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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

Luego de las advertencias que el pastor nacional blaquiazul, Ricardo Anaya, les ha lanzado reiteradamente a los suspirantes para que no sólo aparenten unidad, sino que la practiquen en serio y dejen de tirarse patadas por debajo de la mesa, corren las versiones de cómo piensan llegar en paz al arranque de la campaña una vez que se dé a conocer quién será el candidato. Bueno, al menos el equipo de quien ya se siente abanderado ha comenzado a difundir discretamente el posible reparto de cargos, que es la única manera en la que todos quedarían contentos. Los subagentes disfrazados de matracas azules comentan que en caso de que Guillermo Anaya fuera el candidato a la gubernatura -que, con todo y las encuestas, aún no es seguro- la operación cicatriz pasaría por dejar que Isidro López, el segundo con más posibilidades, escoja entre irse por una curul en el Senado o regresar a pelear la alcaldía de Saltillo otra vez con la posibilidad de estar ahora en ella seis años. En el caso del senador Luis Fernando Salazar, quien también quiere en serio lanzarse por la silla máxima del Palacio Rosa, se metería a la carrera por la alcaldía de Torreón en 2018, también con la opción de reelegirse otros tres años.

De Gerardo García, el llamado “Gallo de Acero”, se dice que bien pudiera estar cómodo con una diputación federal, al igual que la senadora Silvia Garza y Marcelo Torres, quien también pudiera acomodarse en el equipo de Ricardo Anaya cuando éste se decida a confirmar que sí quiere pelear por cambiar su residencia de Atlanta, Georgia, a Los Pinos. Todo parece miel sobre hojuelas, pero no lo es. Primero, porque para que este plan funcione el PAN debe ganar la elección en junio de 2017 y aunque los panistas andan muy confiados y existen lo que los marxistas llaman condiciones objetivas, la maquinaria priista no está aún desmantelada y la realidad puede dar sorpresas. Segundo, porque los suspirantes no son los únicos blanquiazules que van a levantar la mano para solicitar acomodo o hueso. Ahí está Jorge Zermeño, de quien se dice que se sacrificará para la minialcaldía de un año con tal de ser bien recompensado. O Jesús de León, quien suspira fuerte por brincar del Congreso de Coahuila al Senado de la República. Y así otros más. Es decir, la cosa no es tan sencilla, pues.

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Con los rumores que circularon sobre los supuestos problemas de salud del secretario de Finanzas, Ismael Ramos, mismos que que fueron desmentidos por el propio gobernador Rubén Moreira en twitter, salió a relucir otra situación no menos grave en el gabinete estatal. Cuentan los subagentes disfrazados de tazas y cubiertos que tras la tormenta en la que han metido a la administración provincial con todo eso de las denuncias “perdidas” de la deuda, la investigación en España, la que se sigue en Texas y más recientemente la polémica por las famosas empresas fantasma, don Lito ha presentado su renuncia varias veces, pero que don Rubén no se la ha querido aceptar. Dicen que el más reciente amague de saltar del barco moreirista se dio a raíz de que comenzó a correr la especie de que toda la información de las firmas fantasma salió de su propia oficina, versión por la cual le comenzaron a llover reclamos al guardián de las finanzas estatales de que su gente andaba muy suelta. Sin embargo, un argumento de defensa de Ramos fue que en la dependencia hay gente que desde siempre sólo responde a las órdenes que salen del despacho central del Palacio Rosa y que la falta de control en todo caso vendría desde ahí. De otro que se rumora que también ya quiere buscar otros aires es del secretario de Gobierno, Víctor Zamora, y no sólo por los temas mencionados, sino por la presión cada vez mayor derivada de las travesuras que los agentes de la llamada Fuerza Coahuila siguen cometiendo, aunque él insiste en que son unas blancas palomas y todo es campaña negra contra sus muchachos, algo que no sabemos si cree en realidad. Lo cierto es que en la foto que el gober tuiteó hace unos días para despejar las dudas sobre los supuestos problemas de salud de don Lito, aparece Zamora con el rostro muy serio en contraste con la sonrisa de todos los demás que están en la imagen. ¿Habrá trasfondo en ese gesto?

