Foto: Notimex/Pedro Sánchez
¿Qué tienen en común una bicicleta, 14 países y más de 22 mil kilómetros? La respuesta es un mexicano. Luego de romper el récord Guinness al cruzar el continente americano en 117 días y cinco horas a bordo de su bici, Carlos Santamaria ha inspirado a miles de personas al convertirse en uno de los ciclistas más rápidos del mundo. Su historia, más que una hazaña, es una tragicomedia que lo llevó a enfrentar desafíos más duros que el camino. ¿O cómo llamarle a encontrarse a un oso grizzly, a recorrer el territorio de la Mara Salvatrucha y a dormitar en un bosque 'embrujado'?
Tras innumerables vueltas de rueda, Carlos revela el descubrimiento que transformó su ser: la aventura más grande no ocurre en las temperaturas gélidas de Alaska ni ante los asaltacaminos de Perú, sino al interior de uno mismo. La experiencia quedó registrada en el libro La ruta que cambió mi vida, publicado bajo el sello de editorial Diana.
Carlos es un estudiante de ingeniería física de San Luis Potosí. Es también un taekwondoín de alto rendimiento y un cicloviajero apasionado. Antes de alcanzar el Guinness por hacer el recorrido más rápido de punta a punta del continente americano, realizó viajes en bicicleta de San Luis Potosí a Acapulco, de Alaska a México, de México a Guatemala y Belice y de vuelta. A raíz de su odisea y la conquista del récord, Carlos ahora incursiona como conferencista, comparte sus principios y claves de superación personal a públicos diversos como estudiantes o personal de empresas.
¿Qué fue más difícil: estar en la bici o frente a la computadora?
Aun con el libro me quedé con muchas cosas que contar. Uno pensaría que este récord de cruzar el continente americano en bicicleta tiene que ver únicamente con cuestiones deportivas y enfrentar retos sobre la bici, pero no. Durante el viaje me sucedieron miles de cosas, no solo físicas, también mentales. Por ejemplo, mis papás se separaron cuando yo estaba a la mitad de este recorrido, así que la forma en la que piensas y tener claro que debes llegar a la meta, juega un papel importante en alcanzar el logro.
También me sucedió que la chica con la que yo andaba, mi novia, se consiguió otro novio, me dejó cuando iba a mitad del camino. Todas esas situaciones, que no se ven en el plano deportivo, las documenté en este libro y fue como recordar la experiencia de otra forma. También comparto muchas anécdotas muy padres, otras muy fuertes, como el pasar por México y ver grupos de hombres armados, que me imagino eran narcotraficantes. Esto sucede en los mismos caminos en los que tú pedaleas.
¿La inquietud deportiva te permitió ver realidades ignoradas por ti?
Yo siempre he dicho que el ciclismo abre nuevas puertas, es viajar de una forma diferente. Yo tuve que vivir las temperaturas gélidas de Alaska, enfrentarme con ese clima y pedalear con él. O vivir el contraste de andar en el primer mundo, Canadá y Estados Unidos, y sufrir nada más llegar a nuestro país. Por ejemplo el primer día en México, nos intercepto una camioneta con sujetos armados y nos siguieron por un tramo prolongado, entonces, vivir eso es difícil, porque el contrate es muy grande, y pasa con sólo cruzar la frontera de un país.
¿Al sur de México viste contextos similares, países hermanos...?
Sí, te das cuenta que tenemos mucho en común. En algunos lados hay un poco más pobreza, una línea divisora muy marcada, de México para abajo y de Estados Unidos para arriba. Hay muchas similitudes entre nuestros países latinoamericanos, pero hay una en especial, una muy marcada que vi, con los colombianos, porque ambos tenemos un carácter similar. Colombianos y mexicanos somos gente muy feliz, eso lo pude notar. En Colombia me trataron muy bien, conocí gente cálida y amable que me daba ánimo. También hubo países en los que no me fue tan bien. En Guatemala y Panamá hay racismo contra el mexicano, cuando se enteraban de mi nacionalidad me trataban diferente, pero en mal sentido. Y claro, es algo que no te explicas, que siendo razas tan cercanas, pueda haber racismo.
