Nuevo. Se destacó la trayectoria poética de Vicente Quirarte y su extensa obra.
Ser parte de El Colegio Nacional no significa el fin de un camino, sino apenas su principio. Su precepto: "Fortalecer la conciencia de la nación", mantiene ardiente la llama de un país. El pensamiento crítico es incómodo para el gran hermano. A lo largo de la historia de esta institución y en su divisa Libertad por el saber, se demuestra el poder del discurso de las letras sobre el discurso de las armas.
Así lo expresó Vicente Quirarte al dar lectura a su texto titulado El laurel invisible, como carta de ingreso a El Colegio Nacional.
En ceremonia solemne, el científico Manuel Peimbert Sierra dio la bienvenida al nuevo miembro y destacó la labor de Vicente Quirarte como poeta, cronista, dramaturgo, académico, docente e investigador, mientras que el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma dio respuesta a su discurso de ingreso centrándose en la importancia de su obra y sus reconocimientos.
Vicente Quirarte celebró el honor de estar en el sitio ocupado por Rubén Bonifaz Nuño y José Emilio Pacheco, de quienes dijo, templaron las palabras en la hoguera del rigor y la belleza.
"Rubén y José Emilio honran al país que los vio nacer, por ello solicito la venia de El Colegio Nacional para desarrollar cursos que analicen los trabajos y los días de ambos autores. Igualmente para dedicar otra parte de mis tareas a nuestra renaciente Ciudad de México, la ciudad que lleva en su nombre las seis letras no repetidas y siempre pronunciables del país que somos; la ciudad como máquina del tiempo donde pueden examinarse los caminos paralelos y divergentes de la historia y la literatura".
Vicente Quirarte dedicó en su discurso una buena parte a los autores que consuman la epifanía y consagran su energía a perpetuar la iluminación del instante o a levantar edificios verbales inmunes al paso de los años.