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Al Larguero

LABERINTO

ALEJANDRO TOVAR

Para Raymundo Portilla, aficionado de toda la vida

Este campeonato nuestro, tan irregular, tiene vertientes que agradece el negocio, como que un par de victorias puede ponerte en la recámara de las ilusiones y dos resbalones te llevan a oler azufre del infierno pero héte ahí que el moreno Djaniny de pronto se puso la vestimenta de los héroes y dos de sus goles subieron la temperatura y hasta él se olvidó de sus señas hirientes.

En el manual de buenas maneras hecho exclusivamente para irredentos que asumen funciones violentas, se dice que es ahora justo el momento en que se deben encender los cables de la alegría, despertar a los viejos duendes de la esperanza y botar a sombrerazos, gritos o hasta balazos a los viejos fantasmas de la incredulidad, la duda y el prejuicio por De la Torre, que ha sufrido con los suyos pues no lo dice pero sabe que perdió demasiado oro en el camino. Esas unidades que fueron extraviados en los instantes finales lo tendrían en el liderato.

Si como dicen, el buen juicio no necesita de violencia, debemos atender a nuestra gente, que también ha llorado los puntos idos pero sigue creyendo. A veces el pueblo verdiblanco se queda bien quieto, los estremece un pánico como de ratones de laboratorio, cuando el DT ordena retirada y mete a De Buen para defender ventajas que se pierden sin remedio. Los fans entran en un laberinto en el que no tienen ninguna pista que les permita guiar a la salida.

Y vuelta, que esos goles de Tavares cambiaron el panorama. Ahora las metas cambiaron y solo se debe todo mundo solidario para rezar por Julio Furch, al que no le falta energía para dejarla toda en la cancha, el que tiene la personalidad para la cita en el área pero que no aprovecha esa zona que no se detecta con retrovisores y que produce goles. Está reñido con el arco. Hay balones que le han caído cómodos y listos para el grito pero su definición está alterada, como si la portería estuviera en las tribunas y no sobre el último extremo de la cancha. Está desconfiado, temeroso.

Mañana Monterrey será una prueba monumental para encender los fuegos artificiales y dejar escapar la ilusión como alma en pena. Si se solventa el duelo, todo mundo a creer. Ojalá que sea sustentado por Furch en su presencia de área, en su contabilidad goleadora. La gente está esperando el momento justo de la explosión para gritarlo juntos. Porque este tiempo, nos hermana con muchos otros que hemos vivido con Santos. Sobra el espíritu, falta el gol. Cuando una pelota va sobre Julio en el área, todos saltamos con él, miles se estiran en ese balón como si les fuera la vida, algunos incluso, hasta después de muertos.

Arcadiotm@hotmail.com

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