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Y MI PADRE TENÍA RAZÓN

Dr. Leonel Rodríguez R.

Fue el tercer descendiente de la dinastía de don Benito Rodríguez Ruiz (21-03-1871 - 06-02-1969) y su señora esposa, doña Marcela Bazán Cárdenas, (1882 - 16-05-1937), según una hija del más pequeño de los Rodríguez Bazán, la abuela Marcela, estaba emparentada con Lázaro Cárdenas del Río y no lo dudo, su padre era una copia fiel del que fuera presidente de la República de 1934 - 1940 y como prueba, para los que lo conocimos, tenía un extraordinario parecido con él, basta ver una fotografía cuando era un adulto joven y compararla con don Lázaro.

A mi padre, lo antecedieron sus hermanas, Angelina y Consuelo, y después de él vinieron Antonio, Benito, Manuela y Ma. del Refugio, que no la conocí sino hasta muchos años después de su partida, al llegar a mis manos una fotografía tomada el 21 de marzo de 1942 cuando había contraído matrimonio con Raúl Maldonado de Hoyos, y finalmente la querida Tía Rita y don Blas, todos ellos muy queridos, con los cuales tuvimos mucho contacto y años después, de niños y de jóvenes, con muchos de sus descendientes, todos ellos nacidos en la población de Morelos, Coah., centro de la Región de los Cinco Manantiales.

Cómo recuerdo el respeto con que mi padre se dirigía a sus hermanas mayores y sus respectivas parejas, don Elías Faz de Hoyos y don Alejandro Garza Pérez, primeramente se hablaban todos ellos de usted, y como existía un "compadrazgo" porque habían bautizado, confirmado o casado a algunos de sus descendientes, así es que el compadre para acá, la comadre para allá, era lo habitual en su trato cotidiano. Con los hermanos que le procedían, se hablaban de tú, pero con mucho respeto, y veo con gran satisfacción cómo entre mis hermanos, sobre todo el mayor, Nemesio (qepd) se repetía la historia, pues me llamaba la atención cómo el junior de mi padre, se dirigían entre ellos con el respetuoso usted y/o bien compadre. Lo mismo sucedía con el junior y la hermana Rita (qepd) y su esposo Raymundo (qepd), en quienes también existía un compadrazgo, y las hermanas, Ma. Gloria y Cuquita, y sus parejas, que aunque se tutean, siempre utilizan el compadre y/o comadre. Lo mismo sucedía entre mi hermano mayor y su esposa, que son compadres de la hermana Gloria y su esposo Pepe, que igualmente siempre que se veían se hablaban de compadres.

Cómo me hubiera gustado haber platicado con mi padre de su niñez, de su juventud, de su edad adulta, de las labores que desempeñaba, aunque lógicamente deducía que por muchos años se dedicó a la agricultura y al cuidado del ganado que tenía el abuelo Benito; después de l943, al cambiar de residencia de su pueblo natal al mineral de Nueva Rosita, Coah., sus actividades dentro de la empresa minera fueron muy diferentes, en la que trabajó durante muchos años, hasta que al fin, en 1969, se retira de la empresa, y para "matar el tiempo", se dedicaba a visitar con mucha frecuencia "su Morelos, querido", ya propietario de una camioneta Chevrolet 1957 de color rojo, que era conducida por la hermana Lupita. Visitaban, sobre todo los fines de semana, al querido terruño, donde negociaba todo aquello que se pudiera negociar y "acarrear" a Nueva Rosita todo lo que también pudiera ser comercializado. Años más tarde, logró hacerse de otra de más reciente modelo, una Ford 1970, que conservó durante muchos años.

Cómo olvidar aquellas horas de agua de riego y aquellos terrenos agrícolas que heredó de sus padres, mismos que al cambiar de residencia encomendó a su compadre Adolfo García para que las trabajara como "mediero" sembrando generalmente trigo; todavía recuerdo que después de la cosecha un manojo de espigas, de un dorado brillante, adornaban colocados en un bello florero de cristal cortado durante varias semanas en uno de los trinchadores del elegante comedor de diez piezas de nuestra casa familiar, esta historia se repitió durante varios años.

