Foto: Archivo Siglo Nuevo
Se trata de la conjugación de tres materiales cuya manifestación individual ya retrata un desequilibrio emocional: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Ese trío deriva en una causa perdida cuando su recipiente pierde toda posibilidad de empatía.
Las características que suelen buscarse en una relación afectiva van de la confianza a la empatía, del cariño a la tolerancia. La búsqueda de alguna individualidad afín a la nuestra no es un asunto menor dado que el objetivo es pulir la mejor versión de nosotros mismos.
Sin embargo, el ideal de dar con el hombre adecuado o la mujer soñada que luego adquiere el carácter de pareja 'definitiva', tiene sus dificultades.
Hay quienes, a causa de características psicológicas o circunstancias vitales, se muestran incapaces de compartir una relación sana y estable, es por esa senda que se arriba a los terrenos de las relaciones oscuras.
En el día a día, cada ser humano desarrolla aspectos que le dotan de particularidades al momento de actuar y pensar. Así terminamos reaccionando de cierto modo ante determinadas circunstancias. Cuando ciertas respuestas se perfilan como las preferidas o las usuales, ya es posible encuadrar la forma de proceder dentro de algún modelo elaborado para explicar la salud mental. Uno recurrente, a efectos del tema abordado en estas líneas, ha recibido la denominación de 'tríada oscura'.
Se trata de la conjugación de tres materiales cuya manifestación individual ya retrata un desequilibrio emocional: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Ese trío deriva en una causa perdida cuando su recipiente pierde toda posibilidad de empatía.
Una vez que superan o brincan la etapa de ponerse en el lugar del otro, disfrutan al fomentar la confrontación psicológica y emotiva de las víctimas consigo mismas y con los individuos que les rodean.
Foto: Archivo Siglo Nuevo
PANORAMA
El maquiavélico actúa conforme a un plan dirigido a asegurarse objetivos estratégicos, de compensación o bien de éxito personal, en detrimento a la obtención de objetivos comunes. Exhibe escasas muestras de éticas y actúa según la frase nunca escrita por Maquiavelo: el fin justifica los medios.
Los narcisistas inician y acaban en un egoísmo del tipo: “todo me está permitido”; se tienen a sí mismos en alta valía aunque la realidad no esté muy apegada esa percepción. Tienen por favoritos, pensando en establecer vínculos, a gente importante y con poder.
Los psicópatas no parecen lo que en realidad son, su nivel de racionalidad los vuelve ajenos a la sensibilidad. Abajo de ese nivel de perfecta frialdad está el psicópata subclínico que reúne algunos elementos de su superior: encanto superficial, notable inteligencia, pobres reacciones afectivas, vida sexual frívola y poco estable, entre otros.
Sus 'víctimas' se convierten en personajes de rutinas violentas, es decir, caracterizadas por presiones o físicas o psicológicas. En la cotidianidad del vínculo, la persona maltratada posibilita el nacimiento de una dependencia y no identifica los sesgos psicopáticos en la forma de ser del otro.
Una cuestión digna de comentar es que, a pesar de la propaganda que reciben en los medios de comunicación, series y películas, los rasgos psicopáticos no tienen por qué llevar a la comisión de crímenes o asesinatos. De hecho, estan presentes, sólo por mencionar tres ejemplos, en la conducta diaria de individuos que mienten a la menor oportunidad, carecen de empatía, o expresan una absoluta ausencia de metas a largo plazo.
TÓXICOS
Intimar con representantes de la tercia implica, regularmente, aventurarse en el campo de las 'relaciones toxicas', allí la estabilidad mental de la parte afectada recibe varios daños, algunos tan profundos que incluso en futuras uniones se mantendrán activos.
Esto no significa que no haya hombres o mujeres dispuestos a adentrarse, con plena conciencia, en una dinámica de pareja junto a un poseedor de esas peculiaridades.
Un caso frecuente es el de quienes se sienten atraídos por la adrenalina que generan los eventos de la convivencia. Pero, ni el conocimiento de las cosas salva de que en algún punto el vínculo se deteriore y todo concluya.
Los psicólogos recomiendan a los sensibles, idealistas o que simplemente buscan una relación trascendente en sus vidas, abstenerse de introducirse en el terreno oscuro ya que la interacción en esa región de la actividad humana es proclive a los encuentros casuales o promueve sociedades en las que se registran agresivos ejercicios de poder y dependencia.
Una recomendación para los interesados en probar esta opción del menú relacional es ser conscientes de los riesgos que asumen al dar el sí; otra es trabajar sus aspiraciones de manera que haya una apertura porque en este lado del espectro las ideas conservadoras y las expectativas que acompañan a las parejas monógamas y estables acostumbran brillar por su ausencia.
La comunicación tiende a ser uno de esos factores de balance, mientras más efectiva sea, más opciones de llevar las cosas a buen puerto. No hay como ser consciente de las reglas y aceptarlas, sin coerción ni imposición de ningún tipo, y conducirse con sinceridad a la hora de buscar la solución a un problema.
INTERPERSONAL
Debido al déficit emocional-afectivo atribuido a la tríada oscura, sus poseedores son clasificados en el reservado de mala calidad en los encuentros cuerpo a cuerpo.
Los rasgos psicopáticos, por ejemplo, están asociados a conflictos frecuentes y rupturas. Hacen de sus portadores seres propensos a la infidelidad, al sexo casual, a la violencia en el hogar o a un ejercicio de la intimidad con tintes de agresión.
En la lista de señas del maquiavelismo están inscritas la promiscuidad, actitudes sexuales hostiles, tácticas íntimas egoístas y engañosas.
El narcisismo no deja lugar sino a la propia satisfacción.
La persistencia de oscuros materiales, una especie de perfeccionamiento poco deseable, y su combinación con facetas positivas de la personalidad (estabilidad emocional, autoestima resiliente y éxito sexual) tiende a demostrar que a muchos individuos la terna les resulta ventajosa. Sin embargo, no por eso deja de perfilarse un carácter dado a detonar los puentes interpersonales, comprometido con la grandiosidad y la insensibilidad que hacen de manipular y dominar los dos aspectos clave de una relación.