Foto: Notimex/Pedro Sánchez
¿Qué se requiere para romper un récord de esta naturaleza?
Muchas cosas, entre ellas, dinero, infraestructura; aunque yo no tuve apoyo económico, ni nada de la infraestructura necesaria. La forma en la que tuve que enfrentar este reto personal y deportivo fue la más austera posible. Traía un vehículo de apoyo en el que viajaban mi hermana y mi cuñado, pero no son técnicos en bicicleta, ni entrenadores físicos, ni siquiera profesionistas; son personas que sólo querían ayudarme.
Nunca tuve, a lo largo de estos 22 mil kilómetros, suficientes recursos económicos. Dormía donde caía la noche, aunque para eso sí nos preparamos. Revisábamos las rutas, ubicábamos los lugares donde nos iba a llegar la oscuridad, instalábamos una carpa adecuada, tratábamos de resolver las dificultades en la medida de nuestras posibilidades. Si hubiésemos querido, por ejemplo, acortar tiempos, era indispensable contar con un equipo más profesional. Creo que México es muy escéptico cuando se trata de este tipo de retos deportivos. No conseguí patrocinio ni siquiera para una buena bicicleta.
¿La inseguridad llegó a afectar alguna ruta?
Nosotros cruzamos por el Berrendo, una de las fronteras menos transitadas entre México y Estados Unidos, en Chihuahua. En ese primer día cruzando al país vecino se nos acercó una camioneta con sujetos armados. No nos detuvieron, pero sí nos siguieron un buen tramo, alrededor de diez minutos, como para ver quiénes éramos. Por fortuna no tuvimos que cambiar de ruta, pero con episodios como éste y otros que vivimos sí llegas a sentir miedo.
¿Cómo fueron las muestras de apoyo en otros países?
Siempre he dicho que mis patrocinios fueron, desde allá en Estados Unidos, ese alguien que me invitó una hamburguesa o esa gente que se dio a la tarea de lavar mi ropa. Hasta Panamá siempre tuve un vehículo de apoyo. Después, por situaciones económicas, no pude contar con ese respaldo y tuve que seguir solo. Las únicas prendas que llevaba eran las que traía puestas y en el camino me encontré con personas que se ofrecieron a lavarlas. Otras me ofrecían su casa para dormir, algunos otros me compartían de sus alimentos y así. Esos fueron mis patrocinios. Nunca encontré una empresa que le apostara a este tipo de recorrido.
¿Cómo surge la idea de escribir un libro?
Lo que pasa es que tenía muchas cosas que contar. A veces, en las entrevistas o en las conversaciones con los amigos, siempre se quedaba alguna aventura o alguna anécdota pendiente. Por eso decidí que la mejor forma de compartir 22 mil kilómetros de experiencias, risas, momentos difíciles, era escribiendo un libro. Cuando empiezas a contar historias y a narrar tu experiencia es cuando verdaderamente te das cuenta de que te sucedieron muchas cosas, pero, sobre la bici, no parecían tantas. Además, creo que es importante dejar el registro de las experiencias como una forma de compartir algo importante y motivar.
Foto: Notimex/Pedro Sánchez
¿Qué te preguntaba la gente de otros lados? ¿Cómo ven a México?
Ahorita me estoy acordando. En Sudamérica, siempre que me veían y ya cuando sabían que era mexicano, me hacían la misma pregunta, no sé si porque era noticia mundial, “¿eres de México?”, “¡si!”, “ah, entonces, ¿andas buscando al Chapo por acá?”. Era una pregunta cómica, en broma claro está; pero era lo primero con lo que iniciaban una plática. Lo que sí notas es que hay una imagen de México muy ligada al narcotráfico, es algo que no puede negarse. Siempre terminaba diciendo que hay muchas más cosas de qué hablar en referencia a nuestro país. Es curioso ver cómo esa imagen está tan arraigada en la comunidad internacional.
