(Primera parte)
Me impactó, me sorprendió, la partida de
Jacobo Zabludovsky, increíblemente ha-
ce ya cerca de un año.
Recuerdo que du-
rante varios días, no muchos, en su no-
ticiero de “Una a tres”, lo conducía Artu-
ro Corona; sin embargo, pensé durante
esos días, que tal vez anduviera de va-
caciones o quizá cubriendo alguna no-
ticia más relevante, de acuerdo a su
prestigio de un gran comunicador, de un
gran escritor y periodista.
Sin embargo, la mañana del 3 de julio
pasado, al sintonizar las noticias mañane-
ras de Sergio y Lupita, en el 1350 de AM,
escuché algo que me hizo sospechar que
se hablaba de la partida de “alguien impor-
tante”, e inmediatamente sospeché que
fuera de él, de Jacobo Zabludovsky.
Con-
forme continuaba la noticia, y ya para fina-
lizarla, se escuchó la frase de costumbre,
la frase de despedida: “Descanse en paz”.
Más tarde, corroboré la triste noticia a tra-
vés de las notas de los periódicos locales.
De inmediato, tuve la idea de dedicar-
le un mensaje, ¡lo había admirado tanto!,
¡lo había seguido durante mucho tiempo!
Tanto desde el punto de vista como escri-
tor, como periodista, como comunicador,
lo había seguido por varias décadas des-
de aquellos años que conducía el progra-
ma “24 horas”, donde era acompañado,
entre otros, por LolitaAyala y el jovenMu-
rrieta, comunicador de noticias deportivas.
Tiempo después, y por varios años con
su programa radiofónico de “Una a tres”,
que se difunde por la mayor parte del pa-
ís, por diferentes repetidoras de Radio Cen-
tro, me llamaba la atención que dentro de
su seriedad, no dejaba de ponerle, de
echarle algo de “pimienta” a sus comenta-
rios, que no podíamos evitar emitir una
sonrisa o en ocasiones una estruendosa
carcajada, sin embargo, los días pasaban
rápidamente y después ya era una noticia,
ya más bien era historia y preferí hacerlo
después para recordar el primer año de
su partida.
Lo escuchaba con un gran conocimien-
to de causa, una cultura más que univer-
sal; recuerdo cuando era entrevistado en
relación a si conocía el Centro Histórico de
la Ciudad de México y su respuesta siem-
pre era la misma: “conozco no tal sólo sus
calles y avenidas, sino cada una de sus ca-
sas, de sus construcciones”, admiraba ese
poder de retención, esa cualidad quemu-
chos quisiéramos tener.
Cómo olvidar esa narración telefónica
que llevó a cabo la mañana del 19 de sep-
tiembre de 1985 que la inicia a pocos mi-
nutos después del terremoto más devas-
tador que ha sufrido la Ciudad de México,
misma que durante muchos aniversarios
posterior al mismo, hemos vuelto a vivir
con sus repeticiones.
Escucharlo, primero por televisión y
después durante muchos años por la ra-
dio y sobre todo escuchar una voz tan
firme de un adulto joven, tan bien mo-
dulada, para los que nada más lo escu-
chábamos, nos hacía pensar que corres-
pondía a un adulto joven, no a una per-
sona de más de 85 años de edad, y so-
bre todo, haber seguido su trayectoria
durante varias décadas, me hacía pen-
sar en muchas ocasiones que acaso don
Jacobo “sería inmortal”.