Los calificativos de "victimario" y "víctima" han servido tradicionalmente para categorizar a las dos partes elementales de una relación que se ha visto marcada por la violencia física, la violación de un derecho, uso de armas, daño colateral, etc. En los siguientes párrafos pretendemos preguntarnos si estos términos tienen completa vigencia o si hay algunos casos que nos sugieran la revisión de uso.
Cuando se particulariza o se personifica al victimario se corre el riesgo de limitar la comprensión amplia de los procesos de violencia, el contexto o las estructuras sociales que lo hacen posible. Cuando se le asigna a una persona o comunidad la categoría de víctima corremos el riesgo de imponer un papel pasivo a quien ha sufrido un daño. A veces, el simple hecho de utilizar esta categoría para distinguir a unos sujetos de otros, ya se convierte en un acto que re-victimiza.
Un elemento muy importante en este tema es el de regresar al sujeto la capacidad de agencia de su proceso personal y comunitario. Sin embargo, en comunidades económicamente empobrecidas muchas veces las víctimas en el momento en que sufrieron la afectación tenían ya una capacidad de agencia muy reducida, por lo que no se trata de reconstruir el escenario previo a la acción violenta, sino de construir nuevas experiencias y posibilidades para el empoderamiento de los sobrevivientes.
Fundamental para el empoderamiento de las víctimas es el proceso de convertirse en actores políticos. Dicho proceso permite a las víctimas ser reconocidas, escuchadas y otorga la posibilidad de descubrir las particularidades entre los miembros de una comunidad que ha sido sometida a la violencia. Como sujetos políticos, por ejemplo, los grupos de víctimas tienen la capacidad de reconocer a los victimarios y de tramitar el reconocimiento de los crímenes cometidos por el Estado.
Pasar de la indignación a la transformación. De la anterior expresión se desprenden objetivos concretos, como lo son construir mecanismos de participación para las víctimas, acceso a la verdad, proponer formas creativas de reparación efectivas, así como buscar caminos de reconciliación entre los diversos sectores de la sociedad. Otros desafíos son: ¿cómo no hacer de la víctimas un objeto de utilidad?, ¿qué narrativas se necesitan para involucrar a los diversos sectores de la comunidad de víctimas?, ¿cómo lograr una mejor reparación de la dignidad de las víctimas?
Cómo hacer memoria de los hechos violentos sin re-victimizar a las víctimas. Cómo hacer para que los actos de memoria estén siempre en la perspectiva de actualizar la dignidad de las víctimas; y que al mismo tiempo estén orientados a realizar una función político-social de la memoria. Cómo involucrar a distintos sectores de la sociedad. En la recuperación de la memoria, el protagonismo de la comunidad de víctimas es fundamental, al mismo tiempo, es importante integrar la voz de otros actores sociales, sobre todo los sectores y de las personas concretas que no han estado involucrados directamente en los hechos violentos.
"La vida de los sobrevivientes se convierte en una responsabilidad frente a los que murieron" (Gabriel Giraldo). La categoría de sobreviviente también tiene sus complejidades y sus matices, sin embargo, consideramos que implica una mayor capacidad de agencia de los sujetos y comunidades, a demás, que puede ser utilizada como un posicionamiento de compromiso y transformación de las estructuras generadoras de violencia.