado para bodas y otro tipo de actividades de corte social no es nada nuevo. De hecho, ha sido la forma en la que el recinto ha logrado ser sustentable, ya que por cada pachanga se cobra hasta 80 mil pesillos. Cuentan que, incluso, antes de echar a andar este esquema el edificio se encontraba prácticamente en el abandono y que de dos años para acá se le ha podido meter mano gracias a los fiestones ahí organizados. Claro que, hay voces a las que no les gusta el "modelo de negocio" arguyendo que el recinto debe ser conservado como patrimonio de la ciudad, tal y como dicen los antediluvianos del INAH; por lo que con esta lógica habría que empezar a cuestionar a los grandes museos del mundo, públicos y privados, que hacen precisamente esto, incluyendo todos los nacionales de México. Pero lo que llama la atención es que "hasta ahora" se dieron cuenta de lo que se hace con el recinto, y curiosamente con una actividad organizada por el alcalde. Pero el escándalo mediático poco le importó a García, quien hasta usó el famoso Periscope para transmitir en vivo la boda de su hijo y posteriormente grabó un video con toda la familia, lo que fue interpretado por algunos como una burla. O sea que vio la tempestad y ni se persignó, bastante fiel a su estilo. Ahora bien, cuentan que el desenfado llegó a tanto que varios invitados a la fiesta se pusieron a ingerir bebidas espirituosas muy quitados de la pena en la plaza que está frente al museo, con policías municipales enfrente, los cuales parecían más sus guaruras que verdaderos guardianes del orden. En fin, este mitote fue casi como sacado de un cuento de Mirreyes, Lores y Ladies, con su toque -no podía faltar- de revancha política.

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Y ya que hablamos de revanchas políticas, la guerra sucia en Durango ha subido tres rayitas de tono en los últimos días. Resulta que el fin de semana pasado, una vez terminado el debate que más bien fue un concurso de pedradas y cacerolazos, el candidato del PRI Verde a la gubernatura, Esteban Villegas, se lanzó a la yugular contra su principal contrincante, José Rosas Aispuro, candidato del PAN Amarillo. El Delfín Villegas se mostró implacable a la hora de señalar que el expriista neopanista había mentido al respetable en su declaración patrimonial, ya que no había reportado algunas residencias supuestamente propiedad de su cónyuge. Más allá de que sea o no cierto, lo que llamó la atención de propios y extraños es que don Esteban se mostrara tan celoso en un asunto que los propios políticos han convertido en la mayor de las trivialidades. Y es que hacer pública una declaración no es garantía absolutamente de nada, ya que en México existe una Ley de Datos Personales que ampara a todos los funcionarios para dejar en lo oscurito la información que ellos consideren pertinente. Es decir, eso de las declaraciones públicas del patrimonio y la Carabina de Ambrosio son prácticamente lo mismo, y sólo se usan para precisamente esto: guerra sucia y escarnio. No obstante, la respuesta del equipo contrario no se hizo esperar y esta semana pusieron a circular en redes sociales un audio de una supuesta conversación entre el abanderado tricolor y un colaborador suyo en donde el primero se escucha muy apurado, ya que se va a reunir con unos empresarios de la región a los cuales pone al nivel de "gorrones". La intención del audio es mostrar a Villegas como una persona a la cual le importa un cacahuate La Laguna. Pero más allá de que esto sea cierto -lo cual no extrañaría, porque así son las cosas en Durango-, a nadie parece resultarle extraño que en este país cualquier hijo de vecino pueda espiar a una persona, por más pública que sea, y exhibir sus conversaciones privadas para el escarnio y la guerra sucia. Ese es el nivel de nuestra política, atribulado lector. Y ya entrados en gastos, para que amarre, fuertes críticas recibió Esteban Villegas luego de que irrumpió intempestivamente en una entrevista televisiva que en un canal de la Capital de los Alacranes se hacía a José Rosas Aispuro. Justo cuando el candidato del PAN Amarillo señalaba que el gobierno estatal supuestamente pagó 100 millones de pesos a un consultor para la campaña del candidato del PRI Verde, éste interrumpió a Aispuro para asegurar que llevaba las pruebas necesarias para contradecirlo. El priista justificó su actitud acusando al expriista de haberlo interrumpido muchas veces en el debate que el fin de semana se llevó a cabo entre los seis candidatos a la gubernatura de Durango. Ya ambos frente a las cámaras se dieron hasta con la cubeta y hasta el panista le agradeció que con esas actitudes le ayudará a obtener el voto de los ciudadanos. Ese es el nivel, le decía querido lector.

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Harto curioso es que los ahora expanistas de Lerdo, como el actual regidor Martín Alberto Garza, Jaime Armendáriz, Héctor Alfonso Esteban y Miguel Alfonso Llamas (pariente del político coahuilense Guillermo Anaya Llamas, exprimer compadre de la nación) hayan hablado en Lerdo no sólo de Esteban Villegas, sino también de Leticia Herrera. Y es que los arrepentidos del PAN en Lerdo que ayer anunciaron su salida de este partido para unirse al proyecto del candidato priista a la gubernatura de Durango, tuvieron la puntada de mencionar en su comunicado que "este proyecto no es ni de tres ni de seis, sino de 12 años de transición con la posible candidatura de la señora Leticia Herrera Ale". Como sabe usted, enterado lector, doña Lety es candidata a la alcaldía de Gómez Palacio luego de que no la dejaron ser candidata a gobernadora por el empeño que puso el actual gobernador del Chiapas del Norte, Jorge Herrera Caldera. Más curioso resulta que en el mismo comunicado no mencionaron nunca a la candidata del PRI a la Alcaldía de Lerdo, María Luisa González Achem, a quien -dicen- no quieren ni los priistas. Por otro lado, cuentan que los cuatro futuros priistas forman parte del grupo de 80 empleados municipales de los tiempos de Rosario Castro como alcaldesa que demandaron al ayuntamiento lerdense por despido injustificado, y que, cosas de la vida, los platos rotos los vino a pagar la administración priista de Luis de Villa. Ah, la política.

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