El estrés calórico es definido por Hans Selye como una acción de estímulos nerviosos y emocionales provocados por el ambiente sobre los sistemas nervioso, endocrino, circulatorio y digestivo de un animal, produciendo cambios medibles en los niveles funcionales de estos sistemas.
El calor corporal total procede de tres fuentes básicas que son en orden de importancia, el metabolismo normal, el medio ambiente y la actividad física y productiva.
Las vacas son animales que utilizan entre el 60-65% de la energía consumida ordinariamente va dirigida a la producción, mientras que 35-40% es convertida en calor. Cuando el animal quiere disipar el calor emplea dos tipos de mecanismos: trasmisión, responsable del 75% del calor disipado por el bovino utilizando los sistemas de radiación, conducción y convección, y la vaporización que es responsable del 25% del calor disipado utilizando los sistemas de transpiración o sudoración y de expiración o jadeo.
Existen rangos de tolerancia en cuanto a la temperatura ambiental, denominados bienestar térmico para los animales. Los rangos de temperatura para criar bovinos está entre 16-27°C, se puede afirmar que los bovinos paradójicamente, son capaces de soportar las temperaturas bajas que las altas. Una vaca adulta en su pico de lactación es muy tolerante a temperaturas muy bajas de hasta -17°C o menos, porque genera mucho calor con el nivel de metabolismo normal y con la fermentación ruminal.
En cambio cuando la vaca se somete a temperaturas mayores a 27°C, la vaca se encuentra por fuera de su zona de confort y empieza a tener dificultades para mantener la temperatura corporal, viéndose obligada a sacrificar energía designada para actividades productivas y reproductivas.
Existe un Índice de Temperatura Humedad (ITH), es el indicador más utilizado para monitorear sí las condiciones ambientales resultan estresantes para los bovinos, considerándose que valores de ITH mayores o igual a 72 ocasionan disconfort térmico.
El estrés calórico afecta negativamente la rentabilidad y viabilidad económica de la actividad ganadera reflejándose en una baja fertilidad, muertes embrionarias, abortos y disminución de la producción láctea a consecuencia de un bajo consumo. Además las vacas con mayor producción son más susceptibles a los efectos del calor, a diferencia de las de bajos niveles.
Debido a lo anteriormente mencionado es necesario tomar medidas para contrarrestar los efectos del estrés calórico en el ganado mediante un manejo de sombras, nutricional, implementación de ventiladores y aspersores en corrales de espera y en los pesebres para lograr una estabilidad en la temperatura corporal de la vaca.
El uso de áreas con ventiladores y aspersores para enfriar las vacas, mediante la secuencia de aire y agua ha sido de utilidad en la laguna para contrarrestar los efectos del estrés calórico en las vacas lecheras.