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A propósito de investigaciones que se siguen en las tierras del Tío Sam contra exfuncionarios coahuilenses y de otras partes del país, ya se va configurando en el horizonte cercano de dónde saldrá el dinero para completar el muro que prometió el nuevo y sorpresivo presidente de la Unión Americana, Donald Trump. Dicen los amantes del sarcasmo que si el nuevo gobierno se pone las pilas y confisca todas las propiedades y cuentas de los políticos mexicanos que han cometido travesuras con los erarios estatales y que se han llevado el dinero al otro lado del río Grande, no sólo tendría el señor Trump dinero para construir un “grande y hermoso” muro, sino que hasta pudiera poner en él hoteles, casinos y demás centros de esparcimiento. Pero ya más en el terreno de lo real, hay quienes creen que con el cambio de inquilino en la Casa Blanca las acciones contra los políticos mexicanos acusados de traviesos aumentarán por varias cosas: una, porque a los gringos, y sobre todo a gringos como Trump, les importa bastante el dinero; dos, porque en su campaña antimexicana, el próximo presidente estadounidense podrá usar estos casos como refuerzo de sus peroratas; y tres, porque ante las dudas que hay sobre sus capacidades para gobernar, va a querer dar una muestra de mano dura contra quienes osan utilizar el sistema financiero norteamericano para lavar su dinero queriéndole ver la cara a los vecinos del norte. Vamos a ver.

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Dicen que el tesorero Enrique Mota ya no sabe qué más echar a la licuadora financiera para sacar adelante todos los compromisos financieros que tiene el ayuntamiento de Torreón. Los subagentes vestidos de macetas comentan que ya dispuso del dinero de pensiones de los trabajadores y que también “tomó prestados” los recursos que les descuentan a los empleados por concepto de créditos con tiendas y financieras. Además, don Enrique dejó de pagar desde hace meses varias proveedurías, entre ellas las de los seguros de vida y de las patrullas contra siniestros. Sobre este caso, los subagentes dicen que el tesorero dijo cosas no apegadas estrictamente a la verdad cuando se refirió a que sí debían lo correspondiente al trimestre anterior, pero que no estaban vencidas las pólizas gracias a una prórroga de 45 días que contempla el contrato. Pero lo cierto es que si bien hay una prórroga, ésta no se da al final del trimestre sino al inicio del período, cuando se supone que el ayuntamiento debe saldar el pago correspondiente, cosa que rara vez ocurre. Por lo tanto, dicen que no es cierto que los agentes ni las patrullas cuenten con cobertura actualmente. Prueba de ello es que está pendiente el pago a la familia de un agente de vialidad que falleció hace mes y medio por causas naturales. Otro caso se registró ayer, cuando una camioneta de los gates municipales se estrelló contra un auto particular, cuyos daños tendrán que ser pagados por el ayuntamiento, porque la aseguradora no está dispuesta a cubrir el monto hasta que no se le cumpla el pago prometido para el 15 de noviembre. Esperemos que de aquí a entonces no ocurra ninguna desgracia y que tampoco ningún agente participe en un accidente. Y a propósito de los policías, nuestros subagentes también nos reportan que aunque la mayor parte de ellos está al tanto de la falta de cobertura, nada dicen porque temen a las advertencias que supuestamente les ha hecho el jefazo Adelaido Flores y que a algunos ya les ha cumplido, que es dejarlos sin chamba. Por si algo faltaba.

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Cuentan que la gran red de enjuagues y travesuras persiste al interior de la Subdirección de Transporte del Estado en La Laguna y no parece que con el nuevo gobierno de alternancia haya cambios, con todo y que el nuevo jefazo estatal de la dependencia es el panista Raúl Villegas, que tampoco es mucha garantía de algo. Como usted recordará, memorioso lector, desde hace años que varios inspectores piden una “ayudadita” de 100 pesos cada uno por más de 27 viajes de camiones a la diputada priista Jaqueline del Río. Dichos oficiales han sido identificados como Sergio Díaz, Roberto Santoyo, Manuel Holguín y Mauro Salcido. Nuestros subagentes disfrazados de “moscas” de camión, comentan que los cuatro fantásticos son protegidos de un tal Arturo, mejor conocido como “El Chino”, quien es el comandante de Transporte y quien fue puesto por Juan Soto, el exdirector, y que esta es una de las razones por las que no han abandonado la corporación. Resulta que el oriental funcionario y una secretaria de nombre Blanca, quien está al tanto de todas las “ayudas” y por lo tanto recibe también la suya, son ahora el brazo derecho de Villegas, siendo ellos dos quienes participaron activamente en la entrega de las 400 placas en Gómez Palacio expedidas sin fundamento ni estudio alguno. Lo peor del caso es que, dicen, don Raúl está al tanto de todo el asunto y que prefiere hacerse de la vista gorda... ¿o engordar también el bolsillo? Total, los subagentes comentan que hasta el momento las cosas siguen igual que antes en la dependencia y que esto se debe en parte a que nadie ha presentado una queja en la Contraloría estatal que, sin duda, apenas recibiéndola actuaría ya que a cargo de esa oficina está Rosario Castro quien, como se sabe, muy amiga de Villegas no es.

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