Terminó ayer esta que acabó por ser una fugaz avenida del río Nazas sobre su lecho seco. Desde el fin de semana pasado la Comisión Nacional del Agua había anunciado que abriría las compuertas de la presa almacenadora Lázaro Cárdenas de manera precautoria para verter un volumen en ese momento no determinado, en aras de tener capacidad para eventualmente poder tener un mayor margen de maniobra en caso de que las aportaciones a su embalse a través de la cuenca alta, obligaran a tomar medidas más drásticas.
Bajo esas condiciones, el domingo pasado el padre Nazas vio correr por su cauce desde la propia presa El Palmito (la Lázaro Cárdenas, que por cierto esta semana cumplió 70 años de existencia) 200 metros cúbicos por segundo. De la misma manera, la presa reguladora Francisco Zarco liberó aguas bajo el mismo caudal de 200 metros cúbicos por segundo.
Esta decisión encabezada por el director general del Organismo de Cuencas Centrales del Norte de la Conagua, el contador Ricardo Álvarez recibió inmediatas críticas del sector agropecuario quienes se extrañaban de esta aparente absurda decisión; no obstante, Álvarez señala que la misma no la toma él de manera unilateral.
De igual manera, voces del sector productor agrícola de diferentes municipios de la Comarca Lagunera señalaron como errónea la acción que esta semana tomó la Conagua para nuevamente soltar agua por el lecho seco, con todas las consecuencias que esto significa. El anonimato de estas voces hace que ciertamente pierdan peso sus dichos, puesto que una queja o crítica sin rostro pierde solvencia, no así la crítica del ahora político Marcelo Torres, exdiputado federal y que desde un video donde aparece, hizo acre crítica sobre el manejo que la Conagua había dado de la primera avenida de este año, ocurrida a finales de agosto y principios de septiembre. En ese video, Torres Cofiño señalaba que Conagua había dejado que la presa derivadora Francisco Zarco subiera mucho su volumen de almacenamiento y que cuando se acercaba éste a su límite total de embalse, y el riesgo que esto implicaba se tuvo que liberar un caudal de hasta 650 metros cúbicos por segundo, lo que provocó las inundaciones y daños ya conocidos.
Lo extraño, es que el político Torres criticó hace un mes que dejaron subir mucho el volumen, pero esta semana dice lo contrario. En fin, al menos Marcelo habla de frente y critica el funcionar del director Álvarez en estas últimas semanas.
Sin embargo, la crítica más demoledora de la actuación que ha hecho la Conagua en esta temporada la realizó José Manuel Ramírez Robles, quien fue gerente general en la propia Comisión Nacional del Agua durante la denominada "Gran avenida", la de más duración registrada y que ocurrió entre los meses finales de 1991 y el amanecer de 1992.
Sus datos son muy claros y contrastantes: en octubre de 1991, la presa Lázaro Cárdenas tenía almacenado tras su cortina 3 mil 540 millones de metros cúbicos, lo que representaba el 83 por ciento de su capacidad máxima con sus compuertas cerradas. El domingo la misma presa tenía poco más de 2 mil 900 millones, es decir, un colchón de 600 millones para estar en la misma situación de 1991.
En conclusión, Marcelo Torres es inexacto en su primera crítica. El problema en la primera avenida de este año no fue lo que dice que dejaron subir la presa Las Tórtolas, que pasó los 300 millones de metros cúbicos y que los hizo decidir liberar el caudal demoledor de 650 metros cúbicos por segundo, causando estragos y orillando a que destruyeran el sifón de un ramal del Sacramento que cruza de Gómez Palacio a Torreón. La avenida era necesaria, pero no a 650 metros por segundo, con 450 metros por segundo como ocurrió en 1991, hubiera sido menos destructivo.
En esta segunda avenida, donde se tiraron alrededor de 50 millones de metros cúbicos, termina siendo esto un desperdicio.
Ojalá el contador Ricardo Álvarez tome esto como experiencia y en su flamante puesto, dedique tiempo para tener más observación en campo y conozca con detalle las presas Cárdenas y Zarco y el lecho completo del Nazas, para que no vuelva a cometer estos yerros que miles han tenido que sufrir.