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A empujones hacia el Nobel

Un economista atípico y herético

Foto: Anne Ryan/AP

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IVÁN HERNÁNDEZ

Thaler elaboró la nudge theory (teoría del empujón) que involucra un ejercicio de índole paternalista: preparar al racionalmente limitado consumidor para hacer cosas como ahorrar una cantidad al mes. Se trata, según los partidarios de la psicología económica, de empujar en la dirección correcta.

El ganador del Nobel de Economía de este año, Richard Thaler, obtuvo la distinción por alejarse de los caminos seguros de su ciencia.

Estudió en la Universidad de Rochester y gusta de bromear. Para darse a entender utiliza íconos de la cultura de masas: el señor Spock, de la serie Star Trek, y un tal Homero J. Simpson.

Sus opiniones, aunque recurra a curiosas manifestaciones del ser humano con un tono entre amistoso y bromista, no están despojadas de cierta solemnidad. En especial cuando el punto de sus observaciones es invitar a sus colegas a visitar con más frecuencia escenarios apegados a la realidad.

Cuenta la leyenda que decidió ser economista como quien no haya qué hacer y se inscribe allí donde hay vacantes. Muchos de los temas expuestos en las aulas, coinciden varios testimonios, no lograban interesarlo. A la hora de plantear algún problema, sorprendía e irritaba a los docentes con cuestiones poco serias, relacionadas con las incongruencias en el actuar de los agentes del mercados.

En Rochester, una universidad donde se forman profesionales en la mejor tradición heredada de Adam Smith, no esperaban mucho de él.

En el rumbo de sus estudios fue definitiva la influencia de dos psicólogos israelíes, Daniel Kahneman y Amos Tversky. Junto a ellos desarrolló la 'Economía del comportamiento' o 'conductual', una combinación de economía y de psicología.

OPOSICIÓN

A principios del año pasado, este nativo de Nueva Jersey dio un discurso en calidad de presidente saliente de la Asociación Estadounidense de Economía, en el que reiteró el llamado a los colegas a no perder de vista que, en el mundo real, las personas ni son todo lo racionales que deberían ser, ni toman las mejores decisiones.

La defensa de la ortodoxia económica argumenta que mientras más trascendente sea una decisión a tomar mayor será la atención que reciba por parte de quien elige. Los individuos puestos a irse por una opción u otra o desecharlas todas, pueden no estar cualificados para extraer las mejores conclusiones sobre terreno, pero actúan como si lo estuvieran o aprenden mediante la práctica. Thaler considera que esto no ocurre así. En cuestiones cotidianas, ir a surtir la despensa o comprar algún electrodoméstico barato, señala el experto, se puede alcanzar un conocimiento adecuado con base en el método de ensayo y error. Sin embargo, hay prácticas poco frecuentes, comprar un vehículo o una casa, que implican tomar decisiones mayores y cuyo margen de aprendizaje es más bien escaso.

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Foto: Betterment

CORRECTO

El nobel asegura que la facultad del mercado para autocorregirse no marcha de acuerdo con la teoría. El razonamiento utilizado para ilustrar la acción nos pone a imaginar a un par de empresarios del sector terciario. Los dos deben elegir entre educar al consumidor o explotar el error común de contratar un servicio al que no se le saca mayor provecho. ¿Cuál elegirán? Ciertamente, la segunda opción es la más rentable.

Thaler llama la atención sobre algo llamado el “sesgo del presente”. Significa que nuestro presente, el ahora, es más importante dentro de la toma de decisiones que cualquier retribución futura, por muy grande que sea. Eso implica, en resumen, cometer errores, elecciones inconsistentes y hasta fuera de la razón.

A la hora de inclinarse por una acción de mercado, según la economía conductual, los individuos son sensibles a la forma y el orden en que aparecen las opciones, otro aspecto a considerar es el entorno. Ese trío conforma el equipo de los 'factores supuestamente irrelevantes'.

