Estos son los fantasmas que nos acechan en la tercera edad: la soledad, las enfermedades y la falta de ingresos. Lo más común, es que las personas no se preparen con anticipación para vivir esta etapa de la vida, y no sólo vivirla, sino disfrutarla y sacarle provecho. La educación a esta edad, también es la mejor recomendación para tener éxito.
En el adulto mayor, la educación constituye un proceso de gran importancia, ya que con la educación se pueden lograr mejores estilos de vida en los que sean posibles de alcanzar proyectos, esperanzas y conocimiento real de las potencialidades.
La educación en las personas de la tercera edad permite y facilita la inserción en la sociedad en la que las personas mayores se sienten marginadas. La educación en esta etapa, constituye una necesidad de orden social.
Una educación para aprender a vivir. que evite que aparezcan sentimientos de inutilidad y vacío existencial. La educación en el adulto mayor da como resultado un proceso saludable que contribuye a trabajar en base al autodesarrollo, las potencialidades, la autovaloración, el autoconocimiento, todo lo referente a la esfera cognoscitiva y afectiva, propiciando bienestar en los adultos de la tercera edad. La edad cronológica no constituye el mejor parámetro para determinar cuán productivo y capaz puede ser un sujeto, tanto para sí mismo como con su familia y la sociedad, aun cuando ya haya llegado a la tercera edad.
Las pautas culturales lo ubican a uno en una posición desventajosa con respecto al adulto joven, limitando los roles que se pueden desempeñar, provocando angustia, frustración y depresión.
La depresión no es necesariamente un síntoma de envejecimiento, pero se relaciona con el ámbito social estrecho en que vive el anciano, el cual lo lleva al aislamiento, ya que se le dificulta entablar nuevas relaciones significativas y algunas veces se presenta una rigurosa resistencia a socializar, a abordar nuevas amistades.
Uno no llega a la adultez mayor abruptamente y se queda solo. Si se han cultivado las amistades y las buenas relaciones con la familia -y nunca es tarde para hacerlo-, hay mucho menos probabilidad de terminar solo y de que la familia se encargue de uno por culpa y no por afecto real. Por eso es importante en la tercera edad empeñarse en mejorar los lazos, resolver situaciones pendientes y pedir perdón si es necesario. Desarrollar la generosidad y la solidaridad, olvidando la crítica y el enjuiciamiento.
El psicogeriatra de la Universidad de Harvard George Vaillant recomienda seguir tres pasos para envejecer con éxito: estar convencido de que es necesario cambiar lo que se puede cambiar, mantenerse sereno ante lo que no se puede cambiar y tener la sabiduría suficiente para notar la diferencia entre lo que podemos y no podemos cambiar.
Pero la imagen negativa que esta sociedad pro jóvenes tiene de la vejez, más los problemas con los que tienen que lidiar los mayores, provoca que a veces se vuelva muy difícil seguir esta recomendación.
Pero los miedos hay que combatirlos, tenemos que prepararnos para ir ampliando y enriqueciendo la vida, no para cerrarla. Mostrar una actitud proactiva que nos lleve a una adultez mayor que se pueda disfrutar.
A todos nos gustaría llegar a viejos en "buena forma", pero ¿Cuánto hacemos para favorecer ese bienestar? Debemos tener la responsabilidad por la vida, respetar las recomendaciones médicas y prevenir los factores de riesgo para llegar físicamente a una adultez mayor plena.
A muchos les deprime ver reducidos sus ingresos y no poder mantener el estándar de vida. Lo anterior hay que enfrentarlo con planeación, guardar con tiempo algunos ahorros y, además, ser flexible y desarrollar hábitos de entretenimiento y consumo que no sean costosos y buscar rebajas, descuentos y liquidaciones.
Si la apariencia ha sido la única fuente de valoración y autoestima, la persona sufre por un cuerpo más envejecido. Debemos madurar para trascender al cuerpo, trabajar la espiritualidad e irnos despegando de valores transitorios y volátiles como la belleza física o el estatus económico. Por no arrugarse, algunas personas hasta dejan de sonreír, ignorando que un adulto mayor jovial y lleno de nuevos intereses, luce igual o más atractivo. Hay que animarse a descubrir la belleza de quien está satisfecho con su vida.