Diecisiete días después, Islandia deja Francia 2016. La aventura duró más de lo que cualquier aficionado al futbol hubiera pensado.
El 14 de junio, Birkir Bjarnason anotó el primer gol de los sorprendentes vikingos en una competencia de este tipo. Cuando el árbitro marcó el final del encuentro, Islandia había conseguido su primer punto, y de paso sembró algunas dudas sobre Portugal.
Luego vino otro empate a un gol ante Hungría y una sorprendente victoria 2-1 sobre Austria. Islandia consiguió avanzar a la segunda ronda del torneo continental para sorpresa de todos. A estas alturas, ya había conquistado a los amantes del deporte más popular del mundo.
En octavos de final enfrentó a una selección que desde 1966 no ha ganado nada, pero que, sin embargo, es una habitual en Copas del Mundo y Euros; un gigante, un "histórico", poseedor de la mejor liga de Primera División del mundo.
Islandia se impuso 2-1 a Inglaterra el 27 de junio tras venir de atrás en el marcador. La lógica se había perdido por completo y los orgullosos ingleses lloraban su derrota más lamentable en la historia.
Los vikingos, por su parte, alargaban su estancia en un torneo destinado para los "profesionales".
Con dos entrenadores al frente, uno de ellos dentista, y un capitán que milita en el Cardiff City (equipo que terminó octavo en la segunda división de Inglaterra), les tocó enfrentarse al equipo local.
Francia no se anduvo con consideraciones; sabía que enfrente tenía a un grupo de guerreros sin nada que perder. Y los franceses tenían el orgullo por delante; la sed de revancha ante Alemania, luego de ser eliminados en los cuartos de final del Mundial anterior, los llevó a golear sin mayor problema al equipo revelación.
"No se inspiren en nosotros", les decían a los islandeses desde Leicester City. "No buscamos ser otro equipo, somos Islandia", contestaba Gunnarsson.
Islandia, con una población menor a los 330 mil habitantes, luchó hasta donde pudo. Los 80 mil asistentes al Estadio de Francia y los millones de aficionados en el mundo fueron testigos. Se fueron entre aplausos y la admiración generalizada. Pero Gunnarsson, el capitán, no está convencido de que sea un adiós. "Aprenderemos de esto y me siento inmensamente orgulloso de todos. A Islandia le quiero dar las gracias por todo su apoyo. Estamos empezando".
Es posible que su mente ya esté en Rusia 2018.
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