Foto: Archivo Siglo Nuevo
Las bases de la resiliencia se pueden aplicar a las relaciones de pareja si entre sus miembros existe un grado suficiente de comunicación y empatía.
El compendio de objetivos que tienen las relaciones de pareja está más que establecido. En él figuran términos como procreación o dar forma a un proyecto de vida en común.
El ideal es mantener una convivencia estable y sana que permita, entre otras cosas, hacer frente de mejor manera a las adversidades y las situaciones, algunas de ellas auténticas crisis, que ocurren de cuando en cuando.
Con esto en mente no es ocioso echar un vistazo al concepto de resiliencia para dos que hace referencia a capacidades y habilidades vinculadas con enfrentar obstáculos, superar los efectos negativos de los problemas, aprender de cada experiencia y conseguir que la relación salga fortalecida.
Una persona resiliente afronta las malas nuevas, se conduce con plena conciencia de lo que es y puede hacer, extrae enseñanzas de los dilemas.
¿Cómo se alcanza esa condición? Factores importantes son que el individuo se vea rodeado de amor y confianza y que tenga cerca algún modelo a seguir. La autoestima y la destreza para establecer una comunicación fluida son otros componentes del mecanismo. También se requieren disposición y dominio de uno mismo a la hora de elaborar planes realistas y manejar impulsos o emociones fuertes.
No es frecuente que quienes ostentan un estado de resiliencia adecuado hayan venido al mundo con las características ya programadas en su interior, no está demostrado fehacientemente que sea transmisible por herencia y es raro verlo surgir de manera espontánea. Al contrario, resulta bastante común que la capacidad se forje en ambientes poco favorables, en escenarios donde un desarrollo armonioso parece improbable, lo normal sería ir fortaleciendo las características requeridas a contracorriente.
Desarrollar la fuerza y la inteligencia para superar traumas y crisis se inscribe dentro de los temas clínicos, terapéuticos y preventivos de mayor significación en materia psicológica porque aumenta las opciones de que recursos como la terapia sean satisfactorios y productivos. El paciente resiliente tarda menos en entrar en confianza y comenzar a manifestar mejoras en comparación con personas que no han desarrollado esa eficaz herramienta.
Foto: Archivo Siglo Nuevo
DE DOS EN DOS
Las bases de la resiliencia se pueden aplicar a las relaciones de pareja si entre sus miembros existe un grado suficiente de comunicación y empatía.
Las uniones estables y sólidas gozan de más recursos para reparar las crisis, resanar muros, cuando no volver a levantar parte de la estructura del idilio. ¿Cómo se refuerzan los lazos? Esto ocurre desde el momento en que se es consciente de que nuestro compañero tiene necesidades tanto físicas como emocionales. Comprender, intentar ponerse en el lugar del otro y prestar atención a lo que le ocurre, sin que se considere una responsabilidad u obligación, son pasos en la ruta de fortalecer los nexos.
John Gottman, especialista en análisis de relaciones afectivas, explica que las parejas resilientes poseen cinco aspectos que han nutrido durante su tiempo juntos.
La admiración mutua, constituye un pilar elemental. Apreciar y destacar las cualidades de la persona a nuestro lado representa bienestar emocional y acarrea beneficios sustanciales para la autoestima de ambos. Reconocer las diferencias y sacarles provecho en determinados momentos es un buen recurso que incluso puede derivar en un símbolo de que la relación es fuerte y segura.
Otra área a cultivar: colaborar o trabajar en equipo. La cuestión pasa por definir bien los roles dentro de la unión, por ejemplo, en esferas de acción como las actividades domésticas o el cuidado de los hijos. Cuando se llega a un acuerdo acerca de la tareas que cada uno va a realizar, ya se conoce mejor al otro.
Un aspecto fundamental de reforzar los vínculos es dedicarle a la relación tiempo de calidad y mostrarse pendiente de las necesidades del compañero.
Aprender de los problemas, dar un uso ejemplar (proactivo) y no literal (pasivo) a las experiencias compartidas, sin buscar culpables ni victimizarse, ayuda a conservar la relación sana.
Establecer una comunicación efectiva rinde un fruto significativo: una confianza que permite expresar cualquier sentimiento que se presente y cause ruido.
Otro especialista, Boris Cyrulnik, neurólogo, psiquiatra y psicoanalista francés, define a la capacidad de resiliencia como un factor importante en la rehabilitación y salud mental.
Sobre un postulado de las ideas psicoanalíticas (los primeros años de vida determinan el desarrollo de una persona), Cyrulnik opina que no se trata de algo totalmente decisivo a la hora de establecer un rumbo vital. En el camino, afirma, se interponen muchos factores, como el temperamento de cada uno o las relaciones que vengan a influir en el individuo.
Según el francés, las relaciones estables, basadas en el amor y la necesidad de crecimiento, representan una ayuda muy grande para las personas que han pasado por eventos traumáticos o de alto riesgo. Y más aún, no sólo benefician a la parte que ha experimentado momentos difíciles, también abonan el crecimiento del otro, que desarrolla su empatía. Un provecho simultáneo consiste en fortalecer la comunicación gracias al intercambio de mensajes claros y efectivos.
Una pareja que desarrolla la resiliencia enfrenta los retos sin falsas expectativas ni vaguedades, comparte propósitos y adopta, a veces sin darse cuenta, un proyecto de mejora continua. Se trata de recursos que llegan a ser, al momento de planificar una familia por ejemplo, apoyos importantes a la hora de lidiar con la tarea de brindar a los hijos la seguridad de que su crecimiento estará amparado por la mejor orientación que sus progenitores les pueden brindar.
La estabilidad de una pareja significa buena salud tanto mental como física. Y también puede constituirse en un legado de armonía para los hijos, pensando en verlos crecer con confianza en ellos mismos, dueños de habilidades y destrezas para enfrentar las dificultades de la vida.