Otra etapa de la vida de mi padre, que recuerdo perfectamente, eran los viajes que invariablemente realizaba a su Morelos querido los fines de semana, sobre todo cuando el abuelo Benito aún vivía, quien había quedado, primero en su vejez y posteriormente en su ancianidad, pues sobrevivió hasta los 98 años, a cargo de la querida tía Mela, y no olvido que de la despensa de nuestra casa hacía dos despensas más: una para su padre y hermana, la otra para la querida tía Emilia, quien había enviudado del tío Erasmo aquel 26 de octubre de 1954, quedándole tres pequeños hijos que logró sacar adelante hasta convertirlos en unos jóvenes que posteriormente cada uno de ellos formó su propia familia.

Pero lo que seguro jamás voy a olvidar es el hecho siguiente: como la empresa en la que trabajaba dentro de las prestaciones tenía en regalar tanto la luz como el agua, entre otras tantas más, pues aunque había un límite en la cuestión de la energía eléctrica, un total de kilowatts que jamás llegábamos a rebasar dado que en lo único que se utilizaba era en el refrigerador, el día que lo llegamos a tener, los focos que se tenían en las habitaciones, y sobre todo en el uso de la plancha, así es que sobre todo los hijos que no sabíamos de estos controles, poca atención teníamos al entrar y salir de una habitación de apagar el switch y ahorrar energía y él, como decíamos "detrás de nosotros apagando los focos", nosotros lo contradecíamos diciéndole que al cabo no se pagaba el servicio de luz, y la respuesta que recibíamos de él era: "pero va a llegar el día en que hay que pagarla y hay que acostumbrarnos a ahorrarla", y aunque tuvieron que pasar muchos años para que esto sucediera, el año, el día llegó y ahora sí automáticamente "apagamos" los focos que no se utilizan para, lo que decía mi padre, había que ahorrar energía.

Fue allá, a fines de los sesenta, cuando decide retirarse de la empresa minera donde trabajó por espacio de treinta años, previo a este acontecimiento en 1969 cuando la empresa le reconoce el haber laborado para la misma veinticinco años de servicio, entre otras cosas, se le obsequia un reloj de este aniversario, mismo que guardó para obsequiármelo en julio de ese mismo año, al concluir con éxito el primer año de la carrera de medicina. Toda una historia de varias cuartillas escribí hace muchos años en relación a este reloj, marca TISSOT, que un día, visitando Zacatlán de las Manzanas en el estado de Puebla y al visitar el gran Museo del Reloj, donde en varias vitrinas exhibían cientos de relojes de pulsera y sin mucho pensarlo lo doné, por cuyo detalle el gerente y dueño de la fábrica me entrega una tarjeta de presentación con el siguiente mensaje: "ESTOY MUY EMOCIONADO DEL OBSEQUIO TAN ESPECIAL DEL DR. LEONEL RODRÍGUEZ DE UN RECUERDO PARA ÉL MUY ESPECIAL Y HOY LO CONSERVAREMOS CON MUCHO CARIÑO PORQUE FUE DE UN OBSEQUIO DE SU PADRE".

Seguro estoy, don José Luis, que mi padre desde el lugar donde se encuentra está de acuerdo conmigo: de que no pudo haber elegido mejor lugar para que permanezca por toda la vida de este gran museo.

No pierdo las esperanzas, don José Luis, que algún día de muchos años adelante, cuando alguno de mis descendientes lea esta narración, le nazca la inquietud de ir a Zacatlán, de estar en el Museo de Relojería "ALBERTO OLVERA HERNÁNDEZ", para buscar en esa gran cantidad de relojes de pulsera, el que perteneció a mi padre, conocer el reloj que perteneció a su bisabuelo, o a su tatarabuelo, ¡qué sé yo! Que así sea (25-02-12).

Junio, mes del padre del 2016.

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