Creo que la mayor parte de nosotros, por ejemplo, tenemos ahorita una imagen de Colombia relacionada con el narco, con Pablo Escobar, pero cuando estás allá entiendes que esa etapa de Colombia ya pasó, quedó atrás. Mucha gente me decía que nosotros estamos viviendo lo que ellos vivieron en la época de los carteles de Medellín y Cali. Nos limitamos a tener la imagen de un país sólo por lo que vemos en las noticias, por eso creo que la gente siempre me decía que estaban conscientes de que venía de un país muy lastimado por la delincuencia.
¿Cuatro meses son mucho tiempo para pensar y reflexionar?
Cuando realizaba el recorrido para el récord, nunca me imaginé que esto iba a trascender en mi interior; en ese momento ni siquiera tenía claro el porqué de mi empresa. Era algo que sentía que tenía que hacer y lo deseaba, sin ningún tipo de pretensión. Ya cuando estaba cruzando pueblos y ciudades, me pasó mucho que al momento de enfrentar los retos físicos y psicológicos, nacía la sensación de que me iba haciendo más grande. Después de que haces cosas complicadas, es más fácil proponerse metas, te haces más fuerte.
Yo era una persona sumamente tímida, como no te imaginas. Antes del Guinness ya había hecho otros viajes en bicicleta. Este tipo de acciones deportivas me fueron haciendo una persona más segura, confiada y por eso creo que durante esta travesía, mi principal premio fue encontrarme conmigo mismo, ver quién soy y qué quiero, y saber que puedo enfrentar y vencer cualquier obstáculo. Después de pedalear a temperaturas extremas, tienes claro que es posible llegar hasta el final.
¿Qué piensas de los muros y las divisiones en tiempos de Trump?
Muchos tenemos a México como sinónimo de cosas malas. Somos nosotros mismos los que nos echamos tierra. Siempre he dicho, y traté de demostrarlo, que México también es un país creador de cosas buenas y grandes. Si de algo me siento contento es de haberme dado a la tarea de mostrar que nuestra nación tiene grandes deportistas, atletas, científicos. Cuando uno esta fuera del país, debe recordarle a la gente de fuera cosas como que el inventor de la televisión a color, Guillermo González Camarena, es mexicano. Esos ejemplos son a los que debemos apelar para hablar de nuestro México, eso es lo que debemos presumir afuera.
¿Qué sigue después de este récord Guinness?
Más retos. Quisiera probarme en otros recorridos. Por ahí esta una ruta que es Euro-Asia, Portugal- Rusia, es otro récord mundial, y para ésta hazaña si quiero encontrar patrocinios, para hacerla de una manera más profesional. La primera vez fue muy austera. Uno tiene la idea de que los deportistas de alto rendimiento traen al lado un masajista, un preparador físico, un técnico, de que se van a dormir en buenos hoteles. A mí me tocó hacerlo sin nada de eso, por eso me encantaría contar con un equipo que me hiciera menos pesada la ruta.
México es medio escéptico para este tipo de hazañas deportivas. Ahora con el registro en el Guinness y la publicación del libro, espero que sea más fácil tocar la puerta de las empresas y que se interesen en apoyar. De todas formas, con o sin patrocinios, voy a seguir adelante con mis metas. Una de ellas será la próxima ruta a recorrer en bici. Si toda empresa se quedara en la parte del 'no tenemos apoyo', muchos de los grandes proyectos que hoy conocemos no se hubieran realizado jamás. Ahora, las redes sociales también son una opción. En ellas realice un fondeo que no tuvo mucho éxito. Espero que la próxima vez sea diferente.

