América y Europa viven sus torneos más importantes de futbol a nivel selecciones; de este lado del mundo, de una forma especial.
Por primera vez (al menos que su servidor recuerde), Conmebol (los "buenos") y Concacaf (los "malitos") se unen en un mismo torneo a nivel continental, más allá de las invitaciones que han atendido de manera recurrente federaciones como la mexicana o la estadounidense. En esta ocasión, se busca al mejor de América, sin distinciones de norte, centro sur o el Caribe. Bien ahí.
Quizá en lo único que sean habían unido últimamente estas dos confederaciones es en hacer "transas", (esperemos que eso sea cosa del pasado).
Pero me gusta la idea de ver partidos como Paraguay contra Costa Rica (aunque en la realidad haya resultado aburrídisimo), de que luego Estados Unidos haya derrotado a los paraguayos y los costarricenses a Colombia.
Igual disfruté la victoria de Panamá sobre una selección tan gris como la boliviana; me parece la oportunidad perfecta para que los caribeños y "concacafianos" se "defiendan" en la cancha del desdén y menosprecio al que nos hemos acostumbrado por parte de los sudamericanos, futboleros por tradición.
Y es ahora, con un Brasil de mentiras (ya eliminado), que la Concacaf podría quedarse con el deseado trofeo que históricamente la ha pertenecido a Conmebol, si es que Messi no decide otra cosa. La ocasión ahí está.
Mientras, del otro lado del charco, los ingleses y rusos se han encargado de desviar las miradas hacia afuera de los estadios, con una fiesta de excesos y violentas manifestaciones de apoyo a sus respectivos representativos.
Imposible es desligar la historia de cada país en un torneo de futbol; al menos cinco o seis selecciones protagonizan partidos "de alto riesgo", y no sólo en lo deportivo.
El destino nos pone hoy ante una doble paleta de colores en el #PlanetaFutbol, además de las miles de historias que se escriben día a día a su alrededor.
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