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2018

JULIO FAESLER

El año se presenta confuso. No sólo para nosotros sino para todo el mundo.

En México los datos son contradictorios. Por una parte el crecimiento está seriamente comprometido, ha sido bajo en los últimos meses y el 2018 se pronostica pesado con la probabilidad de una inflación que no cederá.

Pero hay resultados positivos en el comercio exterior que ha crecido sólidamente en productos agrícolas al lado de las manufacturas. Destacan las ventas de automóviles a Estados Unidos. La información hay que tomarla con cautela. La suerte de nuestro arreglo preferencial con nuestro mayor cliente está en veremos y no sabemos las consecuencias de su desaparición, por muy acompasada que fuera por razón de las disposiciones contractuales aplicables.

Nadie puede pronosticar lo que en 2018 nos espera. Pocas veces se han presentado incógnitas tan espesas como ahora que avanza un año nuevo en el que, para complicar más el asunto, se realizarán elecciones para Presidente de la República y unos 3000 funcionarios más en todos lo niveles.

Al que dude de la importancia de las decisiones que tomen los votantes el 6 de julio se le debe invitar a aquilatar los resultados que se han desprendido de los comicios en un sinnúmero de países en los últimos tiempos.

Gracias a las elecciones en Reino Unido, el rumbo de los cuatro países que lo componen ha variado sensiblemente. Francia, ha cambiado diametralmente de curso y ha alejado el peligro de irse a una inflexible derecha, mientras que su vecino España aún no acaba de experimentar los efectos de la azonada catalana que sigue amenazando su unidad. Alemania, por su parte, está digiriendo el debilitamiento de la coalición que hasta ahora la ha fortalecido. En nuestro continente las elecciones aun recientes en Argentina, Perú, Ecuador y Brasil resuenan en los cambios que están en marcha. El clima de inestabilidad.

El caso de Estados Unidos se cuece aparte. Las incomprensibles decisiones que toma el complejo personaje que una escasa mayoría electoral llevó a la presidencia de ese país, rompen estructuras convenidas que han evitado que los precarios equilibrios internacionales estallaran de una conflagración de universal dimensión.

La completa pérdida de una consciencia de responsabilidad colectiva que el Presidente Trump preconiza bajo crudas ambiciones localistas que destierran el espíritu de colaboración entre países. Lo que es aun más grave es que, dada la dimensión económica, política y militar de los Estados Unidos, el destructivo empeño que hace ya un año irradia desde la Casa Blanca ha obligado a la comunidad internacional a alterar sus propias rutas estratégicas para acomodarse en nuevos equilibrios políticos, económicos y se mutua seguridad.

Esto coincide con momentos en que, como se dijo, los más importantes actores en el escenario mundial están en transición, debatiéndose con tensiones internas, o intentando resolver retos tan graves como migraciones masivas o la difusión del narcotráfico o consumo.

2018 no se presenta fácil para nadie. La aparición de China con su propia agenda de extender su pujanza primero en su región para continuar en América Latina es un factor que podría marginar la importancia que reclaman los problemas del mundo occidental al que pertenecemos.

Para México el tablero se presenta con la opción de seguir con su paso vacilante, avanzando con pasos esporádicos y aleatorios, o bien aprovechar el capítulo en que se encuentran los acontecimientos internacionales, para armar nuestros recursos humanos y materiales en una estrategia total bien articulada que nos dote de personalidad y fuerza internacional que usaremos cuando, ya preparados, nos convenga tomar la posición que nos corresponda.

El 2018 México puede emprender el desarrollo integral que su pueblo es capaz de conquistar. Los próximos meses son vitales para que el electorado tome consciencia de la transcendencia de su voto del que, como sucede en el resto del mundo, depende el rumbo y calidad del próximo gobierno. Hasta ha desperdiciado ese instrumento. El mensaje tiene que llegar hasta la profundidad psíquica de cada ciudadano.

Nos esperan escenarios que deben ser históricos. No serán los primeros en nuestra vida nacional.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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