A propósito de este 'sesgo', el ahorro para el retiro es el caso por antonomasia. Las personas saben, o deberían saber, como entes racionales y capaces de proyectarse a un futuro aproximado, cuál será el consumo óptimo que harán en el futuro y con base en ese conocimiento elaborar un plan de ahorro, de preferencia incluyendo alguna bolsa para imprevistos, enfermedades o algún divorcio. Sin embargo, la mayor parte de la Población Económicamente Activa no tiene idea de cuánto ha ahorrado o de las comisiones y rendimientos de su institución administradora de fondos.

Atento a este tipo de manifestaciones, Thaler elaboró la nudge theory (teoría del empujón) que involucra un ejercicio de índole paternalista: preparar al racionalmente limitado consumidor para hacer cosas como ahorrar una cantidad al mes. Se trata, según los partidarios de la psicología económica, de empujar en la dirección correcta.

FRÍO

El trabajo del estadounidense ha demostrado que los procesos involucrados en la toma de decisiones no son mecanismos fríos, enfocados a logar la máxima utilidad, no son lo que el pensamiento económico neoclásico dice de ellos.

Aquí aparece uno de los planteamientos que le han granjeado simpatías y críticas. La contraposición entre el homo economicus, término extraído de la teoría predominante, y el homer economicus, denominación inspirada en Homero Simpson.

El primero es el ser al que da lugar la economía de mercado, una persona tan lista como un economista, con habilidad para acertar en sus predicciones y dueño de un autocontrol a prueba de fallos (Spock). Sin embargo, en la realidad, el comportamiento de las personas se acerca más al del famoso kwyjibo (gran simio norteamericano de poco seso, calvo y sin barbilla).

No obstante, el propio Thaler se ha encargado de matizar la comparación. En un tuit expuso: “Para ser claro. La economía conductual apunta a conocer las limitaciones humanas e intentar ayudar. Nosotros no decimos que los individuos sean tontos, sólo decimos que son humanos”.

Además de pionero de la economía del comportamiento, es profesor de la escuela de negocios de la Universidad de Chicago y autor de libros como Todo lo que he aprendido con la psicología económica y Un pequeño empujón.

En el primer título hizo un recorrido por la evolución de la disciplina que contribuyó a poner en el mapa a lo largo de más de cuatro décadas y media. En pocas palabras, al principio era considerada una tontería y hoy es tomada muy en serio.

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Teoría del empujón.Foto: Rikka Laakso

EXPLICACIÓN

En el camino hubo eventos impredecibles que ayudaron a instalar las teorías del nativo de Nueva Jersey. Tres fuertes e insospechados episodios fueron la crisis bursátil de octubre de 1987 (la caída diaria más alta en la historia de la bolsa norteamericana), el estallido de la burbuja tecnológica (el pinchazo de las 'puntocom' iniciado en marzo de 2000 que derivó en quiebras e inversionistas arruinados) y la Gran Recesión de 2008 (cuyo inicio estuvo vinculado al sector inmobiliario estadounidense con las 'hipotecas basura').

Estas experiencias evidenciaron que algo en la teoría económica no marchaba conforme al plan. Fue natural que la necesidad de explicaciones apuntara los reflectores hacia quienes habían advertido que la gente se comporta de modo muy distinto al predicho por los modelos económicos. Esto ocurre porque en las decisiones tomadas intervienen factores diversos, desde valores hasta miedos, los deseos y los prejuicios y no olvidemos el estado de ánimo.

Una forma sencilla de introducirse en las ideas del heterodoxo estudiante de Rochester es tener presente que el factor humano representa en muchos casos equivocarse al momento de decantarse por un acto u otro, por uno u otro escenario, de manera que ayudar a las personas, con información a propósito de los alcances de sus acciones, resulta bastante útil.

JUSTIFICACIÓN

El estadounidense recibió el premio sueco debido a un largo trabajo que ha permitido incorporar al análisis económico ideas clave extraídas de la psicología humana.

En la justificación del galardón se comenta que, como nunca antes, economistas y psicólogos han documentado desviaciones sistemáticas del comportamiento racional asumido en el modelo económico neoclásico.

