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Coahuila, año electoral

SALVADOR SÁNCHEZ PÉREZ

Cuatro entidades que tienen procesos electorales este año, Coahuila, Estado de México y Nayarit eligen gobernador, en tanto Veracruz renovará ayuntamientos.

Las elecciones estatales en Coahuila serán el 4 de junio, la ciudadanía tiene por encomienda elegir gobernador para los próximos seis años. Se renovarán además los ayuntamientos, el titular y sus cabildos, que, para agilizar los calendarios electorales, por esta única ocasión, serán vigentes por un año, con posibilidad de reelección para el período inmediato. También es parte del proceso la renovación del Congreso del Estado, 16 diputados electos por mayoría relativa en cada uno de los Distritos Electorales, más 9 diputados de acuerdo al principio de representación proporcional.

Dos millones de coahuilenses están convocados a elegir al sucesor de Humberto y Rubén Moreira, así en bloque. La gestión de los Moreira ha transcurrido en el escándalo. En el período de Humberto se contrataron más de 30 mil millones de pesos de deuda, Rubén se ha administrado en esos estrechos márgenes, en lo económico y en lo político. La sombra de corrupción y violencia ha acechado permanentemente la gestión de estos hermanos.

Los candidatos son harto conocidos: Miguel Riquelme, delfín de los Moreira. Guillermo Anaya, va por el PAN, pero camina sobre el rumor de ser el plan B de Rubén. Javier Guerrero es independiente. Y Armando Guadiana, empresario taurino, aliado de Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador.

Hay que votar, ni duda cabe. La democracia occidental, la que hasta ahora conocemos, exige la selección de representantes, ellos conforman el gobierno. Si bien es cierto este modelo de democracia se encuentra profundamente desgastado, no se vislumbran alternativas en el mediano plazo. Las sociedades más bien van encontrando formas para complementar este modelo de democracia, esto es la democracia participativa. La apuesta es politizar a una sociedad despolitizada, lo cual parece un despropósito, sin embargo, aunque lentamente, las sociedades van evolucionando y aprendiendo.

La trampa es que la gente no cree que realmente pueda hacer algo para modificar el estado de las cosas. Además de votar, qué más podría hacer un ciudadano común para decidir el propio destino como colectividad en las sociedades contemporáneas.

La respuesta puede ser infinita, tomemos como sugerencia uno de los reactivos de la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas de la Secretaría de Gobernación. Inquiere si el interesado se ha organizado, ya más, ya menos formalmente, con otras personas afectadas para atender un punto específico que comparta con otros.

Pregunta también si ha mandado cartas a un periódico, se ha quejado ante las autoridades, ha pedido apoyo a alguna asociación civil, ha asistido a manifestaciones, ha solicitado apoyo a un partido político, ha pedido ayuda a diputados o senadores, ha llamado a un programa de radio o televisión, ha escrito al presidente o a las autoridades, ha firmado cartas de apoyo, ha colocado mantas, carteles o fotografías en lugares públicos, ha repartido circulares o manifiestos, ha enviado mensajes por redes sociales, ha promovido una idea de forma pacífica utilizando un distintivo. Hasta aquí las opciones indicadas, pero la lista puede ampliarse hasta el infinito. La vida en sociedad exige mucho más que héroes o líderes que nos resuelvan la vida para no salir de la propia zona de confort.

El problema es grave, a la gente no le interesa la política. Según esa misma fuente, y para el 2010, apenas 15 % lee diariamente noticias de política en periódicos y revistas, 20 % una vez por semana, otro 20 % nunca.

Claro, no se trata de mala suerte, sino de malas experiencias. Los burócratas de todos los niveles, presidente, gobernadores, presidentes municipales, tienen los índices muy bajos de aprobación que nunca antes.

Más aún, el sistema es percibido profunda y drásticamente como injusto. Por ejemplo, en caso de tener un problema con la policía, una violación de tráfico o alguna otra ofensa menor, sólo una minoría piensa que el sistema le dará un trato igualitario, en cambio más de la tercera parte piensa que el sistema está hecho para favorecer a los que más tienen.

En todo caso y en estas circunstancias para recuperar la vida, el reto sigue siendo politizar a una sociedad despolitizada.

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