Detenida. Kosaka Kumiko, una monja católica de origen japonés, fue imputada por la Fiscalía. (AP)
En un nuevo y escabroso episodio relacionado con el presunto abuso sexual de niños sordos en la provincia argentina de Mendoza, una monja católica fue acusada por la justicia de haber facilitado y consentido las violaciones.
La japonesa Kosaka Kumiko, de 42 años, fue imputada la noche del jueves por un fiscal de "comisión por omisión del abuso sexual con acceso carnal", entre otros cargos, y quedó detenida en la Penitenciaría de Agua de las Avispas en la ciudad de Mendoza, situada a unos a 1,190 kilómetros al oeste de Buenos Aires.
Durante una declaración de ocho horas la religiosa, vestida con un hábito gris y esposada, se desvinculó de las supuestas violaciones ocurridas en el Instituto Antonio Próvolo para niños sordos y con hipoacusia en la localidad mendocina de Luján de Cuyo. Por esos hechos están detenidos e imputados dos sacerdotes -uno de los cuales fue denunciado por los mismos delitos en Italia- y tres exempleados laicos del centro.
"Negó todo y en un momento dijo que ella estaba allí para hacer el bien", dijo el viernes Martín Ahumada, portavoz del fiscal general de la provincia de Mendoza.
La religiosa, que tenía como misión guiar espiritualmente a los niños sordos, fue acusada por una exalumna de haber ocultado la hemorragia que sufrió cuando supuestamente fue violada de niña por el sacerdote Horacio Corbacho, uno de los detenidos con prisión preventiva desde fines de 2016.
La joven denunció que la monja le puso un pañal para disimular el sangrado que le había provocado la violación.
La acusación completa contra la Kumiko, quien se entregó esta semana tras permanecer prófuga durante un mes, es "comisión por omisión de abuso sexual con acceso carnal en concurso ideal con abuso sexual gravemente ultrajante agravado por ser el autor encargado de la guarda y por ser cometido contra un menor", indicó Ahumada.
Según las denuncias Kumiko -que posee nacionalidad argentina- también golpeaba a los alumnos, los estudiaba para "entregar" a los más débiles a sus victimarios y los corrompía con prácticas como la visualización de pornografía.
La monja vivió en el Próvolo entre 2004 y 2012 y tomó los hábitos en la Congregación de Hijas de María Santísima del Huerto.