La labor de Richard Thaler ha provisto a sus colegas con un surtido repertorio de herramientas experimentales y analíticas para comprender y predecir. Por el momento, una conclusión evidente es que si bien los seres humanos tratan de tomar decisiones racionales, poseen habilidades cognitivas y una fuerza de voluntad bastante limitadas.

Desde 1980, ha publicado con frecuencia y no ha dejado de documentar y analizar cómo las decisiones económicas son influidas por tres aspectos de la psicología humana: limitantes cognitivas, problemas de autocontrol y preferencias sociales.

Para explicar el primer elemento de ese trío, uno en el que juega un papel destacado el llamado 'efecto de dotación', el nobelizado psicólogo Daniel Kahneman recurre a una figura de los días universitarios de su socio Thaler.

En el libro Pensar rápido, pensar despacio, Kahneman relata que su amigo tenía un profesor enófilo (persona que gusta del vino y su cultura) el cual se negaba a vender una botella de su colección a pesar de que le pagaban 100 dólares (esto ocurrió en 1975) por ella. El docente tenía la política de nunca pagar más de 35 dólares por un vino de aquella calidad. A pesar de su apego a los postulados de la teoría neoclásica, el profesor no mostró una conducta consistente con el pensamiento que enseñaba: no tenía un valor único para la botella. El precio justo y aceptable de venta y el precio justo y aceptable de compra habrían tenido que ser idénticos, pero el precio mínimo de venta (100 dólares) era mucho más alto que el precio máximo de compra (35 dólares). Es decir, era como si la sola posesión del bien incrementara su valor. Esta característica fue bautizada como el 'efecto de dotación'.

La explicación del efecto fue complementado con la Teoría de las perspectivas. Kahneman continúa con el caso del profesor y expone que el académico considera tanto la pena de desprenderse de la botella como el placer de conseguirla. Los valores resultantes no son iguales debido a la “aversión a la pérdida: el dolor de desprenderse de una botella de tan buen vino es mayor que el placer de conseguir una botella de un vino igual de bueno”. Los economistas conductuales han descubierto que el efecto de dotación no es universal.

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Gran Recesión 2008. Foto: CNN Money

MÁS CONCEPTOS

Las contribuciones destacadas del nativo de Nueva Jersey incluyen información sobre los problemas de autocontrol que impiden a las personas llevar a cabo sus planes óptimos, incluso cuando todos los cálculos hablan de las bondades de ejecutarlos. Las desviaciones (el comportamiento inapropiado) tienen, en el extremo más fácil de visualizar, los casos de adicciones. En expedientes menos severos encontramos los malos hábitos alimenticios, el sedentarismo y el hábito de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.

Otro aporte esencial se ha registrado en el campo de las preferencias sociales. Aquí se ha descubierto que, a la hora de definir sus acciones económicas, las personas parecen tener en cuenta el bienestar de otros individuos y exhibir una aversión por la desigualdad que conlleva una preocupación por los resultados aunque no por las intenciones.

El atípico estudiante que causó más de una molestia a los responsables de instruirlo se propuso hallar respuestas a los casos en que los seres humanos toman decisiones en contra de sus propios intereses.

Quizá lo más impactante de los estudios realizados por Thaler es que todo mundo conoce las tonadas cargadas de sentido común: si hacer un consumo mayor hoy usualmente representa consumir menos mañana, el consumidor debería actuar con mayor responsabilidad, prepararse para el futuro.

A propósito del ahorro para la pensión. Thaler asegura que con un ligero empujón es posible despertar en la gente el ánimo de reunir recursos para la vejez.

Ese leve toque del estadounidense es el ingrediente principal de la nudge theory, pequeñas dosis de información que alteran la conducta de las personas, una invitación a influir en el comportamiento de los ciudadanos, aunque respetando su libertad de elección, para que seleccionen la mejor de las opciones o por lo menos actúen con base en datos bien procesados, analizados y puestos a su alcance. De ese calado son las herejías contra el dogma neoclásico que le han valido el Nobel de Economía.

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