— Elbert Hubbard
Anunciar disparates e ideas mafufas durante una campaña es relativamente sencillo, cualquier suspirante puede hacerlo, pues ya sabemos que prometer no empobrece. En tanto, cumplir con los compromisos adquiridos y hacerlos realidad durante el ejercicio de gobierno implica algo totalmente distinto, mucho más difícil, sofisticado y que precisa saber hacer política.
Ironías de la vida, a casi 100 días de haberse convertido en presidente, Donald Trump se topó con su propia pared y tuvo que desistir de la idea inviable, empecinada y testaruda -por lo menos durante el mediano plazo- de edificar un muro en la frontera sur que colinda con nuestro país.
No se puede chiflar y comer pinole al mismo tiempo. En Estados Unidos existen contrapesos y equilibrios que limitan al hombre más poderoso del mundo. Uno de éstos, por fortuna en este y otros casos, es el Congreso formado por el Senado y la Cámara de Representantes.
Al término de cada ejercicio fiscal, los poderes Ejecutivo y Legislativo deben consensuar el presupuesto antes de que los vigentes acaben. De no conseguirlo, se puede producir una suspensión de pagos que afecta a los servicios públicos.
Literalmente, el gobierno de Estados Unidos tendría que cerrar en forma parcial terminado este viernes 29 de abril, pues se quedaría sin dinero para su operación.
Los dos últimos cierres parciales de los que tengo memoria ocurrieron en la administración de Bill Clinton (21 días durante 1995), y más recientemente durante la presidencia de Obama. Como dato curioso, cabe recordar que el affaire entre Clinton y Lewinsky floreció en parte gracias a que ante la ausencia de empleados no esenciales durante aquel cierre, la Casa Blanca se vio obligada a apoyarse en múltiples becarios que no recibían paga, entre ellos Lewinsky, quien consiguió un acceso y cercanía a Clinton sin precedentes.
Hoy, ante la amenaza de no lograr un consenso y verse obligado a bajar las cortinas de operación gubernamental, la Casa Blanca de Trump reculó en sus intenciones de solicitarle al Congreso una partida inicial de 1, 400 millones para la construcción del muro. Según nuevas cifras del Departamento de Seguridad Nacional, el costo total de la obra ascendería a casi 22 mil millones de dólares.
Donald Trump abandonó la idea de solicitar fondos especiales para la construcción del muro -una de sus principales promesas de campaña- por lo menos hasta el nuevo ejercicio fiscal que comienza en septiembre de este año, pues se topó con importantes resistencias entre senadores y congresistas demócratas, y también entre miembros del partido republicano.
Inexperto en lo político, pero pragmático al fin como el hombre de negocios que es, Donald Trump sabe que con tantos frentes abiertos en los primeros cien días, quedarse sin dinero representa un lujo que su gobierno no se puede permitir. No digamos de la imagen de fracaso y sentimiento de parálisis que ello transmitiría tanto en el país como hacia el exterior. En vista de que Trump no sabe ni le gusta perder, el muro no va por el momento.
De cualquier forma y si bien temporalmente, Donald Trump incumplió con su principal eje de campaña en materia de política exterior. En política, postergar decisiones implica la pérdida de votos y con este revés, estoy cierto que el presidente perderá buena parte del apoyo de aquellos que creyeron que recuperar a la norteamerica de los años cincuenta del siglo pasado sería factible construyendo un muro que ya existe.
Esa es la bronca de creerle a los falsos profetas que desconocen de la envergadura y complicaciones inherentes a lo que prometen. Aún en el país más poderoso del planeta, los alcances del presidente tienen un límite.
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto