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Acaparan la atención de la Mostra

Las actrices Judi Dench y Helen Mirren presentaron los filmes Victoria & Abdul y The Leisure Seeker, respectivamente

Helen Mirren.

Helen Mirren.

EFE

La Mostra de Venecia se rindió hoy a la veteranía y a la realeza, la de dos de las más grandes reinas de la gran pantalla, las británicas Judi Dench y Helen Mirren, que acapararon toda la atención y demostraron que la veteranía es un grado.

Con 82 años, Dench, y 72, Mirren, ambas demostraron estar en grandes momentos de sus carreras y ofrecieron dos impecables interpretaciones en Victoria & Abdul y The Leisure Seeker, respectivamente.

Dench llegó con una reina bajo el brazo, de nuevo Victoria, a la que ya interpretó hace 20 años en Mrs Brown (Su majestad Mrs Brown), un papel que marcó un punto de inflexión en una trayectoria coronada en 1998 por un Óscar precisamente por otro papel real, el de Isabel I de Inglaterra en Shakespeare in Love.

Mientras que Mirren es la reina de un "pequeño reino" que es la caravana en la que se desarrolla The Leisure Seeker, como dijo con humor en la rueda de prensa de presentación del filme.

"Con los papeles de reinas te dan trajes muy bonitos y consigues muchos diálogos o pocos, pero todos te prestan atención, son muy buenos personajes", explicó la actriz, ganadora de un Óscar por interpretar a Isabel II en The Queen (La reina, 2006), de Stephen Frears, el mismo director del filme protagonizado por Dench, que cuenta la relación de la reina Victoria con un sirviente indio.

Una historia ambientada a finales del siglo XIX -el reinado de la reina Victoria duró de 1819 a 1901-, lo que ha obligado a Dench a llevar pesados trajes que compensan su incomodidad con la ayuda que proporcionan para interpretar al personaje.

"Aprendes a no beber café con esa ropa porque no te deja ni respirar, pero una vez que te acostumbras a llevarlos, comienzas a darte cuenta de cómo la reina andaba, cómo se sentaba, cómo eran todos sus movimientos, que asimilas y llegan a ser casi espontáneos", explicó.

Pero en las presentaciones de sus dos filmes en Venecia, ninguna de las dos actrices llevaba esos trajes y corsés que eran la razón en buena medida del porte de las reinas clásicas, y sin embargo las dos dieron una lección de elegancia.

Ambas con el pelo blanco, la naturalidad de las arrugas y una elegancia innata tan exterior como interior.

Dench de blanco, con pantalones y chaqueta larga y un gran foulard descuidadamente colocado sobre el hombro, y Mirren con un vestido floreado en rojo y blanco. Ambas de manga larga para hacer frente al cambiante tiempo de Venecia, que alterna el diluvio con el sol.

Y las dos con una relajada sonrisa, seguras del trabajo presentado e inmunes a los halagos gratuitos habituales de las ruedas de prensa de los festivales.

Con un aplomo y una profesionalidad que les hizo protagonistas de las ruedas de prensa frente a sus compañeros. Junto a Dench un ausente Frears y con Mirren, un Donald Sutherland que hacía una especie de lenguaje gestual para evitar el esfuerzo de responder alguna pregunta.

Pero las reinas hoy eran ellas y en Venecia todos lo sabían.

Guédiguian no sorprende en Venecia

El francés Robert Guédiguian lleva treinta años volcando su compromiso político en el cine y el último ejemplo es La villa, una historia familiar con la inmigración de fondo con la que compite en la Mostra y que es una película sólida, pero que no ha sorprendido en Venecia.

"Creo que estamos en una época con tendencia a rechazar o a considerar como obsoletas una serie de ideas y de concepción de ideas. Todo lo que hizo el movimiento obrero en el siglo XX lo consideramos como algo desfasado y creemos que hoy las cosas sólo funcionan de forma individual", explicó el realizador en rueda de prensa.

Junto a él, el grupo de actores que le acompaña desde el comienzo de su carrera: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan y Jacques Boudet, a quienes se unen en esta película intérpretes más jóvenes como Anaïs Demoustier, Yann Trégouët o Robinson Stévenin.

La premisa es sencilla. Un anciano (Boudet) queda paralizado tras un infarto. Sus tres hijos (Ascaride, Darrousin y Meylan) se reúnen en su casa, en un diminuto pueblo de la costa francesa que el patriarca se ha negado siempre a abandonar como una forma de rebelión contra la globalización.

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Escrito en: La Mostra

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