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Camino a la estación según la excitación

Verano es a la sangre, como el invierno al espíritu

Foto: Archivo Siglo Nuevo

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REDACCIÓN S. N.

A nivel hormonal la exposición a la luz ultravioleta aumenta la libido femenina. Por esta razón y por el referente de la 'sangre caliente' los lugares soleados tienen fama de ser zonas geográficas con una más eventos de acoplamiento.

Cada estación es distinta. La primavera, por ejemplo, es muy exigente cuando se trata de tener a la mano los auxilios que permitan hacer frente a las alergias. El otoño se deja retratar con sus hojarascas.

En lo que respecta a los individuos sujetos a la gravedad terrestre, las etapas del año le demandan al cuerpo cosas, acciones y aproximaciones específicas. El ejercicio de la sexualidad no es la excepción.

Si bien los humanos se distinguen por la posesión de un celo permanente, los niveles hormonales tienen algo que decir a propósito de hallar planicies o cordilleras en el cardiograma de la lúbrica actividad. En un momento dado unas y otras pueden indicar, incluso, la existencia de una patología. Confirmar o descartar cuestiones así ya reclaman consulta con un especialista.

El clima es un factor a considerar debido a que sus manifestaciones producen efectos en la psique y en la producción de sustancias químicas al interior de los organismos.

Los periodos estacionales dirigen en cierto modo el rumbo adoptado a la hora de plantear la posibilidad del amoroso encuentro. Evitar que se convierta en un factor determinante requiere seguir la recomendación de los sexólogos: echar mano de la creatividad y la comunicación para conservar encendido el deseo y firmes los puentes en la pareja,

Durante el invierno, por ejemplo, el espíritu tiende a acercarse a las orillas de la melancolía; los días fríos y cortos son dados a la expresión de los sentimientos como forma de garantizar que la necesidad de proximidad será resuelta.

A nivel químico, las bajas temperaturas estimulan la segregación de oxitocina –la llamada hormona del amor-; por este compuesto salido de la hipófisis la temporada invernal es favorable a las relaciones cuyo principal fundamento sea la búsqueda de algo estable y duradero y no sólo el atractivo físico.

GLANDULARES

La creencia popular dicta, y no anda nada errada, que en verano ocurre un incremento en la conjunción íntima de las personas. Los factores en contra son que en estas semanas por lo regular surgen muchos compromisos y suben los rechazos inducidos por el sudor y olores derivados de su acumulación.

No obstante, a nivel hormonal la exposición a la luz ultravioleta aumenta la libido femenina. Por esta razón y por el referente de la 'sangre caliente' los lugares soleados tienen fama de ser zonas geográficas con una más eventos de acoplamiento.

Las estaciones no sólo influyen en lo que expulsan ciertas glándulas, también se les da formar parte de las alteraciones del deseo.

Las condiciones climáticas a las que se somete un individuo afectan desde el nacimiento. Los bebes que vienen al mundo con el verano suelen adoptar, una vez que dan sus saltos a la juventud y a la adultez, una vida social concurrida. El baño de sol al que se exponen en sus primeras semanas de vida favorece que sus organismos generen vitamina E, antidepresivo producido naturalmente gracias al estímulo de los rayos solares.

Una exposición adecuada a la estrella central de nuestro sistema planetario proporciona hasta un 90 por ciento de la recomendación diaria de esta sustancia, el otro 10 por ciento se puede obtener mediante una correcta alimentación.

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Foto: Archivo Siglo Nuevo

En las personas nacidas en otoño o invierto en ubicaciones poco provistas de calor, como las regiones del norte de Europa, tanto los periodos de despunte sexual como los dados a la melancolía y la franca depresión varían con relativa facilidad y llegan a ser más prolongados que los de quienes nacieron en primavera o verano y cerca de los trópicos.

El clima y el estado de ánimo tienen en común que juegan papeles en la segregación química concerniente a aumentar la excitación. Y no sólo eso, pueden guiarnos hacia una pareja determinada en un momento propicio.

CICLOS

Si las características de cada uno de los cuatro periodos del año influyen en las opciones de entablar íntima lid, los días, de uno en uno, también tienen su momento, ese en el que la química corporal está en el punto óptimo para acometer la empresa carnal.

Esa fue al menos una de las conclusiones a las que llegaron miembros de la Asociación Médica Británica. Sus investigaciones los llevaron a descubrir que el lapso en el que las facultades amatorias están a la alza comienza a las 5:48 de la mañana.

En el caso de los varones, el ciclo hormonal del día a día marca una destacada producción de testosterona en las primeras horas matutinas; en la mujer la presencia tanto de testosterona como de oxitocina se multiplica hasta por cinco.

Volviendo al tema de estas líneas, un estudio de la farmaceútica Bayer hecho con mujeres españolas entre los 18 y los 30 años de edad arrojó que la mayoría de las féminas (53 de cada 100) reconoció experimentar cambios en su libido en función de la época del año.

Las semanas veraniegas y las primaverales, según las respuestas proporcionadas, son las de actividad superlativa. Sólo un tercio de las encuestadas prefirió el invierno.

Las conclusiones de una investigación, sin embargo, no impiden en automático que en la estación del frío no se pueda disfrutar de la sexualidad.

El verano pues, ofrece temperaturas favorables y esto conlleva una mayor circulación de la sangre; más horas de exposición a la luz solar predisponen a demostraciones de vitalidad, pero si en la mente se instala que el invierno y el sexo son como el alcohol y el volante (por aquello de que no combinan), así será.

Se trata de emplear recursos del sentido común. Si el frío no favorece la respuesta erótica, por qué no hacer uso de las tecnologías de control de la temperatura ambiental o de la inventiva y así instalar en la atmósfera de la habitación un calor conveniente a la sed de goce.

Desde luego, el verano no perderá su lugar como el periodo estacional en el que el mente y cuerpo están mejor dispuestos a yacer en grata compañía.

Si en esa temporada uno se descubre muy cariñoso, aumenta el número de encuentros y se multiplican las oportunidades, hay que elegir con sabiduría, es decir, no obviando las precauciones dirigidas a preservar contra enfermedades venéreas y evitar embarazos no deseados.

Para la época del año asociada con la melancolía y buscar, más que pasión, refugio, puede bastar con tener presente que, gracias al celo permanente y mediante la estimulación adecuada, la temperatura a la sombra pierde toda importancia.

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