Mientras dos grandes potencias están esforzándose por fortalecer su dominio sobre las decisiones mundiales y dan pasos para crear gigantescas zonas preferenciales, nosotros en México estamos trabados en tratar de resolver las diarias complicaciones de la muy problemática transformación de nuestras estructuras internas.
Esta semana se ha presentado en el Senado de la República la iniciativa de una Ley para fomentar las Zonas Económicas Especiales. El hecho es muy oportuno, pero hay que cerciorarnos de que sus conceptos de verdad sirvan para iniciar como se pretende, toda una nueva etapa en nuestro desarrollo nacional.
El esquema de las Zonas Especiales que se describe en la Iniciativa propone un cauteloso remedo de las zonas y parques industriales que desde hace tiempo operan en varios países y, que por esto mismo, una vez más nos han ganado la carrera.
Las experiencias citadas en la iniciativa de ley aluden a las zonas y parques industriales que iniciaron sus actividades desde hace algún tiempo como en China, India, Corea del Sur y Polonia destacando los éxitos en ellos obtenidos en términos de inversiones atraídas, exportaciones incrementadas y creación de empleos.
Los modelos extranjeros mencionados, bien conocidos, son dignos de imitación sólo hasta cierto punto. Las relaciones económicas internacionales sin duda se estimulan y fortalecen con estas zonas vistas como sumas de empresas existentes, o aún las que se han creado por virtud de dicha modalidad.
En este sentido, las Zonas Especiales son sólo espacios donde se alojan instalaciones industriales y comerciales para acceder a facilidades fiscales y administrativas que el gobierno ofrece.
En efecto, la Iniciativa de Ley, que ha pasado a comisiones para su estudio y dictamen, describe las Zonas Económicas Especiales como "…espacios delimitados que gozan de una ubicación y logística para aprovechar sus ventajas geográficas sujetándose a un régimen de estímulos y otros incentivos de orden económico a favor de las empresas que se establecen físicamente dentro de las mismas. Se busca atraer empresas "ancla" o tractoras de alta productividad y, mediante políticas complementarias fortalecer el encadenamiento productivo para potenciar las derramas económicas y tecnológicas de la región… Las Zonas Especiales constituyen una política …en favor de las actividades económicas más productivas en las zonas con menores niveles de ingresos del país".
La iniciativa de ley señala siete virtudes que se desprenden de las Zonas cuando están bien diseñadas e implementadas: un aumento en la competitividad de la región, "economías de aglomeración", atracción de inversiones nacionales y extranjeras, creación de empleos directos e indirectos, aliento a la creación de infraestructuras, promoción de exportaciones, así como de la "marca país". Ninguna mención e hace a aspectos comunitarios.
Los parques o zonas especiales son necesarios como instrumentos de promoción del comercio exterior y para obtener los diversos frutos que la Iniciativa enumera. El desarrollo socioeconómico integral de nuestro país requiere, sin embargo, esfuerzos de solidaridad social con nuestra población para atender retos que van más allá de lograr una sana balanza comercial o rescate de alguna zona deprimida.
Las tendencias que se advierten en el comercio internacional apuntan a vinculaciones económicas y políticas que se aprietan cada vez más entre regiones y países que se alían en grandes grupos, lidereados por las dos principales potencias. En estas rivalidades de intereses dominantes la unidad económica local y con mayor razón, el trabajador individual, sea productor de artículos físicos o proveedor de servicios, pierde su identidad como participante de una comunidad que sienta como suya.
La maquila, el cultivo, el procesado y distribución de productos no abre, por sí mismo, oportunidades a la creatividad del trabajador cuya tarea se reduce a cumplir la directiva del empresario que lo contrató.
La agrupación de varias empresas, "cluster" en una de las zonas especiales que vamos a promover no sólo en el sur del país sino en muchas otras regiones, no sirve como instrumento de la unidad comunitaria en la que los trabajadores y los diversos agentes sociales puedan vivir para disfrutar una vida personal equilibrada.
Las Zonas Económicas Especiales pueden ampliar su función involucrando a las empresas que las forman en articular sus actividades a las necesidades de las comunidades que sean vecinas o, faltando éstas, proceder a crearlas. La discusión en la Comisión del Senado de la Ley de Zonas Especiales es ocasión para articularlas más directamente al desenvolvimiento nacional y no quedar en modelos convencionales extranjeros.
juliofelipefaesler@yahoo.com