En el juego de futbol, brillan los pensantes, los que hacen de ese mundo algo propio con la desenvoltura de sus ideas, sin amago de una desmoralización, sino cabeza levantada y radar al frente, en una hechicera confrontación con lo común, donde suelen refugiarse la mayoría, ésos que no acuden a la celebración para realizarse en la cancha, sino solamente a los metálicos ruidos de la cotidianidad superflua, ésos que hacen e intentan siempre lo mismo, que no tienen variantes ni en el terreno, ni en la vida misma.
Los pensantes del futbol, son una especie en plena extinción, que suelen tener fórmulas que afinan desde el vestuario, como esos magos que reiteran sus trucos entre bambalinas antes de la representación ante un pueblo que siempre espera de esos virtuosos que saque algo del sombrero y se limite a exponerlo como si se tratase de un hallazgo especial. Y los comunes en la tribuna se harán de preguntas y de miradas entre ellos, ¿por qué se me vendrá todo el amor de golpe, cuando te siento lejano?, le preguntan al destino.
Los verdaderos artistas del futbol cada vez son menos. Usted pone la tv y mira en cualquier horario, en cualquier color, en cualquier sabor, en cualquier canal, en cualquier tono de voz y termina reencontrando lo mismo, un juego monótono y narraciones que van de la estridencia a la broma simple, a falta de verdaderos temas de espectacularidad, que generan un ambiente de camaradería interior pero que conectan al auditorio solamente con sus ratoneros sistemas de entretenimiento, sin que lo básico, el juego, tengo el brillo debido.
El futbol mexicano se va haciendo predecible y pesado. Los equipos carecen de continuidad y presencia pues unos días son todo el show de alegría y consecuciones y otro quedan mirando en la esquina como viejo con Alzheimer sin saber el rumbo a escoger. Los dirigentes son agente de todo lo impermisible con la idea prioritaria de que el negocio está por encima de cualquier intento de dar la imagen requerida, por eso Bonilla "sugiere" que Jaguares se venda cuando por incumplido debe sancionarlo con el descenso pero eso no sucede porque hay temor por la verdad, por la ejecución de la ley tal cual y porque son espejo de la realidad nacional.
La gente que vuela, a veces escribe versos. Esa gente que exige cambios y cumplimiento de lo mínimo en justicia y dignidad. Esa gente que se agita donde vive y donde trabaja, esa gente cuyo abatimiento surge cuando vedado el acceso a lo sublime no le queda más remedio que luchar por la subsistencia. Esa que desea ver que su futbol sea abierto, que sea un futbol mexicano y deje de estar copado de extranjeros de medio pelo, salvo excepciones, que se cuente con el espacio para disfrutar de los dotados, con filtros de calidad más finos y se va haciendo un deseo de enfermedad, porque el pesimismo se contagia y parece un sueño sin despertar.
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