El tema de la violencia en el estadio Corona no es algo nuevo. De hecho, está presente casi en cada partido, pero lo hemos minimizado. Y sucede que ante la indiferencia, el problema crece, como la bola de nieve cuesta abajo en una montaña sin final. Pero esa bola habrá de topar algún día en algo más lamentable si no se detiene antes.
¿Quién es el culpable? Todos. No sé quién primero, pero tengo claro que todos hemos contribuido, de alguna manera, para llegar a este punto.
Desdelas porras que han crecido y degenerado en esas mentadas barras bravas, que si bien llenan de color la tribuna, también han importado acciones a las que no estábamos acostumbrados y que nada tienen que ver con futbol.
Es increíble ver a gente cayéndose de borracha adentro del estadio... ¡antes de que empiece el partido! Desde ahí se puede poner el primer filtro.
En los aviones, autobuses, bares, restaurantes existe la restricción de no dejar entrar, subir, o vender más bebidas etílicas a quien acredite que sus niveles de alcohol han sobrepasado lo admisible.
Esa persona que entra totalmente embriagada a un estadio ya no va a ver el partido; terminará tirada por ahí, vomitando, peleando, en los separos municipales, dormida en el camión, orinada o algo peor, y al día siguiente ni siquiera recordará el marcador.
Esa persona no tiene nada qué hacer en las tribunas de un estadio de futbol.
Y los aficionados que nada más van a provocar a los rivales (locales y visitantes por igual), que gritan, pero no aguantan, que ofenden, pero se ofenden, y toman la agresión física como única respuesta a su impotencia, tampoco tienen nada qué hacer en un recinto sagrado del deporte.
Y esas directivas, que mil veces han querido minimizar el problema, que no se ocupan de realmente garantizar seguridad para todos los que pagan un boleto, dentro y fuera de los escenarios.
Y los medios de comunicación que a veces no somos capaces de ver más allá. Y quienes no denuncian. Y los jugadores que arengan a las aficiones contrarios. Y los apáticos...
Y así nos podemos seguir, porque violencia ha habido siempre, el problema es que la bola de nieve todavía no se detiene... ¿hasta cuándo?
Habrá que esperar alguna posible multa y/o sanción para el Club Santos, pero también se debe castigar a los infractores. ¡Qué vergüenza es ver a esos jóvenes creyéndose hombres por buscar pleito contra familias y luego correr cobardemente!
¿Es eso motivo para presumir, para regresar a casa y pensar que la misión ha sido cumplida? ¿Será algo así?:
- ¿Cómo te fue en Torreón, hijo? -
- Bien, mamá, golpee a niños y mujeres, uno que otro despistado y hasta a uno de los nuestros. -
¿O será que esos personajes no tienen madre?
Como sea, la violencia debe parar ya. Y no creo que el culpable sea de un solo lado, la prensa de Monterrey o la gente de allá. Me parece que el primer paso es que cada quien admita sus culpas y corrija sus errores.
Porque no podemos permitir que el futbol se vuelva exclusivo para hombres mayores de edad, para ir a darnos de golpes como si viviéramos en la edad de piedra.
Ayer se jugó el Súper Clásico en Argentina y, lamentablemente, me quedo con la imagen de un jugador tratando de realizar un saque de banda custodiado por dos policías, quienes lo protegen con escudos ante la posibilidad de ser atacado por proyectiles lanzados desde la tribuna.
¿Es eso normal? ¿A eso tenemos que acostumbrarnos?
Ahí viene la liguilla y Santos ya se salvó hace unos torneos de ser vetado; ojalá que ahora sí se tome el tema con la debida seriedad.
Síganme los buenos... y las buenas y todos los que quieran disfrutar de un partido en un estadio de futbol: @Foko_54.
Jsepulveda@elsiglodetorreon.com.mx